martes, 4 de febrero de 2014

El Gas de Esquistos Por Kelder Toti



 El Gas de Esquisto y su efecto sobre Venezuela.

                              Por Kelder Toti

El gas de esquisto también conocido como gas de lutita o gas pizarra es petróleo en estado gaseoso que se encuentra en las formaciones rocosas sedimentarias de grano muy fino, que puede ser utilizado en la industria del gas y química. Este tipo de gas natural se extrae de zonas profundas en terrenos donde abunda el esquisto, rocas de lutitas o argilitas ricas en materia orgánica. El interior rocoso del esquisto presenta baja permeabilidad, lo que impide su ascenso a la superficie Por ende, para la extracción comercial de dicho gas, es necesario fracturar la roca hidráulicamente.

El balance de la extracción del gas de esquisto está llamado a un debate ecológico y medioambiental, pues a esta industria se le acusa de destruir fuentes de agua dulces tanto exteriores como subterráneas. También se le critica por aumentar la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente de CO2. Geológicamente, a la extracción de este tipo de gas, se le acusa de ser responsable de al menos dos temblores de tierra en Reino Unido y otro en Tessauro.

El gas de esquisto es un combustible capaz de abastecer la demanda energética de Estados Unidos durante 45 años aproximadamente, según algunas fuentes, es el protagonista de una verdadera revolución energética. Un nuevo tipo de gas natural, que se presenta hoy como la clave para disminuir su dependencia y ayudar a la transición hacia fuentes más verdes, una de las metas de la Casa Blanca.

Los yacimientos fueron descubiertos varios años atrás, pero sólo en 2008 se logró crear un sistema de extracción que fuera viable y rentable. Gracias a la abundancia del gas de esquisto y a los rápidos resultados hoy se ven los primeros frutos, como la reducción del precio del gas a un tercio dentro del país. "Ha cambiado el panorama energético de EE.UU. en forma significativa", sentencia Tom Kenworthy, del Center for American Progress, quien destaca que hasta ahora casi la mitad de la producción de energía se basaba en el carbón, el que ahora va en retirada, que será la gran víctima del gas de esquito.

El yacimiento más grande está localizado en el estado de Louisiana, y otros campos han sido hallados en Texas, Arkansas y Pensilvania, lo que ha aumentado las estimaciones de reservas energéticas a niveles impensados hace sólo cinco años. Sin duda, este potencial es "una gran oportunidad económica para EE.UU.", tanto en términos de explotación y autoabastecimiento, como de generación de empleo, dice a "El Mercurio" Lauren Stuart, del Center for Energy Studies of Louisiana State University.

En los últimos diez años, EEUU se ha convertido en líder de producción de gas de esquisto. Gracias a técnicas innovadoras de extracción introducidas por el empresario tejano George P. Mitchell, el gas natural atrapado en formaciones de esquisto, cuya obtención antes era demasiado complicada y muy cara, hoy proporciona una oferta cada vez mayor de energía al país. La perforación se hace de forma horizontal en el subsuelo hasta alcanzar las formaciones de esquisto. 

A continuación, los túneles excavados por la perforación se inundan de agua, arena y productos químicos que rompen la roca y hacen que el gas salga, un proceso conocido como fracturación hidráulica [fracking]. Con ello, las empresas americanas han desencadenado una revolución en el segmento de gas de esquisto. La producción americana de ese gas pasó de ser prácticamente nula, en 2000, hasta representar ¼ del gas natural de EEUU y debería llegar a la mitad del total de gas natural en el país en 2030, según datos del Instituto de Políticas Públicas James A. Baker de la Universidad Rice en Houston, en Tejas.

En la actualidad, en Estados Unidos cuesta 300 dólares fabricar una tonelada de etileno (unos 228 euros), un descenso importante de precio respecto a los 1.000 dólares (760 euros) que costaba fabricarla hace unos pocos años. Según las estimaciones llevada a cabo por Pricewaterhouse Coopers, en la actualidad cuesta 1.717 dólares (unos 1.300 euros) fabricar esa misma tonelada en Asia, donde las plantas dependen del petróleo y sus elevados precios en vez de del gas natural, y cuesta 455 dólares (unos 345 euros) fabricar una tonelada de etileno en Arabia Saudí, usando una combinación de etano y butano. También se están construyendo plantas de etileno en Qatar, que al igual que Estados Unidos cuenta con gas natural muy barato.

No existe propiamente un «debate» sobre si el gas de esquisto  constituye un milagro de la tecnología de Estados Unidos, y sus posibles efectos sobre Venezuela o si se trata de una vulgar «burbuja» especulativa inflada por los corredores de bolsa, opinión que defiende el centro de pensamiento estratégico europeo, con sede en Bruselas, DeDefensa.org, la realidad será equidistantes entre ambas posturas, según los análisis que expondré.

El gas de esquisto tiene también fuertes detractores, que insisten en que se trata de un recurso agotable, que refuerza la presencia de los combustibles fósiles en momentos en que se intenta hacer la transición a las energías renovables. Pero lo cierto es que el gas de esquisto es precisamente el factor que podría impulsar esa transición, con la que Obama se ha comprometido.

Según el analista de políticas energéticas Richard Caperton, este gas puede ser "complementario a los recursos renovables", e incluso actuar como "reserva", ya que energías "como la eólica o solar sólo proporcionan potencia en determinados momentos, por lo que se necesita otra fuente de energía para proporcionar electricidad cuando no están en funcionamiento", señaló a este diario. Así, el esquisto se presenta como una alternativa fácil y de bajo impacto ambiental, ya que en comparación con otras fuentes como el carbón, produce un bajo nivel de CO2 y permite reducir el efecto invernadero.

Pero a pesar de todas las virtudes del gas de esquisto, los productores americanos están descubriendo ahora que no todo son buenas noticias. El extraordinario aumento de la producción, junto con la desaceleración de la economía, ha hundido los precios del gas natural de cerca de US$ 7 a US$ 8 por millón de pies cúbicos a menos de US$ 3 hoy en día. Con el petróleo a US$ 100 el barril, las actividades de perforación de gas se están estancando, mientras que las plataformas en los campos de petróleo están aumentando. En 2010, por primera vez en 16 años, el número de plataformas de petróleo superó el número de plataformas de gas en el territorio continental de EEUU, según datos del informe de UBS Securities.
 
Mientras, en el transcurso de los próximos años, los bajos precios del gas podrían desencadenar el renacimiento de la producción americana, dicen los especialistas. PwC prevé que la revolución del gas de esquisto podría sumar un millón de empleos en el sector manufacturero de EEUU en 2025, además de reducir los gastos de manufacturación en US$ 11.600 millones al año en ese periodo. "Los fabricantes de productos químicos que estaban en el exterior están volviendo a EEUU" para sacar provecho de los bajos precios del gas natural aquí, dice Scamuffa, de PwC.

Actualmente, muchos fabricantes de productos químicos están dejando de usar el petróleo y empezando a usar el gas natural en la producción del propano, butano y otros ingredientes básicos en productos como tintas y hasta semiconductores. Grandes empresas están invirtiendo más de US$ 15.000 millones en capital para modernizar las instalaciones existentes y construir nuevas instalaciones en América del Norte debido a la abundancia de gas natural aquí, observa Garrett Gee, director de servicios de asesoría química de PwC en Filadelfia. Según un informe de PwC, se trata de empresas como Dow Chemical, Bayer y Westlake Chemical, entre otras. "En el transcurso de los próximos tres a cuatro años, con la construcción de la infraestructura necesaria en América del Norte, esperamos que el coste menor de la materia prima se traduzca en costes más bajos de los productos usados en el día a día y de los bienes duraderos".

Con el tiempo, el gas natural más barato puede transformar incluso el sector de transporte de EEUU, responsable de cerca de un 30% de las emisiones de carbono del país. Hay 14 millones de vehículos movidos a gas natural en todo el mundo, diez veces más que hace diez años, según un informe del 22 de agosto del Consejo Nacional del Petróleo. 
Pero EEUU, donde circulan sólo 130.000 vehículos movidos a gas, aparece en octavo lugar en el mundo después de países como Pakistán, Argentina, Brasil, India y China. La mayor parte de los vehículos americanos movidos a gas son camiones devoradores de energía, autobuses y camiones de basura. Con sólo 1.200 estaciones de gas natural en todo el país, frente a cerca de 160.000 gasolineras, el coche familiar movido a gas natural aún es un sueño lejano, evalúa Richard Kolodziej, presidente de la Asociación de los Vehículos Movidos a Gas Natural de Washington, D.C. "Para impulsar el mercado popular de coches a gas, será preciso, por lo que todo parece indicar, una penetración del 10% en las gasolineras, o 16.000 estaciones", dijo, lo que afectará a Citgo Petroleun Corporation, principal compradora de crudo venezolano.

Como los precios del gas en Asia son de dos a tres veces más elevados que en EEUU, las exportaciones parecen el próximo paso lógico. Sin embargo, muchos especialistas creen que las exportaciones a amplia escala están fuera de consideración. Se oponen a ella los que desean mantener el gas en el mercado interno para que EEUU sea independiente en el sector energético y su economía, más fuerte, resalta Koecher, de KPMG. Además, añade Michael Levi, investigador senior de energía y medio ambiente del Consejo de Relaciones Exteriores, "EEUU debería convertirse en un pequeño exportador, jamás en un exportador de gran tamaño, debido al coste de transportar el gas natural a los mercados externos".

Los precios del gas natural, que se puede usar para fabricar una ingente cantidad de productos, entre ellos, neumáticos, moquetas, anticongelante, lubricantes, tela y muchos tipos de plásticos, se han desplomado, lo que empieza a atraer a industrias clave al país. Hace tan solo cinco años los precios del gas natural eran tan elevados que algunos fabricantes de productos químicos cerraron sus fábricas en Estados Unidos. A lo largo de los últimos 18 meses, el gas barato en Estados Unidos han propiciado planes para la construcción de nuevas plantas químicas para la producción de etileno, amoniaco para fertilizantes y combustibles diésel. 

Dow Chemical, por ejemplo, piensa gastar 4.000 millones de dólares (unos 3.000 millones de euros) en ampliar su producción de químicos en Estados Unidos, incluyendo una nueva planta cuya inauguración está prevista para 2017 en Freeport, Texas. La planta fabricará etileno partiendo del etano que se encuentra en numerosas fuentes de gas natural. La última planta de este tipo se construyó en Estados Unidos en 2001.

Michael Levi, miembro sénior del Consejo de Relaciones Internacionales, afirma que la energía no supone más del 5 por ciento del coste en la mayoría de las industrias, lo cual no representa lo suficiente como para que el precio sea decisivo en la mayoría de los casos a la hora de que las empresas decidan dónde establecer sus fábricas. Y afirma que el mayor efecto de una fuente de energía barata podría ser dar a las fábricas ya existentes en Estados Unidos un nuevo motivo para no cerrar o trasladar su producción al extranjero. “El gas natural barato quizá sirva más para mantener abiertas las fabricas ya existentes que para conseguir que la gente construya nuevas fábricas”, sostiene Levi.

El impacto del gas natural barato en la fabricación podría ir más allá de la producción de distintos químicos. Usar el gas natural como fuente de energía, en vez de cómo materia prima química, podría reducir significativamente los costes de los fabricantes que usan grandes cantidades de energía, como las fábricas de acero. Además, la industria del acero ya se encuentra en auge por otro motivo relacionado con el gas natural: proveer de tuberías a los productores de gas. Adicionalmente, la existencia de gas natural barato está promoviendo un cambio en el tipo de combustible que se usa para el transporte por carretera. 

Se está pasando de los combustibles provenientes del petróleo a camiones que consumen gas natural directamente, afectando el consumo de gasolina y diesel, que son los principales productos de Citgo. 

Con el tiempo, incluso los camiones diesel podrían acabar usando combustible proveniente del gas. La empresa sudafricana Sasol planea construir en Louisiana (EE.UU.) una inmensa planta que costará 14.000 millones de dólares (unos 10.600 millones de euros), dedicada en parte a convertir el gas natural en diésel, afectando la producción de destilados de Citgo, lo que podría acabar por abaratar también el coste del combustible para los vehículos convencionales.

Tan desigual debate no es ocioso: su epílogo será determinante para colocar ahora a Estados Unidos como la potencia energética global en el primer tercio del siglo XXI, afectando su importación de petróleo venezolano, es posible de concretarse la producción de gas de esquistos que desplace a Rusia y a la OPEP , o solamente significará un estéril intento publicitario incapaz de impedir la decadencia de la otrora superpotencia unipolar, si se descubre que lo del gas de esquisto no es más que una vulgar «burbuja» especulativa, en todo caso a corto plazo desplazará la importación de crudo pesado y reanimará a la industria química norteamericana.

Aunque existen opiniones que mantienen lo siguiente: -«Resulta que el fracking (la fracturación de la roca a 4 mil metros de profundidad con el uso de inmensas cantidades de agua para extraer el gas) es una enorme burbuja pues no representa una alternativa viable, sostenible». 

Esa opinión coincide notablemente con la postura de DeDefensa.org. Agrega que: «Las inversiones en fracking consumen efectivo en forma masiva. Y no basta el efectivo generado por la venta de petróleo para financiar el crecimiento que requiere la industria, ya que el efectivo generado ni siquiera es suficiente para mantener un nivel de producción porque los pozos hechos con fracking se agotan rápidamente, requiriéndose –para una producción sostenida a un nivel determinado– la continuada creación de pozos nuevos para cubrir el rápido agotamiento de la producción. Es una carrera continua de crear pozos, solamente para mantener un nivel de producción». Que solo se podrá mantener si el barril de petróleo ronda los 100 U$ el barril.

Considera además que «este proceso no tiene las ventajas de la producción tradicional de petróleo, que fue fuente abundante de generosas utilidades netas, aplicables para la expansión de la producción o para la inversión en otras áreas». De darse una caída del barril de petróleo: «El fracking no produce superávit de efectivo: devora el efectivo como Gargantúa. Se sostiene con puros préstamos adicionales; un día van a “tronar” (sic) esos pasivos por impagables. Es otro negocio de Wall Street para pasarse por el arco del triunfo a los pequeños inversionistas, que andan desesperados buscando algo (sic) que dé un rendimiento».

El caso del Gerente: Aubrey McClendon, quien fundó Chesapeake Energy, la mayor productora de gas natural en Estados Unidos, fue obligado a renunciar por los inversionistas debido a la ausencia de ganancias y al gran endeudamiento de la empresa. ¿El diagnóstico? «Colapso financiero debido a la caída del precio del gas natural» y a la «falta de liquidez».

Dedefensa.org desecha sin miramientos el mito de la «revolución» del gas de esquisto en Estados Unidos, lo califica de «burbuja especulativa» cuya «explosión es inevitable», pero se mantendrá mientras el precio del barril esté excesivamente alto y le concede entre «18 y 24 meses» como máximo antes del inevitable estallido. 

El portal europeo, que ya abrió una sección especial de consulta titulada «shale gas-gate», fustiga a los «productores de Estados Unidos» como «responsables» de la aparición de un «arma de destrucción masiva»: la «producción de los pozos» (EUR, siglas correspondientes a estimated ultimate recovery), que está siendo tremendamente sobrestimada. Como ejemplo de ello menciona el sonoro fracaso de Chesapeake Energy y su polémico jerarca  Aubrey McClendon.

Como de costumbre, los «pocos petrogeólogos y geofísicos independientes» que se atreven a rechazar el espejismo de los EUR abultados por la industria gasera han sido marginados o expulsados de los grandes coloquios sobre petróleo y gas. Pero la cacería de brujas desatada contra los «escépticos» no tuvo éxito y hasta The New York Times no ha tenido más remedio que mencionar que las cifras de la industria gasífera han sido probablemente objeto de «una manipulación», para pescar incautos en la bolsa de New York.

Ha existido una enorme producción de gas natural en Estados Unidos en los años recientes, lo cual ha facilitado el análisis de la producción de los pozos perforados, análisis que «revela que la realidad de la producción es muy inferior a las proyecciones de la industria», por la caída del precio. 

El geólogo Arthur Berman, quien trabajó durante 25 años para Amoco (la petrolera de Chicago antiguamente conocida como Standard Oil), analizó «tres campos históricos» –Barnett, Fayetteville y Haynesville– y denuncia la hiperinflación de los EUR que la «industria omite mencionar a los inversionistas deslumbrados por los banqueros y que en su mayoría ignoran las sutilezas del gas de esquisto», que puede agotarse rápidamente y tarda en recuperarse; y solo la explotación de nuevos pozos puede mantener la producción, lo que genera escasez en el flujo de caja y endeudamiento, perdiendo la empresa utilidades netas.

En las antípodas, un reporte de la polémica Agencia Internacional de la Energía, atrapada no pocas veces en tareas desinformativas, sentencia que los grandes campos de gas asociado al petróleo –en Eagle Ford, Utica, Marcellous y Bakken– «deben permitir a Estados Unidos convertirse en el primer productor de petróleo en 2017, por delante de Arabia Saudita», cosa que es exagerada, ya que la producción de gas de esquisto no se exportará. Esta informaciones presiona a los productores para que bajen el barril de petróleo, en todo caso afectará la demanda de petróleo pesado, que es la mayoría de la exportación venezolana a los Estados Unidos. 

Pero DeDefensa cita al ingeniero geólogo texano Gary Swindell, quien hecha por tierra la producción del portentoso campo Eagle Ford, reduciéndola a la mitad, en todo caso afectará el uso del carbón y petróleo pesado venezolano.

Pese a la evidencia de los datos concretos, la industria gasera sigue despreciando a los «seudoexpertos aislados» que se atreven a poner en duda la infalibilidad de la Agencia Internacional de Energía. Pero DeDefensa es implacable. 

Además de desacreditar a la Energy Information Agency de Estados Unidos, que trabaja bajo la influencia del gobierno aliado a la industria gasera, Dedefensa cita un informe de agosto de 2012, proveniente de la muy seria US Geological Survey –«una agencia gubernamental conformada por expertos»–, que corrobora los hallazgos de los «escépticos», quienes ahora parecen más bien «realistas».

DeDefensa pone en duda tanto la capacidad técnica como las optimistas cifras del controvertido economista en jefe de la AIE, Fatih Birol, quien durante la difusión de la fantasiosa Perspectiva energética global colocaba a Estados Unidos como el primer productor mundial de petróleo para el 2017, cosa poco viable, en todo caso se logrará disminuir en algo la importación. Es además muy pesimista con respecto al fracking y la sobre explotación del gas de esquisto en Estados Unidos, a su «modelo económico erróneo» y a la ilusión de la «revolución energética» del negrito parlanchín.

El gas de esquisto será parte relevante de la «mezcla energética» de Estados Unidos, pero no transformará el juego geopolítico ya que «Estados Unidos no exportará GNL (gas natural licuado), Rusia no estará amenazada en el mercado europeo y los proyectos australianos de GNL podrán ser concluidos», solo países como Venezuela se verán afectados, al ser uno de sus principales mercados. El gas de esquisto no será tampoco «barato» ya que su supuesta «dimensión estratégica» es posiblemente otra «burbuja» en la que puede verse incluido Méxicocon las inversiones en el Golfo de México.

1 comentario:

  1. excelente artículo,,,Lo que si es cierto es que el mundo no va a esperar a que se agoten las reservas petroliferas para actuar,,ya exiten energías alternas, solo falta reducir los costos de producción,, allí se centra todo,, en el aspecto económico,,En cuanto a Venezuela es triste ver como un País tan rico a sido incapaz por culpa principalmente de políticos con visión mediocre, e incapaces de ver a futuro, hacer inversiones en áreas diferentes al petroleo, para no depender de Éste a mediano plazo, sino que mas bien se observa una mayor dependencia hacia ese recurso no renovable,,, Pobre País Rico,, que antinomia,,,

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