La Noche de los Generales.
Por Kelder Toti
Con la figuración de las “Fuerzas Armadas”
tiene dos etapas bien diferenciadas, una de la otra. En la primera, los
caudillos, hombres sin una formación militar profesional, se convierten por sus
acciones, en Generales y jefes de las Fuerzas Armadas, tal es el caso de José
Antonio Páez, Guzmán Blanco, Cipriano Castro o Juan Vicente Gómez. En la
segunda etapa, militares de escuela llegan a la jefatura del Estado de manera
deliberada, por la posición jerárquica que han alcanzado previamente, entre los
distintos mandos regulares, los cuales van a gravitar desproporcionadamente
sobre el proceso político, es el caso de Eleazar López Contreras, Carlos
Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Hugo Chávez Frías.
Así, no es extraño que ante las elecciones del 3 de Diciembre del 2006,
éstas prefiriesen el continuismo; no porque estimen la pericia combativa
del Loco de Sabaneta, sino por el contrario, la victoria de Manuel
Rosales las enfrentaría nuevamente al grupo que venció el 13 de
Abril del 2002, y destruiría sus posiciones de poder dentro de las Fuerzas Armadas.
Una lectura más pausada hubiera permitido adivinar el devenir de las
elecciones, y sus resultados.
Al darse la protesta, los manifestantes se desviaron a Miraflores con la
complicidad de la
Policía Metropolitana que, a nivel de la Esquina San Francisco,
actuaría abiertamente atacando por las calles laterales a los Círculos
Bolivarianos, siendo la punta de lanza de los manifestantes. Bajo el mando de Iván Simonovis, tenían la
orden de tomar por asalto a Miraflores.
Esta unidad de 300 policías haría retroceder a los Círculos
Bolivarianos, atrincherados en Puente Llaguno además, de la Guardia Presidencial
y la Guardia Nacional,
quienes contaban con francotiradores colombianos en las inmediaciones bajo el
mando de Eliézer Otaiza.
El Estado Mayor de las Fuerzas Armadas había
contratado a francotiradores salvadoreños, y contaban con dos agentes en el
Palacio de Gobierno, Marisabel de Chávez y el General Rodríguez Usón. Estos, a
mediados de la 9:30 de la mañana le informan a Luís Miquilena el aislamiento del presidente, mientras
Rodríguez Usón informa al Estado Mayor de la debilidad de Miraflores,
adelantando por teléfono la maniobra.
Freddy Bernal
y Juan Barreto llamaron a eso de las diez de la mañana a congregarse a los
Círculos Bolivarianos de La
Pastora y 23 de Enero, para que protegiera Miraflores, cosa
que comenzó a suceder a las 10:45. Usón, a pesar de hallarse Miraflores, siendo
juramentado como ministro de Hacienda, pasó inadvertido el movimiento,
despreciando la importancia estratégica de este componente. Iván Simonovis,
desinformado totalmente, orienta la manifestación al Palacio de
Gobierno, trabando combate con los Círculos Bolivarianos durante dos horas, en
las inmediaciones de Puente Llaguno, rodeando a Miraflores, desertando en la
madrugada: La Guardia Presidencial
y el Destacamento de la
Guardia Nacional.
En una
sociedad no integrada como la venezolana, indisciplinada, sin una clase
dirigente de ese nombre (políticos oportunistas y empresarios cortesanos), y una
clase media aferrada a sus privilegios, una masa popular excluida de todo sentimiento
de participación, aprovechará el partido militar cualquier, para colocarse en
la reserva y asaltar el poder ante cualquier oportunidad.
Tomarán el
poder ante cualquier crisis económica, política o social para entronizarse; sus
propias acciones, a la larga, obligan a la aristocracia militar a diferenciarse
de sus delegados, que ocupan la presidencia, ocurriendo una nueva intervención
militar, que desaloja a uno de ellos del poder, convertido en dictador. Esta
sería la oportunidad para que los militares se retiraran a sus cuarteles y
dejen la figuración política a los civiles, mediante el restablecimiento de las
libertades públicas y convocatoria de elecciones, creando desde la sombra las
circunstancia para retornar a Miraflores nuevamente.
El fracaso del Golpe de Estado del 11 de
Abril del 2002 se debió a la incapacidad de Iván Simonovic, un policía que pudo
que haber dado al traste con el ejército, lo cual demuestra su poca capacidad
operativa, al no poder coordinar adecuadamente a los efectivos de la Policía Metropolitana,
pues no contaron con la resistencia de
los Círculos Bolivarianos, quienes se enfrascaron en una lucha callejera en la
defensa de Miraflores, al emboscar en Puente LLaguno a los manifestantes por
orden de Ismael García y Ramón Martínez.
La ineptitud estratégica de Simonovic
permitió que los Círculos Bolivarianos se reagruparán y lanzarán el
contraataque el 13 de Abril, en coloridas manifestaciones; un estratega más
experimentado hubiera formado una unidad de asalto y tomado los puestos de
comando y control de los chavistas, y hubiera atacado a las unidades
paracaidistas que se hubieran puesto a la orden del General Isaías Baduel en
Maracay, dado que contaba la Policía Metropolitana para aquel momento con 11.000
efectivos. La incapacidad del Alto Mando Militar de controlar la oficialidad
media, ya que no los habían captado, para sus fines, hizo posible el regreso de
Chávez, al manifestarse contrarios al Golpe de Estado, esperando poder
delinquir a su regreso.
Las acciones del Alto Mando fueron
prematuras, debía planificar las
acciones con antelación y atraerse la mayor parte de la oficialidad. El Alto Mando, contrató a francotiradores del
Batallón Atlacal, que son los responsables de la muerte de los chavistas de
Puente Llaguno, mientras que Eliécer Otaiza colocó a un grupo de
francotiradores colombianos de las FARC y ELN, y Cubanos, en los Edificios
LLaguno y Ausonia, que son los responsables de la muerte de los
opositores.
Nadie dice que el nivel de corrupción que
alcanzó la Metropolitana
bajo la dirección de Alfredo Peña y Ramón Muchacho, posibilitó su fracaso, al
desmantelarla gradualmente, Muchacho fue una de la personas que alertó al
gobierno de la actuación de la
Metropolitana, de ahí es la razón de no ser perseguido
político, a pesar de ser el Prefecto de Caracas, y posibilitó el asesinato de
trece agentes de la PM
por el G-2 Cubano y los Círculos Bolivarianos en diferentes emboscadas, entre mayo y diciembre del 2002.
Los Policías Metropolitanos fueron víctima
de un pésimo estratega, estaba en el sitio adecuado, con los elementos
necesarios, pero sin el conocimiento
para actuar. Su incapacidad de analizar las informaciones en tiempo real,
facilitó su derrota. A pesar de mandar a
bloquear con gándolas la autopista Regional del Centro, los movimientos del
comando chavista eran vigilados por Marisabel de Chávez, ésta era el contacto
de Luis Miquelena y el “General” Rodríguez Usón.
Sus errores consistieron en no enfrentar a la Policía
Metropolitana a los Batallones Paracaidistas que se alzaron en Maracay los
cuales hubieran desertados masivamente, obligando a la oficialidad a mantenerse
al margen, y al no arrestar y apresar la dirigencia Chavista de niveles medios,
no solo los altos dignatarios, además en haber confiado que un problema
militar puede tener una salida política, al cuadrar a los Diputados de la Asamblea Nacional
a favor de un ”Golpe de Estado”, sin darse cuenta que un problema militar
requiere de una solución militar, el haber subestimado como adversario a los
Círculos Bolivarianos, el no haber tomado los punto de Comando, Control e
Inteligencia de las Fuerzas Armadas, protegiéndolos con las Policías
regionales, esto hubiera dificultado el reagrupamiento de los Círculos Bolivarianos,
aunque hubiera significado quemar la Embajada de Cuba o los
Comandos afines al gobierno. En todo caso su incompetencia lo pagaron algunos
de los complotados con una larga condena, pidiendo compasión a unos
sujetos despiadados, mientras otros partieron al exilio o cayeron asesinados en
las calles de Caracas, por el enemigo que subestimaron.
La ocurrencia permanente del público en general, de que los militares, una vez tomado el poder lo entregarán, radica en esa enseñanza histórica, sin tomar en cuenta, que las circunstancias históricas han cambiado, al perder el monopolio de las armas, las cuales se encuentran repartidas entre las milicias locales y el hampa común. Sin tomar en cuenta que la consolidación de una aristocracia militar, es la mayor amenaza hemisférica en el Continente, y que los aristócratas que no se comportan como tal, y no tienen sus cualidades terminan en la guillotina. Exportando las formas de apropiación a los países de la América española, que quedan bajo la influencia “del excremento del diablo”, trayendo consigo una mayor miseria y pobreza, obligando a la intervención tarde o temprano del Tío Sam, esa es la tragedia de unos pobres diablos.
Ellos, a través de la liturgia militar,
utilizando la pompa o los desfiles militares en las fechas patrias, dada su
incapacidad castrense, se apropian de la historia patria, presentándose como
herederos de una historia militarista de las que no son parte como es “La Guerra de la
independencia”, Se convierte en un
“culto fetichista”, distorsionando a veces su contexto y acciones, para
justificar los hechos presentes, que legitimen su proceder, así no es de
extrañar que mientras más odiada sea una administración, más se apoyará en el
“culto a Bolívar”, como justificación de sus acciones políticas y
social, llegando a sentir en la convivencia política delirios orgásmicos,
perdiendo la capacidad de lidiar con la realidad (1).
La Noche
de los Generales
(1) Rangel,
Carlos. “Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario” Las Formas de Poder Político
en América Latina. 9· Edición. Monte Avila Editores. Caracas. P 301. El autor
dice lo siguiente “… muchos de quienes se han referido a Bolívar lo han
hecho para auto justificarse, o para justificar a sus jefes, a sus caudillos.
El dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez (1952-1958) tenía como divisa
una frase de Bolívar: “El mejor gobierno es el que produce la mayor suma de
seguridad social, la mayor suma de felicidad posible”, con la clara implicación
de que el Libertador hubiera aprobado la suspensión de las libertades públicas
en la Venezuela
de 1952, la prisión, tortura. Exilio o muerte de los opositores (y además el
peculado y el cinismo) como preferible al azaroso ejercicio de la libertad.” P
301. En este último aspecto discrepo totalmente del autor, una lectura de la Guerra a
Muerte, de las ejecuciones en la Presidencia de Colombia, los asesinatos de los
misioneros en Caruachi, la Invasión del Perú…. Dejan en claro los actos
criminales del prócer, expediente que sería utilizado por la camarilla de
Caracas y Valencia como excusa para desobedecer su voluntad en 1829, y
separarse de Colombia.