El Gran Acuerdo.
Por Kelder Toti
Tras la negativa del Estado Mayor Argentino,
después de la derrota en las Malvinas (1982), frente a los ingleses, los
argentinos retiraron a sus asesores de El Salvador, Honduras y Guatemala, dado
esto por el apoyo americano en la guerra de las Malvinas, van a ser sustituidos
por los asesores del DIM y de la
DISIP , a cargo del Capitán Rául I. Baduel, quien va a asesorar y enseñar
tácticas de contrainsurgencia a la Policía Territorial
de San Salvador y de Guatemala, con las tristes masacres en el Salvador de seis
monjas americanas en una calle sucia de Mazatlán.
La represión que asesora el gobierno de
Napoleón Duarte se financió con petróleo barato dado por el Pacto de San José;
más sutil, aunque no menos despiadado, éste no sólo consistió en soluciones
tácticas sino también en dinero a través de triangulaciones dadas por el
Tratado, el cual financió a los escuadrones de la muerte de la Policía de San Salvador y
el adiestramiento del Batallón Atlacal.
La llamada
“Hipótesis de Caraballeda” durante los gobiernos de Luis Herrera Campíns y
Julio César Turbay Ayala se considera el esquema más equitativo para una salida
al diferendo. La dirigencia política le ofreció un tácito apoyo pero se produjo
el activo rechazo de grupos ultranacionalistas que contaminó la opinión
pública. El 28 de octubre de 1980 en una asamblea de más de dos mil
oficiales de alta graduación en Fuerte Tiuna, se leyó el acuerdo previo.
El rechazo fue fulminante pero incluso fue más allá: se criticó el hecho mismo
de “negociar con Colombia”.
Así que nadie extrañó en Washington, que el Teniente
Coronel Oliver Norht, asesor del Departamento de Estado, se trasladara a
Caracas a buscar apoyo financiero durante la presidencia de Luís Herrera
Campins y de Jaime Lusinchi para la Resistencia Nicaragüense,
conocida como la Contra,
quienes luchaban en contra de los Sandinistas. El gobierno venezolano le
respondió hipócritamente, que era neutral en el conflicto, entre las partes en
pugna.
Pasados los años los enemigos por carambolas
del destino se vuelven amigos, todo ello facilitó posteriormente al gobierno
nicaragüense, de Violeta de Chamorro, pedir ayuda al gobierno de Carlos
Andrés Pérez en 1990, que enviara a un grupo de comandos entrenados en Israel conocido
por el grupo Zeta de la Policía Metropolitana, el cual se encargaría de
su seguridad personal, comandado por Freddy Bernal, saldría a la luz por el caso de los
250.000.000 Bs.
Este grupo se encargaría de la seguridad de la
presidenta de Nicaragua: Violeta Chamorro, y la coordinación y entrenamiento de
los grupos locales que no eran afines a los Sandinistas, conocidos por sus
acciones de apaleamiento, y asesinato con tubos de acero en las calles de
Managua.
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