lunes, 23 de marzo de 2015

El Cochinito Feroz. Por Kelder Toti.



El Cochinito Feroz.

                                     Por Kelder Toti.


Había una vez tres tiernos tigritos de piel blanquecino y rabo de paja que vivían con su mamá. El primero se llamaba Ramos era cegato, pero muy buena gente. El segundo se llamaba Williams era algo tragón y por lo tanto gordiflón; Y otro se llamaba Rafael muy honesto aunque algo bocón.


     Un día mamá tigra en espera de tomar su camionetita mortuoria, llamó a los tigritos y les dijo:

     - Adelante a luchar miliciano, en defensa de la revolución, pero siempre tengan mucho cuidado con el cochinito feroz.

     - No te preocupes mamá. Tendremos mucho cuidado, dijeron los tres tigritos, y salieron a buscar el mundo.

Muy pronto en su camino encontraron en su camino un calvo minito encorbatado, que empujaba una carretilla llena de bloques y latas de zinc.

     - Por favor monito, ¿podrías regalarnos algunos de tus bloques y latas de zinc?

     Preguntaron los tigritos.

     - Por supuesto dijo el monito, siempre que me presten su casa cada vez que necesite enconcharme.

     Los tres tigritos construyeron entonces un precioso rancho de bloques y acerolit.
Justo al día siguiente, el Cochinito Feroz pasó merodeando por el camino y vio una hermosa casa de bloques que habían construido los tigritos.

     Los tres tigritos estaban jugando béisbol en el jardín. Cuando vieron al Cochinito Feroz corrieron a la casa y cerraron las rejas con llave.

     El cochinito chocó la puerta con su tanqueta; gritando:

     - Tigritos, ladrones. ¡Déjenme entrar!

     - No, no, no contestaron. ¡Es nuestra casa y no puedes pasar!

     - Entonces los ametrallaré y los cañonearé sin piedad.

     Los tres tigritos no abrieron y el cochinito los ametralló, bombardeó y por ultimo llamó a los bomberos para que le abrieran la puerta y apenas logaron escapar antes que las latas de zinc se cayeran sobre su cabeza y estuvieron muertos de miedo.

     - Tendremos que construir una casa más fuerte, dijeron las tigritas. En ese momento vieron una ardilla que estaba mezclando cemento por una carretera de la gobernación.

     - Por favor, ¿podrías regalarnos unos sacos de cemento? - preguntó uno de los tigritos.

     - Por supuesto, respondió la ardilla, siempre que me den un cargo en la gobernación; y les llenó un tobo de cemento espeso y pegajoso.

     Así los tres tigritos construyeron una quinta de concreto armado. Apenas habían terminado, el cochinito feroz pasó muy cerca del jardín y lo vio jugando béisbol.
     Los tres tigritos estaban jugando pelota, cuando vieron el cochinito, corrieron a la casa y cerraron las puertas.

- Tigres miedosos, ¡Déjenme jugar!

- No, no, no contestaron los tigritos, ¡Es nuestro equipo y no vas a jugar!

     Los tigritos no abrieron y el cochinito sopló y resopló, pero la casa no se cayó. Pero por algo le decía Huguito el Cochinito Feroz.

     Buscó un taladro, posteriormente tomó un avión y los bombardeó y la casa destrozó. Los tigritos asustados se escondieron en el bunker de mamá tigra, al día siguiente, como de costumbre, el Cochinito Feroz pasó merodeando por el camino.

Los tigritos estaban en el patio haciendo una rueda de prensa, por la persecución en su contra, cuando lo vieron se asustaron tanto que les pasaron seguro a las puertas de acero y se encerraron con novecientos candados.

     El cochinito se acercó al intercomunicador y dijo, corruptos miedosos ¡Déjenme entrar!

- Noooo... contestaron los tigritos, ¡Es nuestra casa y no puedes pasar!

- Entonces soplaré y resoplaré y la casa derribaré.

     Los tigritos no abrieron y el cochinito sopló y resopló, pero la casa no se cayó. Y con asombro exclamó - ¡Qué es lo que está pasando Dios mió!-.

     Pero no por nada le decía Huguito el Cochinito Feroz, llamó a la Disip, a la defensora del pueblo; y a la fiscalía y el bunker allanó.
     Los tigres apenas lograron escapar. Estaban muertos de miedo y se escondieron en el basurero de un tribunal.

- Tal vez nos hemos equivocado con los materiales de construcción dijeron, tenemos que probar con algo diferente ¿Pero qué? en ese momento vieron a una guacharaca con el pico lleno de contratos de la alcaldía mayor.

- Por favor ¿Podrías darnos algunas de las licitaciones de la alcaldía?

- Siempre que me den mi comisión contestó la honesta guacharaca, y les permitió ganar varias licitaciones para construir aceras con arena. Así fue como los tigritos construyeron una casa con orquídeas, canarios y pichaches. Con paredes de mármol de Carrara y otras de cristal Danés. El techo estaba hecho de porcelana China y el piso de alfombras Persas, pusieron bañeras de porcelanas con grifos plateados;  y era una casa un tanto costosa pero muy hermosa y construyeron un jardín con orquideas y rosas.

     Al día siguiente, el cochinito pasó por su casa, y vio el hermoso jardín que habían construido los tigritos.

Toco el timbre y dijo:

- Tigritos ladrones corruptos temblad, ¡Déjenme jugar!
- No, no, no ¡Es nuestra casa y no puedes pasar!
- Entonces soplaré y resoplaré y la casa destruiré-. Dijo el cochinito.

     Pero al tomar el aire para soplar olió el suave perfume de las orquídeas. Era fantástico. Y el perfume le quitó el aliento, el cochinito tomó más y más aire. En vez de soplar empezó a morder más y apretar menos.

Aspiró profundamente, hasta que el dulce néctar de las orquídeas llegó a su duro corazón, que desde luego se enterneció se dio cuenta de lo tonto que había sido en el pasado. En otras palabras, se convirtió en un estadista, empezó a hablar más y a hacer menos.

     Al principio, los tigritos desconfiaban; porque podría ser un truco, pero pronto se dieron cuenta que había cambiado de verdad, salieron corriendo a recibirlo, se pusieron a jugar pelota con el cochinote y luego saltaron juntos la cuerda. Y cuando todos se cansaron lo invitaron a pasar a la casa.

     Les dieron galletas con champaña y lo invitaron a quedarse con ellos, todo el tiempo que quisiera. El escuchó, acepto y mordió; y todos felices, hasta que apareciera otro cochinito feroz

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