jueves, 6 de febrero de 2014

Maduro y sus 4 gatos, y su rata con pistola y moto propia Por Kelder Toti



Maduro y sus 4 gatos, y una rata con pistola y moto propia.

Por Kelder Toti.

(Un análisis de cómo la hiperinflación destruyó el modelo clientelar chavista, facilitando una revuelta militar y de la Sociedad Civil).  
El clientelismo político es un intercambio extraoficial de favores, en el cual los titulares de cargos políticos regulan la concesión de prestaciones, obtenidas a través de su función pública o de contactos relacionados con ella, a cambio de apoyo electoral, en el caso venezolano es a través de algunas de las misiones y cargos políticos, que le permita al régimen legitimidad ante la masa o una ventaja particular, ya sea una persona de confianza o gratificación sexual.

En un sistema de clientelismo, el poder sobre las decisiones del aparato administrativo del Estado se utiliza para obtener beneficio privado; el patrón —sea directamente un funcionario, u otra persona dotada de suficiente poder como para influir sobre los funcionarios— toma decisiones que favorecen a sus clientes, y que estos compensan con la perpetuación en el poder del funcionario implicado o de su entorno, ya sea a nivel político, económico, social y hasta sexual.

La relación puede fortalecerse mediante la amenaza de utilizar esa misma capacidad de decisión para perjudicar a quienes no colaboren con el sistema, quitándole todo tipo de provisión que provee la renta petrolera. Resulta paradigmática, a este respecto, la habitual relación entre los principales medios de comunicación comerciales y privados, y los principales partidos cercanos a cualquiera de los principales organismos de poder, fenómeno particularmente característico de sistemas con fuerte consolidación o predominio de situaciones de Bipartidismo.

El Monopartidismo de los chavista, los obliga para mantener la hegemonía controlar sus medios de comunicación, donde la ideología, es el cemento social dado lo heterodoxo de su discurso, pudiendo reforzar ideológicamente el sistema clientelar, que se pone a prueba en cada una de las elecciones, en cada elección el sistema clientelar tiene que expandirse tanto vertical como horizontalmente, se desea tener legitimidad, de lo contrario se atasca, y es proclive a una revuelta popular.

En general, los sistemas clientelares aparece donde la necesidad de integrar rápidamente un elevado número de participantes a un sistema político sin tradición organizativa, lleva al desarrollo de sistemas de mediación informal entre la acción estatal y las necesidades de las comunidades, sujentándolas a sus decisiones, dada lo informe de la masa electoral, ya sea por la gran cantidad de inmigrantes existente, que buscan depredar a cambio de su apoyo lo recursos de la nación.

Estructura del clientelismo:


En el clientelismo los bienes públicos no se administran según la lógica imparcial de la ley, sino que están bajo una apariencia legal, que se utiliza discrecionalmente por los detentadores del poder político, a nivel ejecutivo, justificándolo las necesidades y penurias del pueblo; normalmente se corresponde con figuras penadas jurídicamente como la prevaricación o corrupción.

Sin embargo, existen pocos incentivos, en la élite política venezolana, ya sea partidaria del régimen bonopartista o un régimen liberal, que los participantes busquen acabar con el sistema clientelar, puesto que éste se halla institucionalizado —en el sentido sociológico del término— como patrón regulador de interacciones, conocido, practicado y aceptado (si bien no necesariamente aprobado) por los actores (O'Donnell: 1997).

Hábito clientelar

La relación de los clientes con el patrón no se apoya únicamente en su interés por los favores que pueden recibir a cambio de su adhesión, sino que está basada en la concepción de que estos se forman a partir de su experiencia del funcionamiento del poder, y en las expectativas que así desarrollan.

El elemento material y puntual de intercambio del clientelismo tiene así un efecto persistente sobre las expectativas sociales y políticas de los participantes; si bien la relación entre cliente y patrón se inicia a través de un "favor fundacional" (Auyero, 1997), mediante el cual el patrón —posiblemente a través de un puntero o mediador— brinda una prestación al cliente, no es este el factor más importante en la constitución del sistema, sino el conjunto de creencias, presunciones, estilos, habilidades, repertorios y hábitos que la experiencia repetida, directa e indirecta de estas relaciones provoca en los clientes, y los obliga a sujetarse electoralmente, reforzando el régimen bonapartista o el régimen turco, que surgió a partir de 1978.

Estos factores consolidan la relación, y disimulan su carácter de transacción; al igual que el don de las sociedades primitivas, en el cual la separación en el tiempo de los regalos recíprocos disimula el hecho de que se trata de una forma de intercambio de equivalentes, en el clientelismo la irregularidad y falta de simetría de las prestaciones escamotea su carácter económico, que puede ser secundario para la élite, pero no así para los clientes, que dependen de subsistencia de ello, por lo tanto están sujetos a sus decisiones.

Puesto que cliente y patrón (o mediador) se conocen personalmente, y la concesión de prestaciones se realiza de manera individualizada, la relación clientelar se confunde con las afinidades personales dadas por la pertenencia común a las redes sociales, familiares, étnicas, religiosas o deportivas. Los factores subjetivos vinculan más estrechamente a patrones/mediadores con sus clientes, y se transforman en indispensables para que la relación clientelar no se quede en un simple hecho mercantil (Trotta, 2002), masificando el patronazgo a través de las Misiones.

Relaciones de dominación:


Sin embargo, la relación entre cliente y patrón no es simétrica: existe en ella una neta dominación, motivada por las dotaciones sumamente desiguales de capital social, simbólico y económico de patrones y clientes. Además de las diferencias producidas por el acceso desigual al poder estatal o económico, es la posición histórica de los agentes en el campo clientelar —su reconocimiento público como "necesitados" o "dispensadores"— lo que le da el carácter de un espacio históricamente constituido, con instituciones específicas y leyes propias de funcionamiento, que le den viabilidad, tanto política como económica.

Posiciones en el campo


La explicación del sistema clientelar como un campo —en lugar de como una estructura estable de roles, en la tradición estructural-funcionalista— permite explicar que las posiciones de los actores cambien a partir de una compleja serie de cuestiones; por ejemplo, el poder del patrón puede verse amenazado por el ingreso de un patrón alternativo, o por circunstancias especiales, como las vísperas de un acto electoral, donde se necesita el voto de los clientes de la red, quienes —aprovechando la coyuntura favorable— adquieren mayor fuerza en la negociación, la debilidad radica no en comprar a las personas sino tener con qué comprarlas. Incluso la dinámica propia de una red clientelar podría generar que un actor que modifique su posición, pasando de cliente, en virtud de la confianza obtenida de su patrón, en mediador, con lo cual suma capital para moverse dentro del campo, de ahí la diferencia entre los chavistas y de la Mud,  es mínima.

Cada participante del campo clientelar tiene objetivos propios. Los clientes buscan respuestas a sus necesidades básicas inmediatas (atención médica, alimentación, trabajo, etc), los mediadores pueden motivarse por diferentes cuestiones —desde adscripción partidaria o ideológica hasta el mantenimiento de un empleo estatal—, y patrones buscan a su vez acumulación política, como objetivo estratégico, y acumulación electoral, como objetivo coyuntural.

La acumulación política incluye tanto la búsqueda de adhesiones que legitimen su rol de dirigentes políticos como la construcción de aparatos que otorguen la posibilidad de acrecentar su poder político, que legitime su bonapartismo, pero el fracazo en repartir la renta conlleva a alienación de la clientela, que es lo que está sucediendo actualmente. El patrón no obtiene recursos económicos de la red, sino que amplía su base de sustentación para mantener su carrera. Esa acumulación debe concretarse, hacerse visible, en un momento concreto: los comicios, cuando el poderío del patrón debe ratificarse.

Clientelismo y sistema político


Patrón y mediadores no aportan privadamente los recursos que sustentan los intercambios, sino que los toman del ámbito estatal; generalmente, patrón y mediadores también están allí insertos. Las prestaciones sociales —en particular aquellas que no están disponibles universalmente, como planes diferenciales de subsidios o becas— son los recursos generalmente considerados como medios típicos de la redistribución clientelar.

Los patrones suelen ser gobernantes o legisladores; los mediadores, parte de la plantilla de ministerios, municipios o legislaturas. Esa es otra característica propia del clientelismo: se ejerce a partir de la estructura burocrática o del aparato público estatal (Trotta, 2002). Del Estado provienen por lo general los recursos que aceitan los intercambios clientelares, y es también el ámbito de actuación de patrones y mediadores; el clientelismo moderno tiene su base en él, constituyéndose en una variante de privatización de lo público. De acuerdo a la influente definición de Javier Auyero, el clientelismo «[depende] de una tercera parte para su continuación (aquí refiriéndose al patrón político, representado por un político en particular o por una estructura estatal). Los incentivos materiales necesarios para el desarrollo de la relación vienen del afuera y son producto de un balance de poder específico entre el mediador y el patrón político exterior» (Auyero, 1997).

En los estados clientelistas, se relega el derecho como instrumento de gobierno. La vigencia del derecho está determinada por el grado de preponderancia de los vínculos clientelistas. En los estados puramente patrimonalies, las relaciones clientelistas desplazan al derecho como medio de gobierno. La ley y las instituciones dependen del capricho de quienes ostentan el poder, y la norma no guía la conducta de los individuos. Las personas dejan de ser iguales ante la ley: el trato depende de la relación con los que ostentan el poder. El estado de derecho es un medio para lograr una falsa legitimidad, un instrumento de manipulación, y a veces, de represión.

 La Ilusión de Poder


Los objetivos propios de cada actor son asimilables a lo que Pierre Bourdieu define como interés específico, pero al mismo tiempo es imprescindible un interés (illusio) propio del campo clientelar; la illusio es la convicción de que actuar en ese campo tiene una importancia primordial, que a su vez es indispensable para que el campo funcione. Salvo excepcionalmente, la illusio no es producto de un cálculo consciente, sino una relación de creencia que estructura las formas de relación con las prácticas políticas.
El modelo de rentismo petrolero conlleva una riqueza continua, por la elevación del barril petrolero,  que permitirá redistribuirla de manera clientelar, solo se beneficiarán aquellos, que estén de acuerdo explícitamente con el inquilino de Miraflores, teniendo  de contrapeso a las Fuerzas Armadas, la Burguesía, la Sociedad Civil,  Clases Profesionales, Burocracia y los Regionalismo de las Fuerzas Vivas locales.

Chávez con su modelo político algunos mermó su poder (la Burguesía), otros ideologizó y compró (las Fuerzas Armadas), otros persiguió,  para que huyeran del país (Sociedad Civil), controló (Burocracia),  humilló y emigraron (Profesionales), y  otros corrompió (Fuerzas Vivas locales) . Lo que le permitió gobernar bajo presión, en sucesivas crisis, que nunca se resolvíeron sino se dilataban en el tiempo, utilizando los recursos del Estado en su beneficio, con el apoyo de los marginales o  de los descamisados al sistema de élites, que no se encontraban enrolados en los grupos mencionados anteriormente, que son el único sostén del régimen.

Los marginados o descamisados lo absorbió la burocracia, pagándoles miserables sueldos, a través de las misiones y dotándolo de cierta asistencia (Misión Barrio Adentro), pero qué pasaría si las boruzas del banquete chavista, dejarán de caer o se redujerán a porciones microscópicas por la hiperinflación: aumentaría el malestar (las largas colas), la gente empezaría a exasperarse y a darse cuenta, que todas las elecciones, que las han ganado con trampa (cosa cierta), ya que los marginales (que son el 30% de la población), que son los que hacen bulto les quitaría el apoyo, cosa que está sucediendo por la inseguridad y desabastecimiento; y de repente Maduro se encontrará sólo con sus 4 gatos, y una rata con pistola (prestada por cierto) y moto propia. Qué son inacapaces de enfrentarse a la conjunción de los factores de poder, mejor organizados, y con mayor capacidad de protesta.

Los Marginales son las personas que no trabajan ni tienen oficio reconocido, son los que llamamos toreros, porque hacen de todo y los inmigrantes, que le facilitan a los chavistas, la nacionalización para votar a favor del régimen, emprendida con asesoría cubana. La finalidad es justificar los resultados electorales, a su favor.

Lo que facilitará que sectores dentro de las Fuerzas Armadas, Fuerzas Vivas locales, Burguesía y Sociedad Civil, de darse un enfrentamiento coordinado, lo volverán papilla. Al no tener Maduro la capacidad militar de enfrentarlos o intimidarlos, en realidad está luchando en contra de las manecillas del reloj, y cada minutos que pase, estará más débil; ya que no tiene  capacidad de reagruparse o redirigir su modelo político, cayendo en el estancamiento. Esa es la razón de que empieza a ser cansón en las cadenas,  no es otra cosa. 

No ha podido crear una burguesía propia (boliburguesía) ni un aparato estatal, que supla a los Amos del Valle, en su proceso productivo, cuando estos con su operación morrocoy, crean el desabastecimiento facilitan la crítica al régimen y arrastran consigo a la burguesía de provincia e industrial, paralizando lentamente el país preparándolo para una serie de revueltas, en la cual cada vez serán más fuerte, que con ayuda de la Sociedad Patriótica, que no son otros que la burguesía que es perseguida por la claque chavista.



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