En el Nombre de
Dios
Por
Kelder Toti
El clericalismo es
la doctrina que instrumenta una religión para obtener un fin político; defiende que el clero,
que representa dicha religión, debe inmiscuirse en los asuntos públicos y
profanos como un poder que los oriente, supervise y corrija conforme a sus
dictados. Como tal, hizo surgir el anticlericalismo, modalidad de laicismo que sostiene la doctrina opuesta
y la libertad de conciencia, es necesario en las actuales circunstancias de un
punto intermedio entre ambas corrientes tan antagónicas.
El
clericalismo es una conducta política que puede manifestar el clero de
una religión, en un Estado laico, para tratar de favorecer sus intereses
institucionales y materiales e incrementar su poder.
Es (como el militarismo) una
manifestación de la politización excesiva de las fuerzas sociales (en este
caso, de las fuerzas de las organizaciones religiosas), consecuencia de un bajo
nivel de institucionalización política. Generalmente va acompañado de una
actitud de hostilidad y rechazo hacia el Estado laico, el cual aparece como
promotor de la pérdida de posiciones de prestigio y hábitos tradicionales, lo
ideal es la tolerancia entre ambas tendencias.
Muchas
religiones han intentado usurpar el gobierno civil y dirigirlo mediante la
modalidad de gobierno conocida como teocracia. En la India las religiones ástika. En Occidente, el fundador de la
religión cristiana, Jesucristo, dejó ya
sentado el principio de que "no se puede servir a dos señores" y de que
había que "dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de
Dios", que el principio de Avanzada Venezolana; y separó claramente lo
espiritual de lo terrenal. Sin embargo, la posterior evolución política y
social del cristianismo, la constitución de una religión de tipo sacerdotal
ajena al cristianismo original y cuya casta sacerdotal aliada al poder político
con el apoyo del emperador Constantino hizo
que la Iglesia
Cristiana acumulara enormes riquezas y poderes políticos; con los
consiguientes intereses y ambiciones que hicieron que el llamado “poder temporal”, se identificara con
el espiritual a través del llamado Cesaropapismo, es indispensable que el clerlo
no sólo ayude espiritualmente al pueblo sino también psicologicamente. Las
normas cristianas cuando éstas entraban en conflicto con las romanas y
así San Jerónimo, a
finales del siglo IV, sentaba el principio: Aliae sunt leges Caesaris,
aliae Christi; aliud Papinianus, aliud Paulus noster praecepit (Unas
son las leyes del César, otras las de Cristo, una cosa ordena Papiniano, otra nuestro Pablo).
Fue San Agustín quien
con mayor insistencia abordó las diferencias entre los iura fori y
los iura caeli (derecho del mundo y derecho del cielo) y llegó
a escribir: "Es mayor mal que perezca un alma sin bautismo que el hecho de
que sean degollados innumerables hombres, aun inocentes". Subsistía, sin
embargo, el mensaje original de Jesucristo y su eticidad, apoyado por
interpretaciones legitimistas como la de San Francisco de Asís o
tomadas como heréticas tales las de John Wycliff, Jan Hus y otros, hasta que en Europa el
lento proceso de secularización,
fundado en esos precedentes e iniciado con el Humanismo del Renacimiento y la Reforma, fue
separando cada vez más a la Iglesia del Estado, incluso ya en la Edad Media cuando los gibelinos tomaron
posición contra la asunción de un poder excesivo por parte del Papa y su
intromisión en los asuntos políticos y económicos.
Los clericales
reaccionaron valiéndose, para mantener el control ideológico de Europa,
del Index librorum
prohibitorum o Índice de libros prohibidos y
de una institución represora con potestad de condenar a muerte, el tribunal de
la Inquisición, creado
para investigar y combatir la herejía albigense o cátara en 1229. En
1231 la nueva institución poseía ya un ropaje jurídico que fue aprobado por el
papa Gregorio IX en febrero del mismo año con
la bula Excommunicamus, quedando bajo
el control directo del papa y la
Orden de Predicadores o de padres Dominicos.
En parte
gracias a la labor de la Reforma protestante
y a la de los filósofos del Humanismo, del Racionalismo, del Empirismo y de la Ilustración, la Inquisición fue desapareciendo
progresivamente de las diversas naciones de Europa y la libertad de pensamiento
fue esparciéndose contra las doctrinas ultramontanas del Clericalismo, que
asumían el Papa y la Compañía de Jesús principalmente,
y que se mostraban poco beneficiosas para la naciente burguesía desde un punto de vista
meramente económico, al no permitir desamortizaciones de los improductivos
bienes de manos muertas que representaban las enormes riquezas en poder de la Iglesia Cristiana.
Los jesuitas fueron expulsados de diversas naciones europeas en el siglo XVIII
y la enseñanza se secularizó poco a poco desde la Revolución francesa (1789)
a través de diversas revoluciones burguesas (1820, 1830, 1848); clericales como
el padre Augustin Barruel hablaron
de una que bautizó como "Conspiración de los filósofos" de la Ilustración para
desarmar a la Iglesia
en obras como Mémoires pour servir à l'histoire du jacobinisme (Hambourg,
5 vol., P. Fauche, 1798-1799) que llegaron a tener una enorme influencia; pero
se trataba del signo de los tiempos: las desamortizaciones desnudaron a la iglesia
de su tremendo poder económico; las iglesias nacionales promovían el regalismo frente al poder central del
papa y los eclesiásticos dejaron de aparecer poco a poco por las cámaras de
diputados.
Lo preferente
es que la Iglesia
vuelva asumir su papel económico, espiritual y psicológico dentro de la población,
haciendo productivo aquello que nadie lo pone a producir, enseñando a producir
a aquel que no es capaz de trabajar, dando apoyo espiritual aquel que lo
necesite, tolerando a las otras religiones y convirtiendo al catolicismo a las
masas, ampliando su cobertura escolar y universitaria, ampliando el Pensum de
los Seminarios enseñándoles a los párrocos como apoyar espiritualmente y psicológicamente
a los fieles como forma de galvanizar al pueblo.
Eso no ocurrió
por ejemplo, en religiones teocráticas como la Islámica (lo
que no quiere decir que no existan facciones fundamentalistas partidarias de un
mayor poder e intervencionismo del clero en el estado islámico) o el Budismo tibetano.
El
clericalismo moderno renació en Italia cuando el papa Pío IX (1846-1878) promulgó su Syllabus (1864)
considerándose prisionero del recién nacido estado italiano; en él condenaba
todo aspecto del Liberalismo y
del Modernismo dando
vida a los movimientos del Catolicismo intransigente que rechazaban reconocer
el nuevo Reino de Italia. La iglesia católica, refractaria a constatar su real
pérdida de prestigio ideológico y de poder en este mundo (el llamado
"poder temporal"), reaccionó cerrándose en una doctrina integrista,ultramontana y fundamentalista y defendiendo
doctrinas políticas ultraconservadoras en distintos países como el Carlismo en España; entre otras cosas,
eso provocó la ejecución del arzobispo de París Georges
Darboy por la Comuna el 24 de mayo de 1871.
Con laencíclica Rerum novarum ("Sobre
las nuevas cosas") del papa León XIII (1891), la iglesia católica
mostraba su poco entusiasmo por la democracia y afirmaba que las clases y la
desigualdad constituyen rasgos inalterables de la condición humana, como son
los derechos de propiedad. Abominaba en este escrito por igual del capitalismo y delsocialismo, y creó con ello una tercera vía de
la que nació una doctrina política integrista que inspiró los partidos de
la Democracia Cristiana y
los llamados Sindicatos
católicos, al lado de otros movimientos reaccionarios como el Realismo o
la Acción Católica en
Francia; con todos estos órganos los eclesiásticos podían así influir en la
sociedad. Al estallar la Guerra Civil en España, los clericales de
toda Europa sin excepción apoyaron a Francisco Franco, con la única excepción del
filósofo Jacques Maritain.
Por otra
parte, se consolidó un integrismo protestante con la Christian
Identity o elChristian
Reconstructionism en los Estados Unidos o las formas militantes
delfundamentalismo
islámico, politizado sobre todo a partir de la publicación en 1970
del libro del ayatolá Jomeini Velayat-e faqih (Persa: ولایت فقیه, Gobierno
islámico en español), probablemente el más influyente documento
escrito en los tiempos modernos en pro de la Teocracia. O el nacionalismo hindú militante
de la India (Rastrilla
Swayamsevak Sanghy Baratilla
Hanata)
La Inquisición tuvo un gran papel en España
en los siglos XV, XVI y XVII al permitir vertebrar un país muy heterogéneo en
torno a una sola religión, la católica, pero su dominio fue excesivo al
extenderse hasta principios del siglo XIX y se pagó el precio excesivo del
atraso ideológico, económico y político y la extensión generalizada, con ayuda
de lacensura, de la hipocresía y la corrupción moral. Hubo
grandes figuras de polemistas que defendieron los puntos de vista del
abate Barruel.
Lorenzo Hervás y
Panduro escribió unas Causas de la revolución francesa.
FrayFernando de Ceballos y
Mier fue un auténtico martillo de herejes, y escribió La
falsa filosofía, crimen de Estado en seis abultados volúmenes que
logró publicar hasta que se le amordazó cuando amenazaba con el séptimo tomo
(1774) contra "ateológicos, naturalistas, deístas, libertinos, espíritus
fuertes y freethinkers". A estas obras cabe añadir Juicio final de
Voltaire, Insania o demencias de los filósofos confundidas por la
sabiduría de la cruz. El padre Rafael de Vélez escribió Preservativo
contra la irreligión o los planes de la filosofía contra la religión y el
Estado, realizados por la
Francia para subyugar a la Europa, seguidos por Napoleón en la conquista de
España, &c., cuyas primeras ediciones aparecieron en 1812 (Cádiz) y
1813 (Madrid); fue muy reimpreso; a la vuelta de Fernando VII en 1814 compuso la Apología
del Altar y del Trono (1818), donde defendía la mutua alianza de ambas
instituciones contra los liberales. Tras el Trienio Liberal aún compuso unos Apéndices
a las Apologías del Altar y del Trono (Madrid 1825). El dominico Francisco Alvarado,
más conocido por su pseudónimo "el Filósofo Rancio" escribió
diversas Cartas en defensa del integrismo, y también
destacaron en estos respectos escritores como Agustín
de Castro o Nicolás Díaz "el Setabiense".
El Plan de estudios del clerical Francisco Tadeo
Calomarde intentó restablecer las cosas de antaño y la Universidad de
Cervera proclamó aquello tan famoso de "Lejos de nosotros
la funesta manía de pensar". Numerosos clérigos atizaron las guerras
civiles del XIX formando partidas para apoyar al Carlismo cuyo lema era "Dios, Patria
y Fueros" en lasguerras civiles carlistas,
y encontraron estusiastas apologetas en pensadores como Juan Donoso Cortés en
su Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo (1851).
Contra estos se levantaron sin embargo otros, los católicos liberales o Neocatólicos, liderados por fray Ceferino González.
En el siglo
XX, y sobre las bases de las asociaciones de antiguos alumnos de escuelas
católicas (por ejemplo los luises, que sirvieron al padre Ángel Ayala para crear en 1909 laAsociación Católica Nacional de
Propagandistas y su órgano de prensa, El Debate,
1911), que controlaría después la posterior Acción Católica (creada
por Pío XI en 1922), anticiparía la
politización de la iglesia que advendría con los cuadros creados en 1931 por
el Cardenal Ángel Herrera Oria;
este aparato se apoyaría en la quema de iglesias de laSegunda
República para declarar la Guerra Civil
Española como una Cruzada. Los anticlericales aprovecharon este
incentivo para asesinar a numeroso clero secular y regular. Tras la Guerra Civil
Española, los cuadros presididos por Herrera Oria intentaron por
todos los medios (por ejemplo, a través de la Escuela
de Periodismo de la Iglesiacreada en 1960 o la Editorial
Católica y la fundación del periódico procatólico Ya entre
otros y del Instituto
Social Obrero) crear una Democracia Cristiana,
proyecto fracasado a causa de la misma naturaleza de la dictadura y la
vinculación ideológica de la iglesia al régimen del general Franco.
Prevaleciéndose
del nombramiento de la
Guerra Civil como una cruzada, a pesar de la división de la Iglesia, se dio nacimiento
al Nacionalcatolicismo o
lo que el historiador Hugh Trevor-Roper ha
definido como Fascismo clerical,
ideología que impregnó sobre todo los primeros veinte años de la Dictadura de Francisco Franco. La Ley de Principios
del Movimiento Nacional, vigente hasta 1976, decía en su artículo dos:
La
nación española considera como timbre de honor el acatamiento de la ley de
Dios, según la doctrina de la
Iglesia católica, apostólica y romana, única verdadera y fe
inseparable de la conciencia nacional, que inspirará su legislación.
Los obispos
hicieron marchar bajo palio a un caudillo militar que ganó para ellos una
guerra consagrada por Roma como "cruzada cristiana"; desde entonces
el Estado debe cargar con el sostenimiento de esa confesión en base a que la
totalidad de España es católica. La sociedad de posguerra se fue recristianizando
con movimientos como el Opus Dei, los Legionarios de Cristo,
el Camino Neocatecumenal,
la Obra de María (focolares)
yComunión y Liberación (CyL),
mientras por otro lado la iglesia, privada de su ascendiente moral con esta
toma de partido a favor de los adinerados, los poderosos y los vencedores, con
los que se identificaba, perdía su ascendiente entre los pobres con orgullo y
hacía descender drásticamente el número de vocaciones, mientras España se
volvía sociológicamente cada vez más laica.
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