lunes, 24 de febrero de 2014

El Golpe de Estado de Abril. Por Kelder Toti







                La Noche de los Generales.


                                  Por Kelder Toti 


 

   Con la figuración de las “Fuerzas Armadas” tiene dos etapas bien diferenciadas, una de la otra. En la primera, los caudillos, hombres sin una formación militar profesional, se convierten por sus acciones, en Generales y jefes de las Fuerzas Armadas, tal es el caso de José Antonio Páez, Guzmán Blanco, Cipriano Castro o Juan Vicente Gómez. En la segunda etapa, militares de escuela llegan a la jefatura del Estado de manera deliberada, por la posición jerárquica que han alcanzado previamente, entre los distintos mandos regulares, los cuales van a gravitar desproporcionadamente sobre el proceso político, es el caso de Eleazar López Contreras, Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Hugo Chávez Frías.

   Así, no es extraño que ante las elecciones del 3 de Diciembre del 2006, éstas prefiriesen  el continuismo; no porque estimen la pericia combativa del Loco de Sabaneta, sino por el contrario, la victoria de Manuel  Rosales las enfrentaría nuevamente  al grupo que venció el 13  de Abril del 2002, y destruiría sus posiciones de poder dentro de las Fuerzas Armadas. Una lectura más pausada hubiera permitido adivinar el devenir de las elecciones, y sus resultados.

   Al darse la protesta, los manifestantes se desviaron a Miraflores con la complicidad de la Policía Metropolitana que, a nivel de la Esquina San Francisco, actuaría abiertamente atacando por las calles laterales a los Círculos Bolivarianos, siendo la punta de lanza de los manifestantes.  Bajo el mando de Iván Simonovis, tenían la orden de tomar por asalto a Miraflores.
   Esta unidad de 300 policías haría retroceder a los Círculos Bolivarianos, atrincherados en Puente Llaguno además, de la Guardia Presidencial y la Guardia Nacional, quienes contaban con francotiradores colombianos en las inmediaciones bajo el mando de Eliézer Otaiza. 

   El Estado Mayor de  las Fuerzas    Armadas había contratado a francotiradores salvadoreños, y contaban con dos agentes en el Palacio de Gobierno, Marisabel de Chávez y el General Rodríguez Usón. Estos, a mediados de la 9:30 de la mañana le informan a Luís  Miquilena el aislamiento del presidente, mientras Rodríguez Usón informa al Estado Mayor de la debilidad de Miraflores, adelantando por teléfono la maniobra.

   Freddy Bernal y Juan Barreto llamaron a eso de las diez de la mañana a congregarse a los Círculos Bolivarianos de La Pastora y 23 de Enero, para que protegiera Miraflores, cosa que comenzó a suceder a las 10:45. Usón, a pesar de hallarse Miraflores, siendo juramentado como ministro de Hacienda, pasó inadvertido el movimiento, despreciando la importancia estratégica de este componente. Iván Simonovis, desinformado totalmente, orienta la manifestación  al  Palacio de Gobierno, trabando combate con los Círculos Bolivarianos durante dos horas, en las inmediaciones de Puente Llaguno, rodeando a Miraflores, desertando en la madrugada: La Guardia Presidencial y el Destacamento de la Guardia Nacional.

   En una sociedad no integrada como la venezolana, indisciplinada, sin una clase dirigente de ese nombre (políticos oportunistas y empresarios cortesanos), y una clase media aferrada a sus privilegios,  una masa popular excluida de todo sentimiento de participación, aprovechará el partido militar cualquier, para colocarse en la reserva y asaltar el poder ante cualquier oportunidad. 

   Tomarán el poder ante cualquier crisis económica, política o social para entronizarse; sus propias acciones, a la larga, obligan a la aristocracia militar a diferenciarse de sus delegados, que ocupan la presidencia, ocurriendo una nueva intervención militar, que desaloja a uno de ellos del poder, convertido en dictador. Esta sería la oportunidad para que los militares se retiraran a sus cuarteles y dejen la figuración política a los civiles, mediante el restablecimiento de las libertades públicas y convocatoria de elecciones, creando desde la sombra las circunstancia para retornar a Miraflores nuevamente.

   El fracaso del Golpe de Estado del 11 de Abril del 2002 se debió a la incapacidad de Iván Simonovic, un policía que pudo que haber dado al traste con el ejército, lo cual demuestra su poca capacidad operativa, al no poder coordinar adecuadamente a los efectivos de la Policía Metropolitana,  pues no contaron con la resistencia de los Círculos Bolivarianos, quienes se enfrascaron en una lucha callejera en la defensa de Miraflores, al emboscar en Puente LLaguno a los manifestantes por orden de Ismael García y Ramón Martínez. 

   La ineptitud  estratégica de Simonovic permitió que los Círculos Bolivarianos se reagruparán y lanzarán el contraataque el 13 de Abril, en coloridas manifestaciones; un estratega más experimentado hubiera formado una unidad de asalto y tomado los puestos de comando y control de los chavistas, y hubiera atacado a las unidades paracaidistas que se hubieran puesto a la orden del General Isaías Baduel en Maracay, dado que contaba la Policía Metropolitana para aquel momento con 11.000 efectivos. La incapacidad del Alto Mando Militar de controlar la oficialidad media, ya que no los habían captado, para sus fines, hizo posible el regreso de Chávez, al manifestarse contrarios al Golpe de Estado, esperando poder delinquir a su regreso. 

   Las acciones del Alto Mando fueron prematuras,  debía planificar las acciones con antelación y atraerse la mayor parte de la oficialidad.  El Alto Mando, contrató a francotiradores del Batallón Atlacal, que son los responsables de la muerte de los chavistas de Puente Llaguno, mientras que Eliécer Otaiza colocó a un grupo de francotiradores colombianos de las FARC y ELN, y Cubanos, en los Edificios LLaguno y Ausonia, que son los responsables de la muerte de los opositores.

   Nadie dice que el nivel de corrupción que alcanzó la Metropolitana bajo la dirección de Alfredo Peña y Ramón Muchacho, posibilitó su fracaso, al desmantelarla gradualmente, Muchacho fue una de la personas que alertó al gobierno de la actuación de la Metropolitana, de ahí es la razón de no ser perseguido político, a pesar de ser el Prefecto de Caracas, y posibilitó el asesinato de trece agentes de la PM por el G-2 Cubano y los Círculos Bolivarianos en diferentes emboscadas,  entre mayo y diciembre del 2002.

   Los Policías Metropolitanos fueron víctima de un pésimo estratega, estaba en el sitio adecuado, con los elementos necesarios, pero sin el conocimiento  para actuar. Su incapacidad de analizar las informaciones en tiempo real, facilitó su derrota.  A pesar de mandar a bloquear con gándolas la autopista Regional del Centro, los movimientos del comando chavista eran vigilados por Marisabel de Chávez, ésta era el contacto de Luis Miquelena y el “General” Rodríguez Usón. 

   Sus errores consistieron en no enfrentar a la Policía  Metropolitana a los Batallones Paracaidistas que se alzaron en Maracay los cuales hubieran desertados masivamente, obligando a la oficialidad a mantenerse al margen, y al no arrestar y apresar la dirigencia Chavista de niveles medios, no solo los altos dignatarios,  además en haber confiado que un problema militar puede tener una salida política, al cuadrar a los Diputados de la Asamblea Nacional  a favor de un ”Golpe de Estado”, sin darse cuenta que un problema militar requiere de una solución militar, el haber subestimado como adversario a los Círculos Bolivarianos, el no haber tomado los punto de Comando, Control e Inteligencia de las Fuerzas Armadas, protegiéndolos con las Policías regionales, esto hubiera dificultado el reagrupamiento de los Círculos Bolivarianos, aunque  hubiera significado quemar la Embajada de Cuba o los Comandos afines al gobierno. En todo caso su incompetencia lo pagaron algunos de los complotados  con una larga condena, pidiendo compasión a unos sujetos despiadados, mientras otros partieron al exilio o cayeron asesinados en las calles de Caracas, por el enemigo que subestimaron.

 
   La ocurrencia permanente del público en general, de que los militares, una vez tomado el poder lo entregarán, radica en esa enseñanza histórica, sin tomar en cuenta, que las circunstancias históricas han cambiado, al perder el monopolio de las armas, las cuales se encuentran repartidas entre las milicias locales y el hampa común. Sin tomar en cuenta que la consolidación de una aristocracia militar, es la mayor amenaza hemisférica en el Continente, y que los aristócratas que no se comportan como tal, y  no tienen sus cualidades terminan en la guillotina. Exportando las formas de apropiación a los países de la América española, que quedan bajo la influencia “del excremento del diablo”, trayendo consigo una mayor miseria y pobreza, obligando a la intervención tarde o temprano del Tío Sam, esa es la tragedia de unos pobres diablos.

   Ellos, a través de la liturgia militar, utilizando la pompa o los desfiles militares en las fechas patrias, dada su incapacidad castrense, se apropian de la historia patria, presentándose como herederos de una historia militarista de las que no son parte como es “La Guerra de la independencia”,  Se convierte en un “culto fetichista”, distorsionando a veces su contexto y acciones, para justificar los hechos presentes, que legitimen su proceder, así no es de extrañar que mientras más odiada sea una administración, más se apoyará en el “culto a Bolívar”, como justificación de sus acciones políticas   y social, llegando a sentir en la convivencia política delirios orgásmicos, perdiendo la capacidad de lidiar con la realidad (1).






                                                    La Noche de los Generales

       
(1) Rangel, Carlos. “Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario” Las Formas de Poder Político en América Latina. 9· Edición. Monte Avila Editores. Caracas. P 301. El autor dice lo siguiente “… muchos de quienes se han referido a Bolívar lo han hecho para auto justificarse, o para justificar a sus jefes, a sus caudillos. El dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez (1952-1958) tenía como divisa una frase de Bolívar: “El mejor gobierno es el que produce la mayor suma de seguridad social, la mayor suma de felicidad posible”, con la clara implicación de que el Libertador hubiera aprobado la suspensión de las libertades públicas en la Venezuela de 1952, la prisión, tortura. Exilio o muerte de los opositores (y además el peculado y el cinismo) como preferible al azaroso ejercicio de la libertad.” P 301. En este último aspecto discrepo totalmente del autor, una lectura de la Guerra a Muerte, de las ejecuciones en la Presidencia de Colombia, los asesinatos de los misioneros en Caruachi,  la Invasión del Perú…. Dejan en claro los actos criminales del prócer, expediente que sería utilizado por la camarilla de Caracas y Valencia como excusa para desobedecer su voluntad en 1829, y separarse de Colombia.

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