Ellos tambien tienen la culpa.
Por Kelder Toti.
Esta historia que voy a contar sucedió
de verdad, verdad.
Un hombre felizmente casado se encontró un
día con un amigo de tragos, en una cervecería, mientras tomaban, hablaban, el
amigo le dijo:
-Ya ves que te choqué el carro, te aboyé el parachoques
saliendo de un motel - .
- El se quedó pensativo en el sentido de todo borracho es
receloso, empezaron pasar los días y no encontraba solución a sus dudas... y de
repente se la ocurrió contratar a un detective privado, con el fin de seguir a
su mujer, después de varias semanas, el detective le entregó un informe, decía
que su esposa tenía un amante y se reunían en un motel de la panamericana, él
introdujo una demanda ante un juez en lo civil, para obtener el divorcio sin
separación de bienes, se le hizo un seguimiento y logró reunir un tribunal, que
estaba compuesto: por un alguacil, dos escribientes, redactor. Juez y tres
testigos.
Entraron a la habitación a los días, después que el
detective tocara la puerta haciéndose pasar por un camarero, que venía a
entregar algo, abrieron la puerta y encontraron a dos mujeres en pantaletas y
sobre la cama había un montón de libros, se hizo el expediente, se fichó la indiciada
y se recogió las declaraciones y se evacuaron las pruebas.
El juez en un año dio el fallo: ¡Inocente!
No había sucedido nada porque no se pudo demostrar que el
acto carnal se estaba llevando a cabo, dijo sonriente el juez, porque sobre la
cama había un montón de libros, ya que las dos eran estudiantes estaban escasas
de ropa por el calor de mayo, - en todo caso el culpable es el marido - dijo riéndose
unos de los escribientes.
El pobre
tipo aprendió a callarse y ahogarse en un buche de saliva, pagó a los abogados
los costos procesales del juicio, la demanda por calumnia e infamia y supo el
amargo sabor de la justicia venezolana.
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