viernes, 3 de enero de 2014

Cómo se hace un Delincuente en Venezuela. Por Kelder Toti

Los hijos de San Dimas.

                                                  Por Kelder Toti

Los dos ladrones fueron crucificados al mismo tiempo que Jesús, uno a su derecha y otro a su izquierda. Según el evangelio de San Mateo, ambos se burlaron al principio de Jesús, sin embargo, los evangelios menciona solamente que fue uno, dice La Biblia: “Uno de los malhechores colgados lo insultaba: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros. El otro le reprendía: Y tú, que sufres la misma pena, ¿no respetas a Dios? Lo nuestro es justo, pues recibimos la paga de nuestros delitos; éste en cambio no ha cometido ningún crimen. 

Y añadió: -“Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí. Jesús le contestó: -Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Aquí se presenta algunas explicaciones breves sobre el surgimiento de los hijos de San Dimas.

La teoría de la asociación diferencial

La vida delictiva parece ser algo que se aprende de la experiencia, el que un joven se encuentre por el "buen" o el "mal" camino depende del ambiente en el que se haya criado. Esta teoría fue expuesta por Edwin Sutherland, la cual plantea que los jóvenes se vuelven delincuentes al aprender maneras incorrectas de sus compañeros y al ver como los adultos poderosos infringen la ley, la existencia de los barrios y en la clase media la existencia de los abusos de Los Círculos Bolivarianos, Junta Comunales y Colectivos; sería el patrón por el cual se guían los hijos de San Dimas. 

De esta forma la gente joven entra en contacto con personas de las cuales aprenden a rechazar los principios legales y adquieren habilidades para infringir las reglas, que se basan en el culto de la fuerza y la violencia. Todo el mundo se expone a posibilidades de este tipo, pero cuando se experimenta más a favor del delito que en contra del mismo el resultado será un delincuente, dispuesto a agredir a sus semejantes. Las actitudes con las que ha estado en contacto han llegado a poseer una fuerza tal que le han enseñado los medios ilegales y no los legales para obtener sus fines.

Toda conducta delictiva tiene su origen en la asociación diferencial. Esta conducta se aprende en asociación con los que definen lo delictivo favorablemente y en aislamiento de los que lo definen desfavorablemente. Según Sutherland: "…una persona en una situación apropiada participa de esa conducta delictiva cuando, y sólo cuando, el peso de las definiciones favorables es superior al de las definiciones desfavorables." 

El autor enfatizó su atención en dos fenómenos: los delincuentes de cuello blanco y las pandillas de adolescentes. Su estudio permitió descubrir una progresión en la conducta delictiva, desde pequeños delitos cometidos en el estímulo del momento hasta operaciones profesionales organizadas bajo la premisa del mínimo riesgo y el máximo beneficio posible, que es el axioma del atracador; el trasgresor no nace se forma poco a poco. Así los delincuentes aprenden sus técnicas y, gradualmente, adquieren un lugar propio en el seno de la sociedad de criminales profesionales, que el máximo eslabón es el pran; y próximamente será el capo.

Es evidente que no se trata de una teoría que suministre una explicación completa, realmente, explica la forma en que se transmite el carácter delictivo, pero  aporta poco al origen de las actitudes antisociales. Muchos fueron los autores que continuaron el desarrollo de la teoría de la asociación diferencial. Thrasher realizó un estudio de las pandillas juveniles de Chicago, considerándolas como una especie de campo de entrenamiento para el delito, algo está sucediendo en el Guarataro o el barrio El Carpintero de Petare, donde los delincuentes juveniles se entrenan para delinquir en El Silencio o en el Este de Caracas.

Lo primero que anima al joven es unirse a sus compañeros por medio de la pandilla, luego es arrastrado a ciertas aventuras y a la experiencia de tener éxito al desobedecer las reglas; así el muchacho es llevado gradualmente a cometer delitos. Al crecer, los jóvenes se han adiestrado en técnicas delictivas dentro de sus pandillas juveniles que gravitan en la jerarquía de profesionales, aprendiendo el uso de armas de fuego, cuando alcanza a los 16 a 18 años el calificativo de “malandro”. Las bandas de delincuentes son el resultado del fracaso de la comunidad para ofrecer salidas razonables a la frustración del adolescente.

Los adolescentes no mayores de 12 años tratan de unirse por imitación a los delincuentes de mayor edad cuyos golpes delictivos son mejor planeados y logran mayor éxito. A su vez, los grupos delictivos de más edad fungen de campo de entrenamiento y fuente de reclutamiento masivo. De esta manera, reproduciendo el modelo y reponiendo las bajas, ya que el promedio de vida no es mayor de 5 años. El joven frustrado de los barrios marginales tiene la alternativa de unirse a una estructura profesional del delito que puede comenzar en la puerta de su casa y terminar en actos delictivos completamente profesionales, fuera del barrio, comenzando con robo de carros y acciones de raterismo a los transeúntes en el barrio hasta alcanzar formar parte de una banda.

De los autores planteados puede concluirse que la imagen de los delincuentes juveniles es la de muchachos sanos de una sociedad enferma, su desgracia fue criarse en una clase en la que el estilo de vida delictivo es más accesible y se aprende más fácil y rápido, que la conformidad a los valores de la clase media, que están siendo cuestionado por la élite de poder, ya que se vive en barrios altamente violento, donde el robo y el asesinato es moneda corriente, y no hay lugar para los cobarde y los débiles.

Los adolescentes están particularmente abiertos al aprendizaje de normas, actitudes y valores de cualquier grupo al que se exponga. El mejor elemento de predicción en solitario del comportamiento adolescente, tanto de conformidad como de desviación, es el comportamiento de los amigos más cercanos. El comportamiento delictivo de los adolescentes es, fundamentalmente, un comportamiento grupal, ya que su acción es en grupo de tres a cinco individuos, solo atendiéndolo tanto individualmente como grupal, se romperá el círculo vicioso. 

A la final, así como las personas aprenden a través del proceso de socialización como ser conformistas con las normas de su sociedad, aceptar el ser un fracasado o depender del Estado para surgir, también aprenden cómo apartarse de esas normas. Tanto la desviación como el comportamiento conformista, son productos de la socialización, ante el fracaso del modelo de movilidad social o la posibilidad de oportunidades para todos. 

La teoría de la anomia

Se interpreta el comportamiento delictivo como un síntoma de la frustración, que puede acentuarse entre grupos que sufren una presión social especial. Emile Durkheim utiliza la palabra anomia para designar una dolencia social en la que las presiones reguladoras y controladoras de una costumbre social son reducidas de forma que los individuos se encuentran sin guía ni freno, esto fue acelerado por la lenidad de las leyes venezolana, que por despejar las cárceles, facilitan la evasión del predelincuente, a través de la presentación, no existiendo ninguna institución que se encargue de su reincersión.

Al aumentar la movilidad social el individuo pierde sus esperanzas límites que podrían frenar sus apetencias y ambiciones. Al aumentar las posibilidades, mayor es el peligro de insatisfacción y desencanto. Así, las libertades modernas exponen a las generaciones más jóvenes a mayores oportunidades tanto para el bien como para el mal.

Un aumento de las oportunidades para la expresión de la personalidad se convierte en la causa que facilita el aumento de las tentaciones y ocasiones para realizar actos ilícitos, al no existir un ente regulador ni a nivel comunitario como local, al eliminar la Jefatura Civil, al limitar la capacidad formadora de la escuela y la Iglesia (tanto católica como evangélica), como forma de control social; transfiriendo sus funciones a organizaciones que no cumplen ningún rol social como son: Las misiones o Las Juntas Comunales; que no han podido llenar el vacío dejado por estas instituciones.

La noción de anomia también ha sido desarrollada por Merton que la define como una forma de caos cultural, producida por una discrepancia entre las metas culturalmente aceptadas y los medios institucionalizados para alcanzar dichas metas, ambos simbolizan la categoría y el éxito en la sociedad, y el no alcanzarla enfatiza su fracaso.

Según la posición de un individuo en la sociedad, el sistema social actúa como una puerta abierta o como una barrera. Así, los jóvenes pobres se encuentran en desventaja en la carrera hacia los símbolos del éxito aunque están bajo la misma presión de obtenerlos. Cuando la sociedad se organiza lo hace de forma tal, que suscita en la clase baja aspiraciones que luego son frustradas, al no poder satisfacerla, al no existir un crecimiento real de la economía, entonces la sociedad obtiene los delincuentes que se merece, dándose los ajuste de cuenta y ensañamiento, al resolver sus diferencias de manera violenta.

La más grave de estos tipos de respuesta del antisocial; es el retraído por ser un individuo que rechaza todo marco de referencia de la sociedad convencional, repudiando tanto los fines como los medios; está dispuesto a cualquier medio para lograr sus fines, derivación  que se expone desde la élite de poder, al presentarse como individuos exitosos por lo logros materiales alcanzados.

Por su parte, los innovadores tuercen las reglas para conseguir una mayor probabilidad de obtener beneficios, son inadaptados de forma menos personal que los retraídos pero son delincuentes en potencia, la diferencia es que no toman acciones violentas. Generalmente, estos individuos pertenecen a los estratos marginales, que se evaden drogándose con regularidad haciéndose adictos, en las que las oportunidades de mejorar no se comparan con las recompensas obtenidas por incurrir en una carrera delictiva, siendo conciente de su trágico final. 

La teoría de las subculturas criminales

El estudió de la subcultura delictiva, es el aspecto social y los orígenes de los miembros de las bandas de delincuentes. Las actitudes de la clase obrera y marginal hacen a los jóvenes menos capaces de beneficiarse de las oportunidades de progreso convencionales, ellos están en desventaja porque el éxito parece estar reservado para las personas de clase media y clase alta, de ahí su odio hacia ellos, que se pueden apreciar en los secuestros. Al darse cuenta de su situación, los muchachos de clase baja y marginal reaccionan rechazando los valores, la respetabilidad y la moralidad de la clase media, la que encuentran vacía, en última instancia aceptarán los valores de la Iglesia evangélica como forma de aminorar su remordimiento de conciencia, y escapar de su situación.

Así, al manifestar desprecio por las autoridades que los habían rechazado, el joven libera sus sentimientos y obtiene la admiración de otros. Entonces, los individuos afectados se juntan para conformar una especie de solución colectiva para su descontento, y cada miembro del grupo recibe apoyo de otros, cuya situación es parecida, atacando en forma sincronizadas, tomando el control de los barrios, la muerte de un policía por ejemplo es una forma de status, y su arma el trofeo.

El resentimiento contra lo que los rodea y contra lo que defienden las autoridades, explica dos rasgos importantes de la ética de las pandillas: la hostilidad para con cualquier forma de control externo y el hedonismo frustrado, y exaltado en ropa y zapatos de marca. Es importante tener en cuenta que la lealtad característica de los miembros pertenecientes a una pandilla contribuye a la ruina familiar, de la misma forma que los conflictos familiares contribuyen a reclutar pandilleros, entrenándose en cada una de las actividades delictivas.

Cohen atribuyó a las subculturas criminales las características de no utilitarias, por no constituir medios racionales para obtener un fin determinado, maliciosas, porque causa diversión hacer daño a otros personas, y negativistas, porque el comportamiento dentro de ellas es aceptado por representar una polaridad negativa a las normas de la clase media y alta, basada en el trabajo y en el estudio, pero en realidad su situación puede ser percibida como un golpe de suerte, el régimen político estimula tal visión carente de cualquier fundamento, quitándole legitimidad al sistema político y social, el ejemplo que un autobusero del metro llegara a la presidencia, es una triste metáfora para con el grupo.

La subcultura criminal es una solución para los jóvenes de clase baja y marginal, porque les permite obtener los modelos sociales de éxito por medio de comportamientos de agresión y vandalismo, logrando escapar de una intolerable frustración y ansiedad, siendo reprimidos con brutalidad por el Sebin, Guardia Nacional, Policía Nacional y el CICPC.

Miller sugirió que la subcultura de clase obrera, campesina y marginal, puede producir la delincuencia por si misma sin que sea necesaria la reacción de la pandilla en contra de los valores de la clase media. Esto porque los valores de la clase baja animan actitudes consideradas semi delincuentes, que se subrayan en el amiguismo, el oportunismo, el facilismo, el clientelismo, etc. En estas pandillas el resentimiento ante la coerción representa por una compensación al sentimiento de dependencia representado por la búsqueda de situaciones aptas para delinquir, de forma que ser encerrado en una cárcel se vuelve un premio, que permite mejorar su rendimiento.

Por su parte, Wilkins trata de explicar la dinámica social de la formación de una subcultura de la delincuencia. Estudió el grado de tolerancia del comportamiento desviado según la organización de una comunidad. Así, en una comunidad urbana muy organizada, las desviaciones parecerán extremas y las reacciones también lo serán, pero en el caso de Venezuela la organización es muy precaria, y es relativamente fácil delinquir. 

El autor observó que mientras mayor es la presión hacia el conformismo, es más probable que los individuos reaccionen negativamente y busquen refugio en las subculturas criminales, solo promoviendo la cultura de la movilidad social basada en el trabajo y el estudio, permitirá controlar la situación. Se da un círculo vicioso en el que la información inadecuada hace que más actos sean vistos como intolerables, esto significa que más individuos son rechazados por su comportamiento y, estos comienzan a desarrollar sus valores desviados, lo que comienza de nuevo el ciclo.

Cloward y Ohlin expusieron una teoría que explica los contrastes entre las subculturas de delincuentes frustrados y las que ascienden hacia una exitosa carrera delictiva. La conquista de una protesta contra los valores de la clase media depende de la medida en que se aprovechen los valores de oposición y los cursos alternativos de acción. Entonces, sólo los vecindarios donde crece una comunidad de delincuentes ofrecen a los jóvenes una gran oportunidad para aprender el papel delictivo, si uno estudia la dirección de los sentenciados provienen en su mayoría de barrios o vecindarios donde impera los valores del hampa.

En contraposición, Matza llama la atención acerca de la falta de base para la existencia de actitudes que se atribuyen a los delincuentes. El estereotipo sociológico de un delincuente juvenil como un individuo dedicado a una cultura de oposición no parece ser real. Por lo general el delincuente aprendido no se considera a sí mismo como un mártir de la causa, por el contrario, siente remordimiento por su comportamiento, y lo plantea como una excusa. El valor de la crítica de Matza está en llamar la atención en cuanto a valoraciones exageradas del poder y la importancia de las actitudes antisociales.

Fyvel describe los rasgos de los jóvenes y se interesa por los géneros de conflicto de clases que pueden originar una juventud desilusionada e inclinada a la delincuencia. Una de las peores fuentes de trastorno es el sistema educativo, los muchachos son entregados al mercado laboral sin la capacidad ni la preparación suficiente, en el mejor de los casos, y el peor no encuentran ocupación; en las escuelas desestructuradas y poco cohesionada, que no lo forman ni para vida ni para sociedad. De esta forma son apartados de la estructura de la clase media que conduce al éxito, situación que está siendo revertida por el éxodo al extranjero de profesionales, y pasa a considerarse como un fracaso social más.

Los conflictos de clase responsables de las subculturas delincuentes asumen formas diferentes según la naturaleza de la cultura dominante de la que se derivan. Existen fenómenos que simbolizan la repulsa a una meritocracia de la educación por parte de los jóvenes frustrados que sufren restricciones sin lograr las recompensas que, supuestamente, están abiertas para todos, pero en realidad se les ofrece a los alineados al régimen.

La teoría de la elección racional

Ve a la delincuencia juvenil como una perspectiva individual. Existen teóricos que argumentan que aquellas personas que se desvían no saben lo que están haciendo, sin embargo, los teóricos de la elección racional sostienen que en algunos de los casos la desviación es el resultado de un cálculo altamente racional de riesgos y recompensas. Los individuos ponen en uno de los lados de la balanza las posibilidades de obtener un beneficio, y del otro, los riesgos de ser atrapado. Es así como deciden su curso de acción.

Pero, es importante tener en cuenta que, no todos los jóvenes escogen las acciones más racionales. Sus valores difieren de los valores de las personas adultas, y, en la mayoría de los casos, estos valores todavía no se han formado completamente. Por tal razón, sus motivos para delinquir pueden ser diferentes de los motivos de un adulto criminal. A los adolescentes se les conoce frecuentemente por no pensar antes de actuar, de forma que las acciones delincuenciales son resultado de actuar en contra de la autoridad o de rebelarse contra los valores y normas dominantes en la sociedad.

Teoría del conflicto social:

Los principales exponentes de esta teoría son Vold, Chambliss, Quinney y Turk, quienes defienden la idea que la sociedad está dividida en distintos grupos que poseen valores, metas y normas diferentes lo que genera conflictos entre ellos. Cada uno de estos grupos busca imponer sus intereses por encima de los demás, así la definición de lo que es correcto o no es una prerrogativa de aquellos que tienen el poder político, para definirlo de acuerdo a sus propios intereses y concepciones. La naturaleza del delito es determinada por la clase social dominante para procurar ventajas a sus intereses materiales y su concepción de la moralidad, esta teoría sociológica, no es muy divulgada por crítica social subyacente.

De lo expuesto se deduce que no todos los actos considerados como delitos son la expresión de los intereses del grupo social dominante, por lo que ninguna norma es apoyada por todos los distintos grupos que conforman la vida societal, justificando su disfunción por el ejemplo que dan las élites de poder, funcional, simbólica, tradicional y económica. 

Los teóricos del conflicto argumentan que el vandalismo es el resultado de un conflicto societal, entre dos o más grupos, conflicto con base en la clase social y a la economía (lucha de poder). El conflicto puede surgir entre el sistema legal y grupos minoritarios que se sienten oprimidos por este sistema. El carácter del conflicto puede ser étnico, racial, político, social o ideológico.

Desde esta perspectiva la delincuencia es vista como una situación en la que se recurre a la acción delictiva para escapar de una situación abusiva, el individuo se revela en contra de la sociedad represiva dominante. Esta forma juvenil de exteriorizar el conflicto puede ser mal vista desde el punto de vista legal, pero puede ser moralmente correcta y estar justificada. Aunque, si un joven mata con un cuchillo a un compañero, el acto es difícilmente justificable de manera racional.

Teoría del etiquetamiento:

Una de las principales referencias del labelling, se encuentra en la construcción de la figura del outsider por Howard Becker. Quien actúa violando las reglas establecidas de los distintos grupos sociales, le es adjudicada una etiqueta de desviado por parte de las personas que cuentan con el poder de fijar las reglas. Es importante tomar en cuenta que la comprensión de este fenómeno debe enmarcarse en un contexto normativo dado y una época determinada, el calificativo de balandro vendría justificar lo anterior.

La aplicación de una etiqueta es el resultado de un proceso político porque es sólo el comportamiento discriminado el que viola las reglas dominantes que han sido impuestas por medio de criterios de poder. Entonces, la conducta desviada es consecuencia de un proceso de interacción entre la acción que es cuestionada y la reacción que viene de otros individuos.

Así se conforma una carrera criminal que, al ser complementado con el mecanismo de la profecía autorrealizable, hace que el individuo termine modelando su identidad según la imagen que los demás tienen de él.  Los grupos sociales producen la desviación al hacer las reglas cuya violación constituye una desviación, al aplicar estas reglas a los individuos y al etiquetarlos como extraños. Desde este punto de vista la desviación no es una cualidad del acto que se comete, sino que es consecuencia de la aplicación por otros de las reglas y sanciones al culpable. El desviado es aquella persona a la que la etiqueta le ha sido aplicada exitosamente. Cuando un individuo es atrapado por haber cometido un crimen pude comenzar a verse en un contexto negativo, de lo contrario es valorado positivamente.

La teoría del etiquetamiento es crucial para entender la delincuencia porque es durante la adolescencia cuando termina de formar la identidad de sí mismo, que puede situarse en los trece años en promedio. Esta teoría también ayuda a explicar las consecuencias a largo plazo de la etiqueta de desviado en la identidad social del individuo. 

Si un joven es etiquetado como delincuente, su propia identidad puede desarrollarse de forma que se vuelva más propenso a verse envuelto en actividades criminales. Por el concepto negativo de su identidad, escogerá involucrarse con el crimen y asociarse con otros delincuentes con los que comparte la etiqueta, solo a través de la acción de la psicopedagogía en la escuela, se puede corregir esta desviación, el problema es que al implementar las misiones se obtuvo la producción masiva de títulos, sin formación para el aprendizaje alguna. 

Teoría del control social

Por medio del control social se describen los mecanismos mediante los que la sociedad ejerce su dominio sobre la totalidad de los individuos que la integran. Es gracias a este control que se superan tanto las tensiones como los conflictos, mientras más rígido sea el control, mayor afianzamiento y permanencia del sistema social, que se ejercía desde la Jefatura Civil, Escuela, Iglesia y familia; su fracaso refleja el atraso de la sociedad en su conjunto.

El ejercicio del control social se da a través de la reacción social, la respuesta reprobatoria que la audiencia social atribuye al comportamiento humano que llega a apartarse de las expectativas sociales, por ello se prefiere a nivel retórico la negociación y la conciliación, y en la práctica se busca la liquidación física del trasgresor.

Los teóricos del control social comienzan su planteamiento con la premisa que el comportamiento es antisocial y delincuente por naturaleza. Travis Hirschi establece que los seres humanos son animales, capaces cometer actos criminales porque está en su naturaleza hacerlo. Así, los delincuentes son las personas que externalizan sus inclinaciones más primitivas, ya que es lo que les permite sobrevivir en el ambiente de los barrios bajos, de lo contrario serían asesinados por otras bandas.

Esta perspectiva plantea que los miembros de una sociedad forman vínculos con otros miembros o instituciones. Los vínculos sociales identificados por Hirschi incluyen: los lazos afectivos que se desarrollan entre los niños y las personas más cercanas a ellos, el compromiso con las normas sociales de comportamiento y con el éxito en lo que se refiere a las recompensas de tales valores, la participación en diferentes actividades ya que, mientras más actividades realice una persona, menos tiempo le queda para meterse en problemas, la promoción de los criollitos de Venezuela, debería ser una prioridad del Estado, que pudiera suplir las carencias de la escuela y la familia y, por último, el hecho que la mayoría de las personas son criadas para respetar y creer en las leyes. Por la creación de estos vínculos el individuo internaliza las normas de la sociedad, el problema es que la escuela no forma, y es una franquicia de títulos.

Entonces, la teoría del control social atribuye a la delincuencia juvenil la falla de la juventud de crear los mismos vínculos y niveles de capital social que los ciudadanos de ley. Esta falla en su proceso de socialización hace que los jóvenes que la padezcan sean más propensos a involucrarse en actividades criminales, ya que el cumplimiento de la Ley no acarrea premios sociales, sino por el contrario, la visión de ser estúpido o tonto.

Teoría de la presión:

Esta teoría se preocupa de cómo la estructura de la sociedad contribuye a que algunos de sus miembros no puedan alcanzar sus metas. Esto crea una presión que abre el camino para que el individuo rechace las metas aprobadas culturalmente y se acerque a la delincuencia y al comportamiento criminal, que son una alternativa válida entre la población de bajos recursos, ante la falta de perspectivas y movilidad social, que es una de las cosas que busca un capo o un pran, al conformar una banda criminal.

La teoría sostiene que las personas que cometen crímenes poseen, básicamente, los mismos valores que todos los demás, en estos valores se encuentra un predominio de logros y éxito. Los caminos para conseguir el éxito están restringidos para las personas de clase social baja y marginal, entonces, los individuos de este estrato enfrentan un gran dilema: o renuncian a los valores de éxito y prosperidad o abandonan la obediencia a la ley, por lo general se deciden por lo último, ante la falta de empleos bien remunerados en la industria fabril, al destruir el Estado con sus políticas, los puestos laborables en las fábricas, que son los únicos que pueden proporcionar en cantidad trabajo, formación y poder adquisitivo, de manera rápida.

Las condiciones de la sociedad que le impiden al joven lograr el éxito pueden causar un desafío hacia las normas y valores socialmente aceptados, lo que lo conduce a involucrarse en actos delictivos. Este patrón de delincuencia puede llevar al joven a una vida en prisión o a una vida sin éxito, lo que hace de él una persona con baja autoestima, y la acción delictiva se convierte en un catalizador para aliviar su frustración.

El planteamiento central es que los jóvenes de clase baja comparten los valores de éxito de la cultura dominante pero, por una inadecuada socialización, son incapaces de competir efectivamente. Esto produce una tensión que deben procurar resolver para no caer en una vida de delito. 

Teoría de la cultura de la desviación

Ve a la delincuencia en función del ambiente en el cual el joven vive. El ritmo de la delincuencia es mayor en la periferia de las ciudades, en vecindarios empobrecidos o marginales. Los teóricos de esta perspectiva afirman que el ritmo de la delincuencia se mantiene constante incluso cuando las personas que allí viven cambian completamente.

De esto se deduce que es el ambiente el que produce a los delincuentes, en general, y a los delincuentes juveniles, en particular, y específicamente el sicariato. Las condiciones que conduce a la creación de un ambiente delincuencial, son las condiciones sociales propias de estas áreas: segregación económica, racial y étnica y una alta incidencia de enfermedades sociales (mortalidad infantil, desempleo, deserción escolar, prostitución, embarazo de adolescente, etc.). El criarse en áreas culturalmente desviadas generará estilos de vida criminales, en las que los individuos pueden aprender patrones de comportamiento desviados, y aprenden a vivir con ellos.

Todas las teorías hasta ahora expuestas explican las causas sociales de la delincuencia juvenil en cierta forma. Es necesario tomar en cuenta que estas teorías dejan de explicar fenómenos importantes dentro de la temática –esta afirmación no pretende quitarles mérito- porque, como todo problema social, la delincuencia juvenil es producida por un gran número de factores causales. Por esta razón, la clave para tratar de explicar la delincuencia juvenil es tratar de "rellenar" los vacíos con las respuestas de las otras teorías, es decir, complementar una teoría con otra. 

La teoría crítica

La criminología crítica contempla la delincuencia desde puntos de vista metodológicos que cuestionan tanto la competencia objetiva como la subjetiva de los tribunales de menores y ordinarios, en cuanto a las competencias y soluciones de las infracciones juveniles o de adultos, lo deseable sería juzgarlos como adulto y que purgarán su sentencia, de demostrarse con el tiempo que no son una amenaza, se les concedería una liberta vigilada, pero la realidad es que son liberados y su presentación a firmar en tribunales, no los estimula a cambiar de actitud, reincidiendo en infracciones cada vez mayores.
Las teorías tradicionales no toman en cuenta la dimensión, social, económica y política del hacer y el ser del hombre, por lo que entendían el delito como acción individual que resulta de la voluntad del delincuente, esto se puede aplicar en las áreas rurales, donde la emigración de colombianos, traslada sus formas violentas al entorno local, después de todo quien es el culpable, el mono o quien le da la navaja.

En contraposición, para la teoría crítica, la acción delictiva proviene de dos sujetos activos: la sociedad y el individuo. La acción individual no es libre ni está enteramente predeterminada. Junto a la acción del delincuente se encuentra también la reacción de la sociedad, entonces el delito se atribuye más a la sociedad que al delincuente por ser ésta la que etiqueta como delito ciertas acciones y la que atribuye la categoría de delincuentes a las personas que llevan a cabo esas acciones, pero cuando es la sociedad que delinque, se pierde la base moral, que permitiría afrontar la acción del hampa, prefiriendo los ajusticiamiento, lo que endurecen la acción delictiva.
La delincuencia juvenil es una realidad social conflictiva que surge de la acción y reacción dialécticas entre la estructura y los individuos. Esta realidad es positiva porque manifiesta la postura de la juventud ante los problemas de la sociedad, y negativa, porque viola algunos de los derechos del hombre, el problema es cuando intenta controlar el territorio, a costa de otras bandas o aliándose con ellas, padeciendo el suburbio de una guerra entre pandillas, ante la falta de control de la Policía, Sebin y Guardia Nacional.

La noción de delito juvenil es el resultado de la relación dialéctica que se produce entre el joven que es influido por la estructura y el etiquetamiento de los controles sociales, sin olvidar que estos controles también actúan presionados por esa estructura; y reforzado por la cultura popular y el respeto que genera en los barrios marginales, en realidad ser “malandro” es tener una profesión respetable, dado la pérdida de valores sociales, por parte de la masa de los bajos estratos.

En cuanto a la acción delictiva juvenil, los autores críticos plantean que al ser menor la edad del sujeto, menor va a ser su actividad delictiva y mayor su pasividad de etiquetación, cosa infundada, ya que comienzan a delinquir desde temprana edad, no existiendo ningún tipo de control social sobre el niño trasgresor. Si es menor su actividad delictiva es menor el perjuicio producido y, por consiguiente, es menor su culpabilidad y responsabilidad porque a su edad la libertad es muy reducida, y es lo que establece la Ley. En cuanto a la pasividad, lo que aumenta es la victimización o la estigmatización en la personalidad del joven, que todavía se encuentra en proceso de formación.

Los jóvenes intensifican su cultura hamponil y retrasan la entrada al mundo de los adultos, es de esta forma que crean su propio grupo (la sociedad juvenil) cada vez más grande y contestatario, que se puede ver en los graffiteros. Como control social, la sociedad también es un sujeto activo de la delincuencia, por su acción inmediata de controlar, criminalizar y estigmatizar; a las personas de las clases bajas sin permitirle su redención social fuera del discurso vacío. 

Los delitos juveniles no existirían si la autoridad no formula leyes que tipifiquen y criminalicen un comportamiento determinado. Los controles sociales sancionan a los individuos, beneficiando menos y perjudicando más en proporción inversa a la edad de los jóvenes, cosa que es un error, y “les da alas a  los alacranes”. Además, el ambiente comunitario disminuye la libertad de los sujetos también en proporción inversa a su edad, obteniendo la libertad en el ambiente delictivo, solo con programas de control psicopedagógico en la Jefatura Civil se logrará atenuar lo anterior.

La criminología crítica propone una única respuesta a la delincuencia juvenil que es la comprensión de esta realidad social como un conflicto normal que nace por la injusticia estructural y que, como consecuencia, pide la reforma de la estructura como la solución, quizás sea la única solución racional para Venezuela.

                                       Bibliografía

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1 comentario:


  1. no entiendo porque en las escuelas hay estudiantes
    groser@s, creo que esa es una forma de de formarse un delincuentes . Es decir,insultas
    todos los dias a un nin@ y se vuelve delincuente
















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