lunes, 24 de febrero de 2014

La Caminata al Desastre. Por Kelder Toti







La Caminata al Desastre.


                            Por Kelder Toti



   El Cabito apoya a los liberales colombianos exiliados con el fin de reconstruir a la Gran Colombia, y él como presidente con la ayuda del General Rafael Uribe Uribe, y el presidente de Ecuador Eloy Alfaro. Estos se unirían bajo su genio estratégico con el fin de construir el imperio del liberalismo en América; Castro protegió y financió a los liberales de Uribe Uribe en el Táchira y obliga al presidente de Colombia, General José Marroquín, del Partido Conservador, a armar a sus tropas y ponerlas al frente del general y Doctor Carlos Rangel Garbiras, quien ostenta el liderazgo del Partido Liberal Nacionalista en los Andes. Marroquín apoyó a los desterrados venezolanos, para que atacaran en forma limitada a San Cristóbal y  tomar su parque de fusiles que eran una amenaza para Colombia, pues serian utilizados en ayudar a la revolución liberal.
 
   La FF.AA se enfrentó en su primera prueba bélica con los soldados colombianos, comandados por el Doctor Rangel Garbiras, político opositor del Cabito, quien saqueó Capacho, La Fría y San Antonio, al grito de “Viva Rangel” (1); intentó también tomar por asalto a San Cristóbal, siendo rechazado por el General colombiano Rafael Uribe Uribe, quien fue asistido por el General Celestino Castro con refuerzos traído de Maracaibo, en marcha forzada, para defender  esta ciudad,  Uribe Uribe derrotó a los invasores el 29 de Julio de 1901 en San Cristóbal, obligándolos a retirarse a Cúcuta. El gobierno tomó a sus adversarios prisioneros, además de armas, pertrechos y cornetas. Las bajas de los colombianos, según testigos de la época alcanzaron la cifra de 800 hombres y las del gobierno a 300 muertos.

   Esto convence a Cipriano Castro de intervenir en territorio colombiano. Al mando del General José Antonio Dávila,  invade a Colombia por la Guajira, cortando como un cuchillo la Península de la Guajira, llegará hasta Cartagena, cercando a las fuerzas regulares del Ejército colombiano que combatían en el Riohacha a los liberales, en apoyo de las fuerzas sublevadas, que estaban luchando en las riberas del río.

   La penetración del cuerpo expedicionario venezolano será aplastada al atacarlo los conservadores colombianos simultáneamente desde el Sur de Santa Marta y desde el Norte de las cabeceras del Riohacha; la fuerza que se dirigió al Norte, río abajo, los acorrala cerca de Carazúa, en un ataque en pinzas, en su desesperación les fue imposible escapar vadeando el río, atacándolos los colombianos por la vanguardia y la retaguardia y masacrándolos en su orilla el 13 de Enero de 1902 (2), persiguiendo a los sobrevivientes de la expedición de 5000 efectivos.

   Sólo logró salvarse el General José Antonio Dávila y un puñado de oficiales, estos abandonaron a la tropa a su suerte, logrando sobrevivir en su huida a la persecución de los indios guajiros y expatriados venezolanos, quienes los acosarían sin piedad, para robarles sus anillos de oro, cadenas, relojes y fusiles, liquidando “todo intento de posterior invasión”(3). Marroquín no explota la situación por el levantamiento y la presumible invasión americana a Panamá, lo cual permitió al Cabito hacer las paces, y salvar la honra, ante la posibilidad de una invasión de los Conservadores colombianos.

   El Cabito ha sido comparado muchas veces con Napoleón Bonaparte, la causa de la derrota, además de un mando errático, falta de provisiones y el paludismo, fue la falta absoluta de una logística que permitiera el abastecimiento de la expedición, olvidándose que “todo ejército combate sobre su estómago”. Adentrándose en un terreno semidesértico incapaz alimentarlo por sí solo, Napoleón como un consumado estratega, hubiera previsto la logística para tal operación, escogiendo un terreno idóneo más idóneo para la campaña. Cipriano Castro no pasará de ser un vulgar imitador del Gran Corzo, con la desventaja que tendrá su Waterloo colombiano, desistiendo posteriormente de cualquier intento guerrerista con Colombia (4). 

   Esta derrota dejó al Ejército Nacional sin la reserva estratégica necesaria para hacerle frente a la Revolución Libertadora, encabezada por el General Antonio Matos. Esto obligó a Castro a atrincherarse en La Victoria, esperó los refuerzos reclutados apresuradamente por Juan Vicente Gómez en Caracas, y en los Andes por los Generales: Leopoldo Baptista, Pedro María Cárdenas y Pedro Linares, pues la expedición del General José Antonio Dávila destruyó el 40% de los efectivos del ejército. 

   Si los efectivos de la Revolución Libertadora hubieran avanzado por los Valles del Tuy, lo cual era su plan inicial, los habrían aplastado sin oposición alguna, liquidando posteriormente sus fuerzas en Caracas al tomarla por asalto. Retirándose Cipriano Castro con sus efectivos a Ocumare del Tuy, embarcándose a Maracaibo, emprendiendo la reconquista, al avanzar en forma de tenaza, destruyendo a los Liberales Amarillo posteriormente, con la posibilidad de reagruparse en los Andes y en el Zulia, mientras las fuerzas heterogéneas, sin cohesión alguna de la Revolución Libertadora, se hubieran dispersado en una guerra de desgaste de ahí la importancia del General Luciano Mendoza de derrotarlos en el campo de La Victoria.

   El Cabito dio instrucciones en el plan de contingencia, de retirarse a Ocumare del Tuy a través de la Colonia Tovar, camino a la costa, donde estaba fondeada la escuadra. Todas las tropas que sobrevivieran a La Victoria, combatirían en guerrillas, mientras Castro se embarcaría a Maracaibo con cinco mil Máuseres y un millón de balas.  Con el material que disponía en los Andes, organizaría un nuevo Ejército para volver al Centro, utilizando el Castillo de San Carlos y el Libertador, cuyas plazas se encontraban bien aprovisionadas y dirigidas por hombres de su confianza y que servirían de punto de reagrupamiento del Ejército Nacional, en caso de fracasar en La Victoria o ser tomada Caracas, por asalto (5).

   El General Luciano Mendoza consciente de la delicada situación de  Castro, es partidario de una batalla decisiva que destruyera a los Nacionalistas Restauradores para siempre, sin haber previsto que sus fuerzas no poseían la logística ni la capacidad combativa necesaria para tal fin. De ahí el descalabro, ya que de exponerse a una guerra de desgaste los destruiría a mediano plazo, al minar su cohesión por las divisiones interna del liderazgo de Antonio Matos. No poseía la Revolución Libertadora ni la artillería de grueso calibre, ni las fuerzas motorizadas, ni la suficiente reserva estratégica  de soldados y de suministros para romper la línea defensiva en extensión de Cipriano Castro, ubicada en La Victoria, obligándolos a retirarse ordenadamente a sus regiones, en vez de reagruparse y atacar en otra dirección, con mayor suerte (6).






(1) Ramón J. Velásquez. Op Cit. P394-395.  
(2) Eleazar López Contreras. “El Presidente Cipriano Castro”. Invasión de Rangel Garbira por la frontera del Táchira. Expedición del José Antonio Dávila a la Guajira Colombiana. Página 183-184. No me sorprendió en absoluto, que no comentara la campaña, prefiriendo olvidar lo acontecido, la derrota vuelve a las personas olvidadizas.
(3) Ramón J. Velásquez. Op Cit.  P405-407.

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