La Fórmula del Poder del Chavismo.
Por Kelder Toti.
Pese a su
declarada devoción al socialismo, el proyecto político del presidente Hugo
Chávez carece de una “ideología consistente”, y sus acciones están más ligadas
con sus deseos de perpetuarse en el poder que con alguna visión de desarrollo.
Ninguna de estas normas parece tomar en cuenta los requerimientos para el
desarrollo armónico de Venezuela.
El gobierno
defiende agresivamente su legitimidad democrática, mientras al mismo tiempo
persigue a líderes claves de la oposición, a través del Sebin y los Círculos
Bolivarianos, polariza a la sociedad a través de la división de clases y
política, utilizando listas de “posibles enemigos” y exagera la existencia de
enemigos internos y externos para sus justificar medidas represivas.
Chávez también
destina grandes cantidades de recursos para estimular el culto en torno a su
personalidad, aunque hay poco logros personales que resaltar.Desde un masivo
despliegue de vallas publicitarias hasta parafernalia con imagen del mandatario
comúnmente ofrecidas por vendedores ambulantes, el rostro de Chávez es fácil de
encontrar en las calles, al tiempo que sus frecuentes apariciones en las
cadenas de radio y televisión también le aseguran una constante presencia
dentro de los hogares.
Asimismo, el
mandatario venezolano ha asumido la tarea de promocionar el concepto de que
sólo él podría desarrollar el proceso revolucionario, haciéndolo indispensable,
reforzando el mensaje de que sin Chávez no podría existir el Chavismo. No ha
preparado a ningún sucesor, de ahí lo mediocre de la gestión de Maduro, y frecuentemente regaña a sus más cercanos asesores
públicamente y hasta los denigra.
Chávez ha declarado en numerosas
ocasiones que es indispensable para la Revolución Bolivariana, sin darse
cuenta que no instruye a un delfín que pudiera darle continuidad al
proyecto, al desaparecer.
La concentración
de poderes ocupa el tercer puesto en el recetario del mandatario, quien se ha
abocado a ampliar el papel del Estado en las vidas de los venezolanos,
haciéndose omnisciente. Chávez ha tenido gran éxito en este propósito hasta el
extremo de que en Venezuela actualmente no hay separación de poderes.
“Chávez tiene un
firme control sobre todos los poderes del Estado”, antes de calificar de
“tonta” la decisión de la oposición de boicotear las elecciones parlamentarias
del 2005, lo que le dio efectivo control sobre la Asamblea Nacional, y se puede
añadir que con pocas excepciones, el poder judicial se pronuncia a favor del
poder ejecutivo, incluso en casos privados de implicaciones políticas.
Chávez también
está estrangulando a los gobiernos locales desde arriba y desde abajo,
elaborado mucho antes de la aprobación de las leyes de Poder Popular que
instauran una estructura paralela de gobierno que acentúa mucho más el cerco
impuesto a las alcaldías y a las gobernaciones.
Cualquier percepción de exceso
cometidos por el gobierno es frecuentemente justificado por la necesidad del
régimen de defenderse de los enemigos internos y externos del proceso, cuya
amenaza el mandatario exagera en cumplimiento de lo que vendría siendo el
precepto número tres de la lista.
Chávez insiste en
describir a Estados Unidos (al cual se refiere habitualmente como El Imperio)
como el enemigo de Venezuela. Aun cuando la mayoría de los venezolanos no
sienten odio por los Estados Unidos, su posición como paladín del
antiimperialismo sirve para generar un conveniente fervor nacionalista dentro
de su base más firme de seguidores.
No obstante, el mandatario venezolano sigue
pronunciándose contra Estados Unidos, país que dice ser controlado por los
grandes grupos económicos, los militares y la Agencia Central de Inteligencia
(CIA).
Por otro lado,
Chávez constantemente acusa a la oposición de tramar su asesinato en
coordinación con Estados Unidos, factor que busca interrumpir el diálogo entre
sus filas y las de sus adversarios, y evitar deserciones masivas, y ayuda a
alcanzar la meta de la polarización electoral.
Al promover la lucha contra la
oligarquía, Chávez hace uso de las divisiones de clase dentro del país para
sacarle réditos políticos. Al dirigirse casi exclusivamente a más de 40 por
ciento de los venezolanos que son pobres, Chávez ha mantenido una mayoría
electoral confiable, que le permite manipular los resultados electorales a su
favor.
El gobierno de
Chávez no sólo está canalizando recursos a los sectores de menores ingresos,
a través de las misiones, sino que también le está dando una mayor
prioridad al papel del Estado dentro de la economía en perjuicio del sector
privado. Estas acciones, no obstante, están generando grandes presiones sobre
la clase media, fomentando la fuga de cerebros y acentuando la dependencia
económica de la población en el Estado, acentuando la dependencia petrolera, la
posible caída del modelo será facilitada por la caída del barril de
petróleo, en el mercado internacional.
Pese a sus
esfuerzos por concentrar el poder, Chávez insiste en que su régimen de gobierno
es democrático. El gobierno de Chávez argumenta que el modelo de “democracia
participativa” que implementa es superior al de la democracia representativa,
rechazando el concepto de separación de poderes y la autonomía institucional
como nociones burguesas y desprestigiadas.
Chávez
regularmente señala que Venezuela ha realizado elecciones nacionales casi
anualmente desde que resultó electo en 1998, en un intento por forzar la
diferencia entre ser electo y gobernar democráticamente. Ansioso por preservar
su legitimidad democrática dentro y fuera del país, Chávez y altos funcionarios
venezolanos reaccionan inmediatamente contra cualquier crítica sobre los abusos
del gobierno.
Estas reacciones normalmente consisten en acusaciones de
interferencia de los asuntos internos de Venezuela, en los casos de que las
críticas provienen del exterior, o en intentos por desacreditar a las personas
u organizaciones que las emiten, sin realmente tratar la sustancia de las objeciones,
de las que a veces carecen de argumentos en contra.
Por otro lado, la
disensión no es permitida internamente dentro del Chavismo, son constantes las
golpizas o intimidación a quiénes no acaten la voz del líder. Según el sexto
precepto, la lealtad es una cualidad superior a la eficiencia. La
característica común más importante entre los ministros y
funcionarios de alto nivel de Chávez es su incuestionable lealtad para con el
presidente.
Chávez ha
mantenido en el gobierno a gente que le es leal incluso cuando estos carecen de
capacidad administrativa, pero su proceder también demuestra desconfianza
hacia ellos, al evitar que estos acumulen experiencia real o que desarrollen
sus propias bases de respaldo.
El mandatario también se esfuerza por
aplastar cualquier signo de oposición a través del escarmiento y el insulto. No
obstante, el precepto estipula que las víctimas políticas sean seleccionadas
cuidadosamente, centrándose sólo en líderes emblemáticos de los diferentes
sectores opositores.
Este tipo de
represión calibrada hasta ahora le ha permitido evitar grandes manifestaciones
públicas de rechazo mientras que ha creado un clima de miedo en la sociedad
civil y ha ayudado a promover la autocensura. Los ejemplos de esta práctica son
numerosos, e incluyen los cargos presentados contra el ex alcalde de Maracaibo
y ex candidato presidencial, Manuel Rosales; Carlos Ortega, ex líder de la
mayor organización sindical del país y el cierre de la cadena de televisión,
RCTV.
Asimismo, Chávez
ha afianzado su poder en el país a través de la creación de estructuras
paralelas, en el octavo de los preceptos observados. El gobierno bolivariano y
sus aliados han creado nuevos organismos e instituciones en un intento por
mermar y flanquear a aquellas organizaciones que no ha logrado controlar.
Internamente, el gobierno bolivariano ha promovido la creación de ONG, grupos
empresariales, sindicatos y redes de radio y televisión, las cuales
conjuntamente con las denominadas misiones, que están ahora recibiendo gran
parte de los recursos que antes eran entregados a organizaciones, –algunas de
ellas estatales que no le son leales -.
Internacionalmente,
Chávez promueve la creación de organizaciones multilaterales que realzan su
influencia, le dan legitimidad y combaten al Imperio. Organizaciones como el
ALBA, Petrocaribe, UNASUR y el Banco del Sur son herramientas que buscan
suplantar o debilitar a la Organización de Estados Americanos, el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Estas políticas Hemisféricas son:
Estimular la multipolaridad en la comunidad internacional. Promover la
integración entre América Latina y el Caribe. Fortalecer la posición de
Venezuela en la economía internacional. Promover un nuevo régimen de defensa
hemisférica integral. Consolidar y diversificar las relaciones internacionales.
En un intento por
consolidar la homogeneidad, Chávez ha tratado de fomentar la noción de que el
Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) es lo mismo que el Estado, en lo
que vendría siendo el noveno precepto.
Esto es realizado a través de campañas
publicitarias masivas y por las presiones gubernamentales sobre los más de dos
millones de funcionarios públicos para que respalden las propuestas del
gobierno durante las frecuentes elecciones que se realizan en el país.
Chávez también
obligó a los diferentes partidos que le respaldaban a integrarse dentro del
PSUV. Chávez ha asumido la tarea de monopolizar el nacionalismo en lo que
vendría siendo el décimo precepto. Él declara tener derechos exclusivos sobre
los símbolos nacionales y patrios. Regularmente cita a Bolívar y a otros
líderes nacionales, insistiendo en que fueron socialistas prematuros. Y si
Chávez es el heredero de la causa de Bolívar, sus adversarios son los
abanderados del yugo y la opresión. Efectivamente, Chávez y sus allegados
normalmente se refieren a ellos como traidores a la patria y agentes pagados
por los intereses extranjeros.
Elaboración de
encuestas que sondee a la opinión pública, en temas espinosos, reculando si es
preciso, evitando una revuelta urbana, cada vez que por errores políticos se
presenta.
Utilización de
terror y del miedo en la población, como forma de justificar su legitimidad,
utilizando grupos paramilitares entrenados en Cuba y el SEBIN, utilizando las
amenazas de muerte de grupos motorizados como forma de amedrentar o perseguir
a líderes opositores a través de tribunales especiales, con causas
judiciales, que los obligue a exiliarse o ser detenidos.
La negociación a
doble tanda con los elementos enfrentados, negocia con ellos mientras los
reduce, controlando sus movimientos, aceptando los sobornos, si eso facilita
cumplir con sus objetivos.
Apropiación del
aparato productivo como una forma de respaldar la clientela del aparato
partidista, sumando adeptos al trabajar para las empresas estatales,
convirtiéndose en votos cautivos, aunque a la larga se convierte en un
lastre para presupuesto nacional por las pérdidas que ocasiona la falta de una
gerencia con la capacidad necesaria para manejar el aparato
industrial-agrícola-minero- pecuario-servicios.
Las grandes
decisiones la toma en coordinación con el Ejército, ya que la Guardia Nacional,
Fuerza Aérea y Marina es poco respaldo con que cuenta, la toma de decisiones se
hace de común acuerdo, sirviendo la alta oficialidad de público en el
escenario, recibiendo toda clase de prebendas.
Recular cuando es
inevitable el enfrentamiento, buscando otras vías que permitan imponer el
modelo político.
El uso de la
mentira en todas sus versiones, la gran mentira (que puede ser advertida
rápidamente), la pequeña mentira (que minimiza los reveses tenidos) y la
mentira estadística (el maquillaje de las estadísticas oficiales, que
contradicen la realidad cotidiana); reproduciendo un mundo artificial, pudiendo
justificar sus fallas ante la opinión pública, el problema es que después de un
tiempo nadie cree en ellos, ni siquiera sus partidarios.
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