martes, 4 de febrero de 2014

La Fórmula del Poder del Chavismo Por Kelder Toti.



La Fórmula del Poder del Chavismo.

                                    Por Kelder Toti.

Pese a su declarada devoción al socialismo, el proyecto político del presidente Hugo Chávez carece de una “ideología consistente”, y sus acciones están más ligadas con sus deseos de perpetuarse en el poder que con alguna visión de desarrollo. Ninguna de estas normas parece tomar en cuenta los requerimientos para el desarrollo armónico de Venezuela.

El gobierno defiende agresivamente su legitimidad democrática, mientras al mismo tiempo persigue a líderes claves de la oposición, a través del Sebin y los Círculos Bolivarianos, polariza a la sociedad a través de la división de clases y política, utilizando listas de “posibles enemigos” y exagera la existencia de enemigos internos y externos para sus justificar medidas represivas.

Chávez también destina grandes cantidades de recursos para estimular el culto en torno a su personalidad, aunque hay poco logros personales que resaltar.Desde un masivo despliegue de vallas publicitarias hasta parafernalia con imagen del mandatario comúnmente ofrecidas por vendedores ambulantes, el rostro de Chávez es fácil de encontrar en las calles, al tiempo que sus frecuentes apariciones en las cadenas de radio y televisión también le aseguran una constante presencia dentro de los hogares.

Asimismo, el mandatario venezolano ha asumido la tarea de promocionar el concepto de que sólo él podría desarrollar el proceso revolucionario, haciéndolo indispensable, reforzando el mensaje de que sin Chávez no podría existir el Chavismo. No ha preparado a ningún sucesor, de ahí lo mediocre de la gestión de Maduro, y frecuentemente regaña a sus más cercanos asesores públicamente y hasta los denigra.  

Chávez ha declarado en numerosas ocasiones que es indispensable para la Revolución Bolivariana, sin darse cuenta  que no instruye a un delfín que pudiera darle continuidad al proyecto, al desaparecer.

La concentración de poderes ocupa el tercer puesto en el recetario del mandatario, quien se ha abocado a ampliar el papel del Estado en las vidas de los venezolanos, haciéndose omnisciente. Chávez ha tenido gran éxito en este propósito hasta el extremo de que en Venezuela actualmente no hay separación de poderes.

“Chávez tiene un firme control sobre todos los poderes del Estado”,  antes de calificar de “tonta” la decisión de la oposición de boicotear las elecciones parlamentarias del 2005, lo que le dio efectivo control sobre la Asamblea Nacional, y se puede añadir que con pocas excepciones, el poder judicial se pronuncia a favor del poder ejecutivo, incluso en casos privados de implicaciones políticas.

Chávez también está estrangulando a los gobiernos locales desde arriba y desde abajo, elaborado mucho antes de la aprobación de las leyes de Poder Popular que instauran una estructura paralela de gobierno que acentúa mucho más el cerco impuesto a las alcaldías y a las gobernaciones. 

Cualquier percepción de exceso cometidos por el gobierno es frecuentemente justificado por la necesidad del régimen de defenderse de los enemigos internos y externos del proceso, cuya amenaza el mandatario exagera en cumplimiento de lo que vendría siendo el precepto número tres de la lista.

Chávez insiste en describir a Estados Unidos (al cual se refiere habitualmente como El Imperio) como el enemigo de Venezuela. Aun cuando la mayoría de los venezolanos no sienten odio por los Estados Unidos, su posición como paladín del antiimperialismo sirve para generar un conveniente fervor nacionalista dentro de su base más firme de seguidores. 

No obstante, el mandatario venezolano sigue pronunciándose contra Estados Unidos, país que dice ser controlado por los grandes grupos económicos, los militares y la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Por otro lado, Chávez constantemente acusa a la oposición de tramar su asesinato en coordinación con Estados Unidos, factor que busca interrumpir el diálogo entre sus filas y las de sus adversarios, y evitar deserciones masivas, y ayuda a alcanzar la meta de la polarización electoral. 

Al promover la lucha contra la oligarquía, Chávez hace uso de las divisiones de clase dentro del país para sacarle réditos políticos. Al dirigirse casi exclusivamente a más de 40 por ciento de los venezolanos que son pobres, Chávez ha mantenido una mayoría electoral confiable, que le permite manipular los resultados electorales a su favor.

El gobierno de Chávez no sólo está canalizando recursos a los sectores de menores ingresos,  a  través de las misiones, sino que también le está dando una mayor prioridad al papel del Estado dentro de la economía en perjuicio del sector privado. Estas acciones, no obstante, están generando grandes presiones sobre la clase media, fomentando la fuga de cerebros y acentuando la dependencia económica de la población en el Estado, acentuando la dependencia petrolera, la posible caída del modelo será facilitada por la caída del barril de  petróleo, en el mercado internacional.

Pese a sus esfuerzos por concentrar el poder, Chávez insiste en que su régimen de gobierno es democrático. El gobierno de Chávez argumenta que el modelo de “democracia participativa” que implementa es superior al de la democracia representativa, rechazando el concepto de separación de poderes y la autonomía institucional como nociones burguesas y desprestigiadas.

Chávez regularmente señala que Venezuela ha realizado elecciones nacionales casi anualmente desde que resultó electo en 1998, en un intento por forzar la diferencia entre ser electo y gobernar democráticamente. Ansioso por preservar su legitimidad democrática dentro y fuera del país, Chávez y altos funcionarios venezolanos reaccionan inmediatamente contra cualquier crítica sobre los abusos del gobierno. 

Estas reacciones normalmente consisten en acusaciones de interferencia de los asuntos internos de Venezuela, en los casos de que las críticas provienen del exterior, o en intentos por desacreditar a las personas u organizaciones que las emiten, sin realmente tratar la sustancia de las objeciones, de las que a veces carecen de argumentos en contra.

Por otro lado, la disensión no es permitida internamente dentro del Chavismo, son constantes las golpizas o intimidación a quiénes no acaten la voz del líder. Según el sexto precepto, la lealtad es una cualidad superior a la eficiencia. La característica común más importante   entre los ministros y funcionarios de alto nivel de Chávez es su incuestionable lealtad para con el presidente.

Chávez ha mantenido en el gobierno a gente que le es leal incluso cuando estos carecen de capacidad administrativa, pero su proceder también demuestra  desconfianza hacia ellos, al evitar que estos acumulen experiencia real o que desarrollen sus propias bases de respaldo.  

El mandatario también se esfuerza por aplastar cualquier signo de oposición a través del escarmiento y el insulto. No obstante, el precepto estipula que las víctimas políticas sean seleccionadas cuidadosamente, centrándose sólo en líderes emblemáticos de los diferentes sectores opositores.

Este tipo de represión calibrada hasta ahora le ha permitido evitar grandes manifestaciones públicas de rechazo mientras que ha creado un clima de miedo en la sociedad civil y ha ayudado a promover la autocensura. Los ejemplos de esta práctica son numerosos, e incluyen los cargos presentados contra el ex alcalde de Maracaibo y ex candidato presidencial, Manuel Rosales; Carlos Ortega, ex líder de la mayor organización sindical del país y el cierre de la cadena de televisión, RCTV.

Asimismo, Chávez ha afianzado su poder en el país a través de la creación de estructuras paralelas, en el octavo de los preceptos observados. El gobierno bolivariano y sus aliados han creado nuevos organismos e instituciones en un intento por mermar y flanquear a aquellas organizaciones que no ha logrado controlar. Internamente, el gobierno bolivariano ha promovido la creación de ONG, grupos empresariales, sindicatos y redes de radio y televisión, las cuales conjuntamente con las denominadas misiones, que están ahora recibiendo gran parte de los recursos que antes eran entregados a organizaciones, –algunas de ellas estatales que no le son leales -.

Internacionalmente, Chávez promueve la creación de organizaciones multilaterales que realzan su influencia, le dan legitimidad y combaten al Imperio. Organizaciones como el ALBA, Petrocaribe, UNASUR y el Banco del Sur son herramientas que buscan suplantar o debilitar a la Organización de Estados Americanos, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. 

Estas políticas Hemisféricas son: Estimular la multipolaridad en la comunidad internacional. Promover la integración entre América Latina y el Caribe. Fortalecer la posición de Venezuela en la economía internacional. Promover un nuevo régimen de defensa hemisférica integral. Consolidar y diversificar las relaciones internacionales.

En un intento por consolidar la homogeneidad, Chávez ha tratado de fomentar la noción de que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) es lo mismo que el Estado, en lo que vendría siendo el noveno precepto. 

Esto es realizado a través de campañas publicitarias masivas y por las presiones gubernamentales sobre los más de dos millones de funcionarios públicos para que respalden las propuestas del gobierno durante las frecuentes elecciones que se realizan en el país.

Chávez también obligó a los diferentes partidos que le respaldaban a integrarse dentro del PSUV. Chávez ha asumido la tarea de monopolizar el nacionalismo en lo que vendría siendo el décimo precepto. Él declara tener derechos exclusivos sobre los símbolos nacionales y patrios. Regularmente cita a Bolívar y a otros líderes nacionales, insistiendo en que fueron socialistas prematuros. Y si Chávez es el heredero de la causa de Bolívar, sus adversarios son los abanderados del yugo y la opresión. Efectivamente, Chávez y sus allegados normalmente se refieren a ellos como traidores a la patria y agentes pagados por los intereses extranjeros.

Elaboración de encuestas que sondee a la opinión pública, en temas espinosos, reculando si es preciso, evitando una revuelta urbana, cada vez que por errores políticos se presenta.

Utilización de terror y del miedo en la población, como forma de justificar su legitimidad, utilizando grupos paramilitares entrenados en Cuba y el SEBIN, utilizando las amenazas de muerte de grupos motorizados como forma de amedrentar o perseguir a  líderes opositores a través de tribunales especiales, con causas judiciales, que los obligue a exiliarse o ser detenidos.

La negociación a doble tanda con los elementos enfrentados, negocia con ellos mientras los reduce, controlando sus movimientos, aceptando los sobornos, si eso facilita cumplir con sus objetivos.

Apropiación del aparato productivo como una forma de respaldar la  clientela del aparato partidista, sumando adeptos al trabajar para las empresas estatales, convirtiéndose en votos cautivos, aunque a la larga se convierte  en un lastre para presupuesto nacional por las pérdidas que ocasiona la falta de una gerencia con la capacidad necesaria para manejar el aparato industrial-agrícola-minero- pecuario-servicios.

Las grandes decisiones la toma en coordinación con el Ejército, ya que la Guardia Nacional, Fuerza Aérea y Marina es poco respaldo con que cuenta, la toma de decisiones se hace de común acuerdo, sirviendo la alta oficialidad de público en el escenario, recibiendo toda clase de prebendas.

Recular cuando es inevitable el enfrentamiento, buscando otras vías que permitan imponer el modelo político.

El uso de la mentira en todas sus versiones, la gran mentira (que puede ser advertida rápidamente), la pequeña mentira (que minimiza los reveses tenidos) y la mentira estadística (el maquillaje de las estadísticas oficiales, que contradicen la realidad cotidiana); reproduciendo un mundo artificial, pudiendo justificar sus fallas ante la opinión pública, el problema es que después de un tiempo nadie cree en ellos, ni siquiera sus partidarios.

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