Un Régimen
Bonapartista… Sin un Napoleón Bonaparte.
Por Kelder Toti
El sistema
neopresidencial, que es la característica de la Constitución Nacional,
surge como conjunción entre las ideas liberales mezcladas con la tradición absolutista
(absolutismo ilustrado). De ahí que se dé con mayor fuerza en las naciones de
la América Española, acostumbradas por tres siglos al sistema absolutista indiano, influidas además por el modelo
norteamericano. Pero también ha habido otros lugares donde se da esta forma.
El régimen neopresidencial se caracteriza por que el Jefe del Estado, que a su vez es el jefe de gobierno, no sólo tiene más potestades y atribuciones que los
otros poderes (legislativo y judicial), sino que llega a tener una tutela sobre ellos. Esto
provoca un desequilibrio de poderes, donde se rompe el papel de contrapeso de
los poderes entre sí, y pierden independencia ante el Ejecutivo, subordinándose
ante el Ejecutivo.
Los regímenes
neopresidencialistas son una suerte de monarquía absolutista ilustrada disfrazado con los elementos propios de la
democracia (elecciones, contralores, etc.). Estos elementos
"democráticos" son sólo una estrategia para evitar resaltar su
condición absolutista, y disfrazarla ante la opinión pública internacional como
el gobierno de Juan Vicente Gómez.
El gran Estado
democrático, tal y como se fundó en la Asamblea Constituyente es el producto de
la “revolución desde arriba” en su etapa civil, con el apoyo de la oposición,
que legalizó la transición dictatorial. La legitimidad del régimen no estaba
básicamente aceptada ni tampoco estaba fundada en un código de convicciones
políticas básicas generalmente aceptado, como se demostraría en los años de crisis,
del 2002-2003.
Chávez tiene que exaltar las diferencias sociales y políticas de
la sociedad, llena de tensiones de clase de Venezuela y hasta el final confió
en una técnica de integración negativa. Su método consiste en crear conflictos
entre los grupos que son claramente hostiles, como los socialdemócratas,
católicos, liberales del ala izquierda, y los grupos claramente leales al
Proyecto Revolucionario. Gracias a los conflictos permanentes entre estos
grupos a favor y en contra consiguió componer una mayoría para su política.
Y legitima su
sistema a base de producir periódicamente éxitos políticos, educativos,
sociales, militares, económico, sanitario, seguridad, etc. Sus constantes
fracasos en las distintas esferas, es el origen de su des-legitimidad que
le precede y justifica un levantamiento urbano, señalado constantemente por los
medios de comunicación opositores, al carecer del genio estratégico que le
permita obtener éxito en los diferentes campos.
Dentro de una tipología
contemporánea de estructuras de poder, el chavismo se encuentra anclado en la
segunda mitad del siglo XIX, el régimen de Chávez podría clasificarse
como una dictadura bonapartista: una estructura tradicional, inestable social y
políticamente, que se encuentra a su vez amenazada por poderosas fuerzas de
cambio político y socialmente, tanto interna como externa, que debe defenderse
y estabilizarse distrayendo la atención de la política constitucional y
dirigiéndola hacia la política económica, creando un modelo socialista bolivariano
que distraiga la opinión pública, dada las contradicciones que existe en
el país y busca en la política exterior de confrontación con los Estados
Unidos, los éxitos de compensación en el exterior. Estos objetivos conseguían
realizarse mediante una represión manifiesta y mediante concesiones limitadas y
sobornos a la élite política opositora. Así podía mantenerse también la
dictadura neoabsolutista y seudoconstitucional del Presidente.
Al garantizar
protección de la burocracia frente a las demandas de emancipación política y
social de los obreros, y la amenaza liberal de la burguesía, al pedir parte de
las empresas estatales, sometiéndose a cambio de su abdicación política,
el dictador ejecutivo conseguía una reconocida fama de independencia política frente
a los grupos sociales y los intereses económicos.
Y del mismo modo que la
expansión a otros continentes, por consideraciones domésticas y económicas, se
había convertido en un elemento del estilo político del bonapartismo
venezolano, después de un corto período de consolidación de los asuntos
exteriores, vio la ventaja de esta expansión como un antídoto de los
contratiempos que surgían de vez en cuando, y de las permanentes amenazas,
directas o latentes, contra todo su sistema, y se convirtió en un «hombre de
Estado cesarista», solo siendo derribado en un golpe de Estado o un
levantamiento.
La legitimidad del
Régimen Bonapartista se evaporará al darse los enfrentamientos armados,
preludio del caos y la destrucción que trae la guerra civil y la hiperinflación, legalizando de facto
el cambio de régimen y la persecución de los dirigentes del régimen anterior,
que serán encarcelado o asesinados, volviendo a la situación anterior a 1998,
dada la incapacidad de la élite opositora de encontrar una salida al
estancamiento económico, a las presiones geoestratégica y la nuevas maneras de
a ser las cosas; el chavismo será el preludio del “Gendarme Necesario”.
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