Por Kelder Toti
Los dos ladrones fueron crucificados al mismo tiempo que Jesús, uno a su
derecha y otro a su izquierda. Según el evangelio de San Mateo, ambos se
burlaron al principio de Jesús, sin embargo, los evangelios menciona solamente
que fue uno, dice La Biblia: “Uno de los malhechores colgados lo insultaba:
¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros. El otro le reprendía: Y tú,
que sufres la misma pena, ¿no respetas a Dios? Lo nuestro es justo, pues
recibimos la paga de nuestros delitos; éste en cambio no ha cometido ningún
crimen.
Y añadió: -“Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí. Jesús le
contestó: -Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Aquí se presenta
algunas explicaciones breves sobre el surgimiento de los hijos de San Dimas.
La teoría de la asociación diferencial
La vida delictiva parece ser algo que se aprende de
la experiencia, el que un joven se encuentre por el "buen" o el
"mal" camino depende del ambiente en el que se haya criado. Esta
teoría fue expuesta por Edwin Sutherland, la cual plantea que los jóvenes se
vuelven delincuentes al aprender maneras incorrectas de sus compañeros y al ver
como los adultos poderosos infringen la ley, la existencia de los barrios y en
la clase media la existencia de los abusos de Los Círculos Bolivarianos, Junta
Comunales y Colectivos; sería el patrón por el cual se guían los hijos de San
Dimas.
De esta forma la gente joven entra en contacto con
personas de las cuales aprenden a rechazar los principios legales y adquieren
habilidades para infringir las reglas, que se basan en el culto de la fuerza y
la violencia. Todo el mundo se expone a posibilidades de este tipo, pero cuando
se experimenta más a favor del delito que en contra del mismo el resultado será
un delincuente, dispuesto a agredir a sus semejantes. Las actitudes con las que
ha estado en contacto han llegado a poseer una fuerza tal que le han enseñado
los medios ilegales y no los legales para obtener sus fines.
Toda conducta delictiva tiene su origen en la
asociación diferencial. Esta conducta se aprende en asociación con los que
definen lo delictivo favorablemente y en aislamiento de los que lo definen
desfavorablemente. Según Sutherland: "…una persona en una situación
apropiada participa de esa conducta delictiva cuando, y sólo cuando, el peso de
las definiciones favorables es superior al de las definiciones
desfavorables."
El autor enfatizó su atención en dos fenómenos: los
delincuentes de cuello blanco y las pandillas de adolescentes. Su estudio
permitió descubrir una progresión en la conducta delictiva, desde pequeños
delitos cometidos en el estímulo del momento hasta operaciones profesionales
organizadas bajo la premisa del mínimo riesgo y el máximo beneficio posible,
que es el axioma del atracador; el trasgresor no nace se forma poco a poco. Así
los delincuentes aprenden sus técnicas y, gradualmente, adquieren un lugar
propio en el seno de la sociedad de criminales profesionales, que el máximo
eslabón es el pran; y próximamente será el capo.
Es evidente que no se trata de una teoría que
suministre una explicación completa, realmente, explica la forma en que se
transmite el carácter delictivo, pero aporta poco al origen de las
actitudes antisociales. Muchos fueron los autores que continuaron el desarrollo
de la teoría de la asociación diferencial. Thrasher realizó un estudio de las
pandillas juveniles de Chicago, considerándolas como una especie de campo de
entrenamiento para el delito, algo está sucediendo en el Guarataro o el barrio
El Carpintero de Petare, donde los delincuentes juveniles se entrenan para
delinquir en El Silencio o en el Este de Caracas.
Lo primero que anima al joven es unirse a sus compañeros
por medio de la pandilla, luego es arrastrado a ciertas aventuras y a la
experiencia de tener éxito al desobedecer las reglas; así el muchacho es
llevado gradualmente a cometer delitos. Al crecer, los jóvenes se han
adiestrado en técnicas delictivas dentro de sus pandillas juveniles que
gravitan en la jerarquía de profesionales, aprendiendo el uso de armas de
fuego, cuando alcanza a los 16 a 18 años el calificativo de “malandro”. Las
bandas de delincuentes son el resultado del fracaso de la comunidad para
ofrecer salidas razonables a la frustración del adolescente.
Los adolescentes no mayores de 12 años tratan de
unirse por imitación a los delincuentes de mayor edad cuyos golpes delictivos
son mejor planeados y logran mayor éxito. A su vez, los grupos delictivos de
más edad fungen de campo de entrenamiento y fuente de reclutamiento masivo. De
esta manera, reproduciendo el modelo y reponiendo las bajas, ya que el promedio
de vida no es mayor de 5 años. El joven frustrado de los barrios marginales tiene
la alternativa de unirse a una estructura profesional del delito que puede
comenzar en la puerta de su casa y terminar en actos delictivos completamente
profesionales, fuera del barrio, comenzando con robo de carros y acciones de
raterismo a los transeúntes en el barrio hasta alcanzar formar parte de una
banda.
De los autores planteados puede concluirse que la
imagen de los delincuentes juveniles es la de muchachos sanos de una sociedad
enferma, su desgracia fue criarse en una clase en la que el estilo de vida
delictivo es más accesible y se aprende más fácil y rápido, que la conformidad
a los valores de la clase media, que están siendo cuestionado por la élite de
poder, ya que se vive en barrios altamente violento, donde el robo y el
asesinato es moneda corriente, y no hay lugar para los cobarde y los débiles.
Los adolescentes están particularmente abiertos al
aprendizaje de normas, actitudes y valores de cualquier grupo al que se
exponga. El mejor elemento de predicción en solitario del comportamiento
adolescente, tanto de conformidad como de desviación, es el comportamiento de
los amigos más cercanos. El comportamiento delictivo de los adolescentes es,
fundamentalmente, un comportamiento grupal, ya que su acción es en grupo de
tres a cinco individuos, solo atendiéndolo tanto individualmente como grupal,
se romperá el círculo vicioso.
A la final, así como las personas aprenden a través
del proceso de socialización como ser conformistas con las normas de su
sociedad, aceptar el ser un fracasado o depender del Estado para surgir,
también aprenden cómo apartarse de esas normas. Tanto la desviación como el
comportamiento conformista, son productos de la socialización, ante el fracaso
del modelo de movilidad social o la posibilidad de oportunidades para todos.
La teoría de la anomia
Se interpreta el comportamiento delictivo como un
síntoma de la frustración, que puede acentuarse entre grupos que sufren una
presión social especial. Emile Durkheim utiliza la palabra anomia para designar
una dolencia social en la que las presiones reguladoras y controladoras de una
costumbre social son reducidas de forma que los individuos se encuentran sin
guía ni freno, esto fue acelerado por la lenidad de las leyes venezolana, que
por despejar las cárceles, facilitan la evasión del predelincuente, a través de
la presentación, no existiendo ninguna institución que se encargue de su
reincersión.
Al aumentar la movilidad social el individuo pierde
sus esperanzas límites que podrían frenar sus apetencias y ambiciones. Al
aumentar las posibilidades, mayor es el peligro de insatisfacción y desencanto.
Así, las libertades modernas exponen a las generaciones más jóvenes a mayores
oportunidades tanto para el bien como para el mal.
Un aumento de las oportunidades para la expresión
de la personalidad se convierte en la causa que facilita el aumento de las
tentaciones y ocasiones para realizar actos ilícitos, al no existir un ente
regulador ni a nivel comunitario como local, al eliminar la Jefatura Civil, al
limitar la capacidad formadora de la escuela y la Iglesia (tanto católica como
evangélica), como forma de control social; transfiriendo sus funciones a
organizaciones que no cumplen ningún rol social como son: Las misiones o Las
Juntas Comunales; que no han podido llenar el vacío dejado por estas
instituciones.
La noción de anomia también ha sido desarrollada
por Merton que la define como una forma de caos cultural, producida por una
discrepancia entre las metas culturalmente aceptadas y los medios
institucionalizados para alcanzar dichas metas, ambos simbolizan la categoría y
el éxito en la sociedad, y el no alcanzarla enfatiza su fracaso.
Según la posición de un individuo en la sociedad,
el sistema social actúa como una puerta abierta o como una barrera. Así, los
jóvenes pobres se encuentran en desventaja en la carrera hacia los símbolos del
éxito aunque están bajo la misma presión de obtenerlos. Cuando la sociedad se
organiza lo hace de forma tal, que suscita en la clase baja aspiraciones que
luego son frustradas, al no poder satisfacerla, al no existir un crecimiento
real de la economía, entonces la sociedad obtiene los delincuentes que se
merece, dándose los ajuste de cuenta y ensañamiento, al resolver sus
diferencias de manera violenta.
La más grave de estos tipos de respuesta del antisocial;
es el retraído por ser un individuo que rechaza todo marco de referencia de la
sociedad convencional, repudiando tanto los fines como los medios; está
dispuesto a cualquier medio para lograr sus fines, derivación que se
expone desde la élite de poder, al presentarse como individuos exitosos por lo
logros materiales alcanzados.
Por su parte, los innovadores tuercen las reglas
para conseguir una mayor probabilidad de obtener beneficios, son inadaptados de
forma menos personal que los retraídos pero son delincuentes en potencia, la
diferencia es que no toman acciones violentas. Generalmente, estos individuos
pertenecen a los estratos marginales, que se evaden drogándose con regularidad
haciéndose adictos, en las que las oportunidades de mejorar no se comparan con
las recompensas obtenidas por incurrir en una carrera delictiva, siendo
conciente de su trágico final.
La teoría de las subculturas criminales
El estudió de la subcultura delictiva, es el
aspecto social y los orígenes de los miembros de las bandas de delincuentes.
Las actitudes de la clase obrera y marginal hacen a los jóvenes menos capaces
de beneficiarse de las oportunidades de progreso convencionales, ellos están en
desventaja porque el éxito parece estar reservado para las personas de clase
media y clase alta, de ahí su odio hacia ellos, que se pueden apreciar en los
secuestros. Al darse cuenta de su situación, los muchachos de clase baja y
marginal reaccionan rechazando los valores, la respetabilidad y la moralidad de
la clase media, la que encuentran vacía, en última instancia aceptarán los
valores de la Iglesia evangélica como forma de aminorar su remordimiento de
conciencia, y escapar de su situación.
Así, al manifestar desprecio por las autoridades
que los habían rechazado, el joven libera sus sentimientos y obtiene la
admiración de otros. Entonces, los individuos afectados se juntan para
conformar una especie de solución colectiva para su descontento, y cada miembro
del grupo recibe apoyo de otros, cuya situación es parecida, atacando en forma
sincronizadas, tomando el control de los barrios, la muerte de un policía por
ejemplo es una forma de status, y su arma el trofeo.
El resentimiento contra lo que los rodea y contra
lo que defienden las autoridades, explica dos rasgos importantes de la ética de
las pandillas: la hostilidad para con cualquier forma de control externo y el
hedonismo frustrado, y exaltado en ropa y zapatos de marca. Es importante tener
en cuenta que la lealtad característica de los miembros pertenecientes a una
pandilla contribuye a la ruina familiar, de la misma forma que los conflictos
familiares contribuyen a reclutar pandilleros, entrenándose en cada una de las
actividades delictivas.
Cohen atribuyó a las subculturas criminales las
características de no utilitarias, por no constituir medios racionales para
obtener un fin determinado, maliciosas, porque causa diversión hacer daño a
otros personas, y negativistas, porque el comportamiento dentro de ellas es
aceptado por representar una polaridad negativa a las normas de la clase media
y alta, basada en el trabajo y en el estudio, pero en realidad su situación
puede ser percibida como un golpe de suerte, el régimen político estimula tal
visión carente de cualquier fundamento, quitándole legitimidad al sistema
político y social, el ejemplo que un autobusero del metro llegara a la
presidencia, es una triste metáfora para con el grupo.
La subcultura criminal es una solución para los
jóvenes de clase baja y marginal, porque les permite obtener los modelos
sociales de éxito por medio de comportamientos de agresión y vandalismo,
logrando escapar de una intolerable frustración y ansiedad, siendo reprimidos
con brutalidad por el Sebin, Guardia Nacional, Policía Nacional y el CICPC.
Miller sugirió que la subcultura de clase obrera,
campesina y marginal, puede producir la delincuencia por si misma sin que sea
necesaria la reacción de la pandilla en contra de los valores de la clase
media. Esto porque los valores de la clase baja animan actitudes consideradas
semi delincuentes, que se subrayan en el amiguismo, el oportunismo, el
facilismo, el clientelismo, etc. En estas pandillas el resentimiento ante la
coerción representa por una compensación al sentimiento de dependencia
representado por la búsqueda de situaciones aptas para delinquir, de forma que
ser encerrado en una cárcel se vuelve un premio, que permite mejorar su
rendimiento.
Por su parte, Wilkins trata de explicar la dinámica
social de la formación de una subcultura de la delincuencia. Estudió el grado
de tolerancia del comportamiento desviado según la organización de una
comunidad. Así, en una comunidad urbana muy organizada, las desviaciones
parecerán extremas y las reacciones también lo serán, pero en el caso de
Venezuela la organización es muy precaria, y es relativamente fácil delinquir.
El autor observó que mientras mayor es la presión
hacia el conformismo, es más probable que los individuos reaccionen
negativamente y busquen refugio en las subculturas criminales, solo promoviendo
la cultura de la movilidad social basada en el trabajo y el estudio, permitirá
controlar la situación. Se da un círculo vicioso en el que la información
inadecuada hace que más actos sean vistos como intolerables, esto significa que
más individuos son rechazados por su comportamiento y, estos comienzan a
desarrollar sus valores desviados, lo que comienza de nuevo el ciclo.
Cloward y Ohlin expusieron una teoría que explica
los contrastes entre las subculturas de delincuentes frustrados y las que
ascienden hacia una exitosa carrera delictiva. La conquista de una protesta
contra los valores de la clase media depende de la medida en que se aprovechen
los valores de oposición y los cursos alternativos de acción. Entonces, sólo
los vecindarios donde crece una comunidad de delincuentes ofrecen a los jóvenes
una gran oportunidad para aprender el papel delictivo, si uno estudia la
dirección de los sentenciados provienen en su mayoría de barrios o vecindarios
donde impera los valores del hampa.
En contraposición, Matza llama la atención acerca
de la falta de base para la existencia de actitudes que se atribuyen a los
delincuentes. El estereotipo sociológico de un delincuente juvenil como un
individuo dedicado a una cultura de oposición no parece ser real. Por lo
general el delincuente aprendido no se considera a sí mismo como un mártir de
la causa, por el contrario, siente remordimiento por su comportamiento, y lo
plantea como una excusa. El valor de la crítica de Matza está en llamar la
atención en cuanto a valoraciones exageradas del poder y la importancia de las
actitudes antisociales.
Fyvel describe los rasgos de los jóvenes y se
interesa por los géneros de conflicto de clases que pueden originar una
juventud desilusionada e inclinada a la delincuencia. Una de las peores fuentes
de trastorno es el sistema educativo, los muchachos son entregados al mercado
laboral sin la capacidad ni la preparación suficiente, en el mejor de los
casos, y el peor no encuentran ocupación; en las escuelas desestructuradas y
poco cohesionada, que no lo forman ni para vida ni para sociedad. De esta forma
son apartados de la estructura de la clase media que conduce al éxito,
situación que está siendo revertida por el éxodo al extranjero de
profesionales, y pasa a considerarse como un fracaso social más.
Los conflictos de clase responsables de las
subculturas delincuentes asumen formas diferentes según la naturaleza de la
cultura dominante de la que se derivan. Existen fenómenos que simbolizan la
repulsa a una meritocracia de la educación por parte de los jóvenes frustrados
que sufren restricciones sin lograr las recompensas que, supuestamente, están
abiertas para todos, pero en realidad se les ofrece a los alineados al régimen.
La teoría de la elección racional
Ve a la delincuencia juvenil como una perspectiva
individual. Existen teóricos que argumentan que aquellas personas que se
desvían no saben lo que están haciendo, sin embargo, los teóricos de la
elección racional sostienen que en algunos de los casos la desviación es el
resultado de un cálculo altamente racional de riesgos y recompensas. Los
individuos ponen en uno de los lados de la balanza las posibilidades de obtener
un beneficio, y del otro, los riesgos de ser atrapado. Es así como deciden su
curso de acción.
Pero, es importante tener en cuenta que, no todos
los jóvenes escogen las acciones más racionales. Sus valores difieren de los
valores de las personas adultas, y, en la mayoría de los casos, estos valores
todavía no se han formado completamente. Por tal razón, sus motivos para
delinquir pueden ser diferentes de los motivos de un adulto criminal. A los
adolescentes se les conoce frecuentemente por no pensar antes de actuar, de
forma que las acciones delincuenciales son resultado de actuar en contra de la
autoridad o de rebelarse contra los valores y normas dominantes en la sociedad.
Teoría del conflicto social:
Los principales exponentes de esta teoría son Vold,
Chambliss, Quinney y Turk, quienes defienden la idea que la sociedad está
dividida en distintos grupos que poseen valores, metas y normas diferentes lo
que genera conflictos entre ellos. Cada uno de estos grupos busca imponer sus
intereses por encima de los demás, así la definición de lo que es correcto o no
es una prerrogativa de aquellos que tienen el poder político, para definirlo de
acuerdo a sus propios intereses y concepciones. La naturaleza del delito es
determinada por la clase social dominante para procurar ventajas a sus
intereses materiales y su concepción de la moralidad, esta teoría sociológica,
no es muy divulgada por crítica social subyacente.
De lo expuesto se deduce que no todos los actos
considerados como delitos son la expresión de los intereses del grupo social
dominante, por lo que ninguna norma es apoyada por todos los distintos grupos
que conforman la vida societal, justificando su disfunción por el ejemplo que
dan las élites de poder, funcional, simbólica, tradicional y económica.
Los teóricos del conflicto argumentan que el
vandalismo es el resultado de un conflicto societal, entre dos o más grupos,
conflicto con base en la clase social y a la economía (lucha de poder). El
conflicto puede surgir entre el sistema legal y grupos minoritarios que se
sienten oprimidos por este sistema. El carácter del conflicto puede ser étnico,
racial, político, social o ideológico.
Desde esta perspectiva la delincuencia es vista
como una situación en la que se recurre a la acción delictiva para escapar de
una situación abusiva, el individuo se revela en contra de la sociedad
represiva dominante. Esta forma juvenil de exteriorizar el conflicto puede ser
mal vista desde el punto de vista legal, pero puede ser moralmente correcta y
estar justificada. Aunque, si un joven mata con un cuchillo a un compañero, el
acto es difícilmente justificable de manera racional.
Teoría del etiquetamiento:
Una de las principales referencias del labelling,
se encuentra en la construcción de la figura del outsider por Howard Becker.
Quien actúa violando las reglas establecidas de los distintos grupos sociales, le
es adjudicada una etiqueta de desviado por parte de las personas que cuentan
con el poder de fijar las reglas. Es importante tomar en cuenta que la
comprensión de este fenómeno debe enmarcarse en un contexto normativo dado y
una época determinada, el calificativo de balandro vendría justificar lo
anterior.
La aplicación de una etiqueta es el resultado de un
proceso político porque es sólo el comportamiento discriminado el que viola las
reglas dominantes que han sido impuestas por medio de criterios de poder.
Entonces, la conducta desviada es consecuencia de un proceso de interacción
entre la acción que es cuestionada y la reacción que viene de otros individuos.
Así se conforma una carrera criminal que, al ser
complementado con el mecanismo de la profecía autorrealizable, hace que el
individuo termine modelando su identidad según la imagen que los demás tienen
de él. Los grupos sociales producen la desviación al hacer las reglas
cuya violación constituye una desviación, al aplicar estas reglas a los individuos
y al etiquetarlos como extraños. Desde este punto de vista la desviación no es
una cualidad del acto que se comete, sino que es consecuencia de la aplicación
por otros de las reglas y sanciones al culpable. El desviado es aquella persona
a la que la etiqueta le ha sido aplicada exitosamente. Cuando un individuo es
atrapado por haber cometido un crimen pude comenzar a verse en un contexto
negativo, de lo contrario es valorado positivamente.
La teoría del etiquetamiento es crucial para
entender la delincuencia porque es durante la adolescencia cuando termina de
formar la identidad de sí mismo, que puede situarse en los trece años en
promedio. Esta teoría también ayuda a explicar las consecuencias a largo plazo
de la etiqueta de desviado en la identidad social del individuo.
Si un joven es etiquetado como delincuente, su
propia identidad puede desarrollarse de forma que se vuelva más propenso a
verse envuelto en actividades criminales. Por el concepto negativo de su
identidad, escogerá involucrarse con el crimen y asociarse con otros
delincuentes con los que comparte la etiqueta, solo a través de la acción de la
psicopedagogía en la escuela, se puede corregir esta desviación, el problema es
que al implementar las misiones se obtuvo la producción masiva de títulos, sin
formación para el aprendizaje alguna.
Teoría del control social
Por medio del control social se describen los
mecanismos mediante los que la sociedad ejerce su dominio sobre la totalidad de
los individuos que la integran. Es gracias a este control que se superan tanto
las tensiones como los conflictos, mientras más rígido sea el control, mayor
afianzamiento y permanencia del sistema social, que se ejercía desde la
Jefatura Civil, Escuela, Iglesia y familia; su fracaso refleja el atraso de la
sociedad en su conjunto.
El ejercicio del control social se da a través de
la reacción social, la respuesta reprobatoria que la audiencia social atribuye
al comportamiento humano que llega a apartarse de las expectativas sociales,
por ello se prefiere a nivel retórico la negociación y la conciliación, y en la
práctica se busca la liquidación física del trasgresor.
Los teóricos del control social comienzan su
planteamiento con la premisa que el comportamiento es antisocial y delincuente
por naturaleza. Travis Hirschi establece que los seres humanos son animales,
capaces cometer actos criminales porque está en su naturaleza hacerlo. Así, los
delincuentes son las personas que externalizan sus inclinaciones más
primitivas, ya que es lo que les permite sobrevivir en el ambiente de los
barrios bajos, de lo contrario serían asesinados por otras bandas.
Esta perspectiva plantea que los miembros de una
sociedad forman vínculos con otros miembros o instituciones. Los vínculos
sociales identificados por Hirschi incluyen: los lazos afectivos que se
desarrollan entre los niños y las personas más cercanas a ellos, el compromiso
con las normas sociales de comportamiento y con el éxito en lo que se refiere a
las recompensas de tales valores, la participación en diferentes actividades ya
que, mientras más actividades realice una persona, menos tiempo le queda para
meterse en problemas, la promoción de los criollitos de Venezuela, debería ser
una prioridad del Estado, que pudiera suplir las carencias de la escuela y la
familia y, por último, el hecho que la mayoría de las personas son criadas para
respetar y creer en las leyes. Por la creación de estos vínculos el individuo
internaliza las normas de la sociedad, el problema es que la escuela no forma,
y es una franquicia de títulos.
Entonces, la teoría del control social atribuye a
la delincuencia juvenil la falla de la juventud de crear los mismos vínculos y
niveles de capital social que los ciudadanos de ley. Esta falla en su proceso
de socialización hace que los jóvenes que la padezcan sean más propensos a
involucrarse en actividades criminales, ya que el cumplimiento de la Ley no
acarrea premios sociales, sino por el contrario, la visión de ser estúpido o
tonto.
Teoría de la presión:
Esta teoría se preocupa de cómo la estructura de la
sociedad contribuye a que algunos de sus miembros no puedan alcanzar sus metas.
Esto crea una presión que abre el camino para que el individuo rechace las
metas aprobadas culturalmente y se acerque a la delincuencia y al
comportamiento criminal, que son una alternativa válida entre la población de
bajos recursos, ante la falta de perspectivas y movilidad social, que es una de
las cosas que busca un capo o un pran, al conformar una banda criminal.
La teoría sostiene que las personas que cometen
crímenes poseen, básicamente, los mismos valores que todos los demás, en estos
valores se encuentra un predominio de logros y éxito. Los caminos para
conseguir el éxito están restringidos para las personas de clase social baja y
marginal, entonces, los individuos de este estrato enfrentan un gran dilema: o
renuncian a los valores de éxito y prosperidad o abandonan la obediencia a la
ley, por lo general se deciden por lo último, ante la falta de empleos bien
remunerados en la industria fabril, al destruir el Estado con sus políticas,
los puestos laborables en las fábricas, que son los únicos que pueden
proporcionar en cantidad trabajo, formación y poder adquisitivo, de manera
rápida.
Las condiciones de la sociedad que le impiden al
joven lograr el éxito pueden causar un desafío hacia las normas y valores
socialmente aceptados, lo que lo conduce a involucrarse en actos delictivos.
Este patrón de delincuencia puede llevar al joven a una vida en prisión o a una
vida sin éxito, lo que hace de él una persona con baja autoestima, y la acción
delictiva se convierte en un catalizador para aliviar su frustración.
El planteamiento central es que los jóvenes de
clase baja comparten los valores de éxito de la cultura dominante pero, por una
inadecuada socialización, son incapaces de competir efectivamente. Esto produce
una tensión que deben procurar resolver para no caer en una vida de delito.
Teoría de la cultura de la desviación
Ve a la delincuencia en función del ambiente en el
cual el joven vive. El ritmo de la delincuencia es mayor en la periferia de las
ciudades, en vecindarios empobrecidos o marginales. Los teóricos de esta
perspectiva afirman que el ritmo de la delincuencia se mantiene constante
incluso cuando las personas que allí viven cambian completamente.
De esto se deduce que es el ambiente el que produce
a los delincuentes, en general, y a los delincuentes juveniles, en particular,
y específicamente el sicariato. Las condiciones que conduce a la creación de un
ambiente delincuencial, son las condiciones sociales propias de estas áreas:
segregación económica, racial y étnica y una alta incidencia de enfermedades
sociales (mortalidad infantil, desempleo, deserción escolar, prostitución,
embarazo de adolescente, etc.). El criarse en áreas culturalmente desviadas
generará estilos de vida criminales, en las que los individuos pueden aprender
patrones de comportamiento desviados, y aprenden a vivir con ellos.
Todas las teorías hasta ahora expuestas explican
las causas sociales de la delincuencia juvenil en cierta forma. Es necesario
tomar en cuenta que estas teorías dejan de explicar fenómenos importantes
dentro de la temática –esta afirmación no pretende quitarles mérito- porque,
como todo problema social, la delincuencia juvenil es producida por un gran
número de factores causales. Por esta razón, la clave para tratar de explicar
la delincuencia juvenil es tratar de "rellenar" los vacíos con las
respuestas de las otras teorías, es decir, complementar una teoría con otra.
La teoría crítica
La criminología crítica contempla la delincuencia
desde puntos de vista metodológicos que cuestionan tanto la competencia objetiva
como la subjetiva de los tribunales de menores y ordinarios, en cuanto a las
competencias y soluciones de las infracciones juveniles o de adultos, lo
deseable sería juzgarlos como adulto y que purgarán su sentencia, de
demostrarse con el tiempo que no son una amenaza, se les concedería una liberta
vigilada, pero la realidad es que son liberados y su presentación a firmar en
tribunales, no los estimula a cambiar de actitud, reincidiendo en infracciones
cada vez mayores.
Las teorías tradicionales no toman en cuenta la
dimensión, social, económica y política del hacer y el ser del hombre, por lo
que entendían el delito como acción individual que resulta de la voluntad del
delincuente, esto se puede aplicar en las áreas rurales, donde la emigración de
colombianos, traslada sus formas violentas al entorno local, después de todo
quien es el culpable, el mono o quien le da la navaja.
En contraposición, para la teoría crítica, la
acción delictiva proviene de dos sujetos activos: la sociedad y el individuo.
La acción individual no es libre ni está enteramente predeterminada. Junto a la
acción del delincuente se encuentra también la reacción de la sociedad,
entonces el delito se atribuye más a la sociedad que al delincuente por ser
ésta la que etiqueta como delito ciertas acciones y la que atribuye la
categoría de delincuentes a las personas que llevan a cabo esas acciones, pero
cuando es la sociedad que delinque, se pierde la base moral, que permitiría
afrontar la acción del hampa, prefiriendo los ajusticiamiento, lo que endurecen
la acción delictiva.
La delincuencia juvenil es una realidad social
conflictiva que surge de la acción y reacción dialécticas entre la estructura y
los individuos. Esta realidad es positiva porque manifiesta la postura de la
juventud ante los problemas de la sociedad, y negativa, porque viola algunos de
los derechos del hombre, el problema es cuando intenta controlar el territorio,
a costa de otras bandas o aliándose con ellas, padeciendo el suburbio de una
guerra entre pandillas, ante la falta de control de la Policía, Sebin y Guardia
Nacional.
La noción de delito juvenil es el resultado de la
relación dialéctica que se produce entre el joven que es influido por la
estructura y el etiquetamiento de los controles sociales, sin olvidar que estos
controles también actúan presionados por esa estructura; y reforzado por la
cultura popular y el respeto que genera en los barrios marginales, en realidad
ser “malandro” es tener una profesión respetable, dado la pérdida de valores
sociales, por parte de la masa de los bajos estratos.
En cuanto a la acción delictiva juvenil, los
autores críticos plantean que al ser menor la edad del sujeto, menor va a ser
su actividad delictiva y mayor su pasividad de etiquetación, cosa infundada, ya
que comienzan a delinquir desde temprana edad, no existiendo ningún tipo de
control social sobre el niño trasgresor. Si es menor su actividad delictiva es
menor el perjuicio producido y, por consiguiente, es menor su culpabilidad y
responsabilidad porque a su edad la libertad es muy reducida, y es lo que establece
la Ley. En cuanto a la pasividad, lo que aumenta es la victimización o la
estigmatización en la personalidad del joven, que todavía se encuentra en
proceso de formación.
Los jóvenes intensifican su cultura hamponil y
retrasan la entrada al mundo de los adultos, es de esta forma que crean su
propio grupo (la sociedad juvenil) cada vez más grande y contestatario, que se
puede ver en los graffiteros. Como control social, la sociedad también es un
sujeto activo de la delincuencia, por su acción inmediata de controlar,
criminalizar y estigmatizar; a las personas de las clases bajas sin permitirle
su redención social fuera del discurso vacío.
Los delitos juveniles no existirían si la autoridad
no formula leyes que tipifiquen y criminalicen un comportamiento determinado.
Los controles sociales sancionan a los individuos, beneficiando menos y
perjudicando más en proporción inversa a la edad de los jóvenes, cosa que es un
error, y “les da alas a los alacranes”. Además, el ambiente comunitario
disminuye la libertad de los sujetos también en proporción inversa a su edad,
obteniendo la libertad en el ambiente delictivo, solo con programas de control
psicopedagógico en la Jefatura Civil se logrará atenuar lo anterior.
La criminología crítica propone una única respuesta
a la delincuencia juvenil que es la comprensión de esta realidad social como un
conflicto normal que nace por la injusticia estructural y que, como
consecuencia, pide la reforma de la estructura como la solución, quizás sea la
única solución racional para Venezuela.
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ResponderEliminarno entiendo porque en las escuelas hay estudiantes
groser@s, creo que esa es una forma de de formarse un delincuentes . Es decir,insultas
todos los dias a un nin@ y se vuelve delincuente