El Jefe Decide (1).
Por Kelder Toti.
Al Capitán de Navío Carlos Alberto
Taylhardat, se le encomendó la misión de coordinar una serie de viajes
clandestinos a la
Sierra Maestra, Cuba, desde Caracas, a fines de 1958, con el
fin de abastecer la
Revolución Cubana de armas. Asumió el encargo con el mismo
entusiasmo con que había participado en el derrocamiento de la dictadura
de Marcos Pérez Jiménez, dirigida por un sector de la oficialidad de la Banda Armada.
La misión era el punto culminante, de una
las operaciones militares de abastecimiento que se iniciaron con el
“Vicealmirante” Wolfgang Larrazábal, presidente provisional de Venezuela. Este
dío luz verde, para que los principales dirigentes cubanos decidieran, en el
Hotel Tamanaco de Caracas, el futuro político de la isla: Camilo Cienfuego,
Fidel Castro, Hubert Matos y Ernesto Guevara; sus delegados eligieron a Manuel
Urrutia, como presidente de Cuba, una vez que fuese derrocado el gobierno de
Fulgencio Batista.
La capital venezolana era una de las tres
ciudades, donde el Movimiento 26 de Julio obtenía recursos para financiar a los
barbudos de la Sierra
Maestra. Las otras ciudades donde obtenían dinero eran:
Ciudad de México y Miami. Se realizaron cinco puentes aéreos, donde viajaron:
varios expatriados cubanos para incorporarse a la lucha guerrillera, el
traslado de los heridos de los diversos frentes guerrilleros, quienes recibieron
tratamiento médico en clínicas privadas de Caracas por cuenta del gobierno
venezolano; alimento enlatado, el envío de 11 cajas contentivas de 150
fusiles “Garand M-1”,
con porta fusiles y tres cargadores cada uno; tres cajas con 20 fusiles de
asalto Browning calibre 30, con tres cargadores; 5 cajas con 10 ametralladoras
con soporte, 35 cajas con 99.950 balas calibre 30, y una caja con granadas
fragmentarias.
Serían transportados en un avión C-46
bimotor, el cual se había adquirido por $ 10.000 a un amigo de
Taylhardat, quien lo había comprado con fines de carga (1). La operación de
abastecimiento no derrotaría a las Fuerzas Armadas de Cuba, pero significaba el
apoyo moral del gobierno de Miraflores a los insurrectos, y significaba un duro
golpe psicológico a las fuerzas de Batista, dado el embargo de armas del
Departamento de Estado de U.S.A.
Las armas se trasladaron desde los depósitos
del ejército en Caracas, en cuatro camiones militares cubiertos por - “una
gruesa lona, para ocultar lo que había adentro”; se coordinó la operación a
través de una red de radioaficionados voluntarios entre Venezuela y Cuba.
Taylhardat recordaría posteriormente: “sobrevolamos la zona donde debíamos
aterrizar, en medio de la noche oscura, y de repente vimos un rectángulo
iluminado con fogatas hechas con bidones de aceite llenos de kerosén, para
iluminar el área de aterrizaje. El avión Curtis C-4, bautizado como “El
Libertador”, se detuvo en una pista improvisada, lanzó la rampa donde comenzaba a bajarse a
toda marcha las provisiones y las municiones. Luego subían a los heridos, y se
tardaban 20 minutos en el desembarco, que era el tiempo que se estimaba en que
la aviación de Batista reaccionaría, despejando inmediatamente, poniendo rumbo
a las costas de Venezuela (2).
El armamento era de fabricación
norteamericana, que formaba parte del envío del gobierno norteamericano al
gobierno venezolano, mediante un contrato de “Préstamo y Arriendo”. Taylhardat dijo
– “El gobierno americano nunca supo que las armas que había dado en préstamo y
arriendo a Venezuela, iban a parar a manos de Fidel Castro”.
La justificación de tal proceder la confirma
Enrique Tejera Paris, asesor de
Miraflores: “Era una misión extremadamente importante. Era de vida o muerte la
lucha contra las dictaduras, incluida la de Batista… Había una amenaza de las dictaduras
como las de Trujillo y Batista contra la recién inaugurada democracia
venezolana”- Venezuela fue el único Estado de América Latina que promovió y
financió abiertamente al movimiento antibatistero como política exterior en el
Caribe.
La colaboración del gobierno de Larrazabal,
con el Movimiento 26 de Julio, precipitaría a Trujillo a intervenir en
Venezuela, al detectar el armamento utilizado por Castro contra el régimen
Trujillista en República Dominicana, donde participaron varios expedicionarios
venezolanos, tras una confidencia de Carlos Sifontes, que hablará sobre
la intervención del gobierno venezolano en los asuntos Dominicanos y Cubanos,
cosa que el Jefe jamás aceptaría, ya que amenazaba abiertamente la
estabilidad de su régimen.
El entusiasmo inicial por la lucha
castrista, fue compartido por el gobierno de Rómulo Betancourt, quien continuó
el suministro bélico de Venezuela a Cuba después de la entrada de Fidel a la Habana, Esta épica “se vino
abajo luego de los fusilamientos en masa por los Tribunales Populares de la Habana”, en 1959.
Taylhardat se lamenta: “Sin quererlo, ayudamos a crear un monstruo”
(5), el cual posteriormente invadiría las costas venezolanas.
Leonidas Trujillo decide intervenir en
Venezuela. Usando a los grupos perezjimenistas, planifica a través de Johnny
Abbes, el jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), financia y
entrena a los complotados en el magnicidio, que se realizó en los
Próceres, ante los desplantes y amenazas de Rómulo Betancourt, volando su carro
presidencial, salvándose milagrosamente y muriendo dos escoltas y el jefe de la Casa Militar. No
contento con los resultados, Trujillo ordena a su servicio de inteligencia el
SIM que se haga cargo personalmente de Betancourt, en un próximo atentado, dada
la ineptitud de los complotados criollos, cosa que fracasa, al ser asesinado
por el General Maza en la
Ciudad de Trujillo, bajo asesoría y ayuda de la CIA.
La administración de John F. Kennedy no podía permitir
que Trujillo derrocara a las nacientes democracias del continente, tanto en
Venezuela y Costa Rica como en Colombia.
El General Pedro Sanoja Aguilar y su hijo
Pedro eran amigos intimos del Generalísimo Trujillo, logrando conseguir el
entrenamiento del SIM, dadas por las provocaciones de Betancourt y Castro
al financiar y armar a los disidentes. Haciendo una demostración del
atentado en una hacienda de Trujillo en las afueras de Ciudad Trujillo,
la operación fue coordinada por Cabrera Sifonte en Caracas, ingeniero químico
de profesión, perseguido por el SIFA por sus lazos con el perezjimenismo. El
magnicidio se produciría al paso de la caravana presidencial, el 24 de
Junio de 1960, al quitarse el sombrero Cabrera Sifonte al pasar la caravana
presidencial se detona la bomba por onda microonda, que estaba colocado en un
auto en la Avenida Los
Próceres, en el atentado murió Ramón Armas Pérez el jefe de la Casa Militar, y que
sería ascendido a General de Brigada post morten, también murió el chofer
y el Ministro de Defensa salió herido: Josué López Henríquez, conocido
como el As de copa por su afición a la bebida. El error de los complotados
estuvo en que le quitaron explosivo a la carga detonante. A Cabrera Sifonte lo
agarraron de campesino en un burro, en Barquisimeto, intentó evadirse de la
cárcel, y posteriormente huyó a Perú, donde lo agarraron y lo deportaron
a Venezuela, donde morirían, los 27 implicados, de cáncer, posiblemente
inoculado en la sangre (6).
Ya que iría contra la política hemisférica
de la nueva administración de John Fidgerald Kennedy, de fortalecer la
democracia en América Latina, cosa que el nacionalista régimen Trujillista
despreciaba, y tras las sanciones económicas impuestas por la Organización de
Estado Americano (O.E.A), que lo fue aislando diplomáticamente del Continente,
facilitó la conjura del General Maza, que asesinaría al Chivo, en una
calle solitaria de Santo Domingo camino a su casa verde. La doctrina Betancourista
de cortar relaciones diplomáticas con las dictaduras del continente, no era más
que un reflejo de la política del Departamento de Estado de aislar a los
regímenes que eran una amenaza para el hemisferio, los cuales se encontraban en
pugna con Washintong (7).
El Jefe Decide
(1)
La tragedia de la
República Dominicana, bajo la férrea dictadura de Leonidas
Trujillo, son los desmanes del autoritarismo, el servilismo de los dominicanos,
los atropellos continuos de sus hermanos y Trujillo; la obsesión criminal de
Johnny Abbes hacia los opositores como director del SIM; la hegemonía familiar
de los Trujillos en la vida de lo dominicanos; el asesinato por los
golpistas asesorados por la CIA, que deshacerse de un incomodo enemigo y las
represalias de los trujillistas a los complotados; y las maquinaciones de
Joaquín Balaguer, para despojar del poder a los Trujillos. La maldad de
Trujillo justifica la intervención de los norteamericanos, que desmontarán al
Trujillismo sin Trujillo, que los demócratas dominicanos convirtieron a la
isla en el burdel del Caribe, entregada a la política Americana. Él omitió el
progreso y riqueza alcanzado en aquel tiempo, que no ha sido igualado todavía,
haciéndose el cegato ante la cantidad de dominicanas que tienen que vender su
cuerpos en la puerta del Sol, que El Chivo se llevara a las criollitas a la
cama, es algo diabólico, pero convertir al país entero en un prostíbulo, parece
que no lo es. La de Chapita atribulado por las maniobras de la Iglesia y de la CIA,
utilizando como marionetas a los opositores. La familia de Trujillo que
disfrutará el poder, y posteriormente se doblegará ante Balaguer, y la del
maquiavélico poeta, el "vencedor" eterno de las elecciones
dominicanas, reforzando las descripciones de los crímenes de Trujillo y de su
claque, pintando una realidad blanco y negro, que obligue al lector a tomar
partido, de ahí el impacto de las torturas que somete "el sádico"
Johnny Abbes a los opositores, dejando de lado, que en su tiempo Trujillo era
más popular de lo que hoy es. Con diálogos concisos y directos, no escapa
ningún personaje de su pluma. Y refresca el discurso usando rupturas del tiempo
en forma circular, para que el lector, esté obligado a imbuirse en la lectura,
y a no escapar de ella. Joaquín Balaguer afianzó en compañía de los criollos,
un régimen corrupto y asesino, que mataba a los intelectuales y periodistas, en
nombre de la
Democracia, quizás las bajezas que sometía Chapita al pueblo,
al menos lo hacía por la
Grandeza de la República Dominicana, sería bueno preguntarse por
la ética, a la que ha llegado la isla, y en nombre de qué lo hacen, que no sea
la subsistencia diaria. Así no es extraño que muerto Trujillo, esta volviera al
poder, y comenzara una lucha intestina entre Trujillistas y Antitrujillista,
que legitimó la ocupación americana. Es común que las humillaciones que somete
los Dictadores a la
Elite Blanca, es para probar su lealtad e identificar a los
posibles traidores, ya que ella se juega entre la adulación y la traición,
buscando cualquier excusa para volver al poder, siendo un núcleo volátil en la
política Latinoamericana, de ahí que todo intento de llegar de asentar un
régimen que mantenga la dignidad de estos pueblos tiene que venir de Dictadores
blancos extremadamente eficiente, no solo en acabar con los opositores sino
también en darle bienestar y riqueza a los pueblos, el ejemplo de Fidel Castro
o Augusto Pinochet, es aunque parezca mentira, es una dura realidad. La
majestad de su gobierno, obras y errores, permiten recordarnos con nostalgia su
era, que se puede apreciar hasta en las alcantarillas de Santo Domingo.
(2) Casto Ocando
Hernández. “La ayuda venezolana que consolidó a Fidel Castro” Quinto Día. Año
12, N· 579, página 18-19. Caracas, del 11 al 18 de enero 2008. pp 18.
(3) Op Cit pp 19.
(4) Ibid. pp 18.
(5) Ibid pp 18-19.
(6) Ibid pp 19.
(7) Esto fue
contado por el Doctor Pedro Soret Rivero, asistente de la defensa
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