miércoles, 11 de diciembre de 2013

Un País Quebrado. Por Kelder Toti



Un País en Quiebra

                           Por Kelder Toti

Más allá de la verdad del diagnóstico del doctor José Rafael Marquina, un venezolano con residencia en Florida, EE.UU., que dice tener contacto con el equipo médico del extinto Chávez, también trascendió su crítica sobre el estilo de gobierno, no carente de realismo. En una entrevista para el diario local Tal Cual en diciembre de 2012, dijo: "Chávez lidió con su enfermedad de la misma forma que lo hizo con el país, de un modo improvisado".

Desde el inicio de su mandato, hace 14 años, Chávez se caracterizó por gobernar de manera espontánea, sin medir las consecuencias políticas, económicas y sociales de las medidas que tomaba, muchas de las cuales son contraproducentes.

Una y otra vez, el presidente tomó decisiones importantes durante su programa semanal de televisión "Aló Presidente". Fue particularmente propenso a soluciones rápidas en política económica, como devaluaciones monetarias, expropiaciones de empresas privadas y decisiones con impacto en la inflación, como aumentar el salario del sector público, en vez de abordar los problemas estructurales subyacentes, como aumentar la producción, mejorar la administración de las empresas estatales, instrumentar controles, etc.

El estilo combativo continuó incluso con un Chávez convaleciente en Cuba, con un vicepresidente, Nicolás Maduro, implementando en febrero pasado una devaluación del 46,5%. Como resultado, Chávez dejó una nación acorralada por una infraestructura en ruinas, un gasto público insostenible y una industria con bajo rendimiento.

Sin embargo, gracias a sus programas sociales, no hay duda de que los pobres en Venezuela se han beneficiado de la riqueza petrolera del país, mucho más de lo que lo hicieron durante los gobiernos de las llamadas élites corruptas, que usted lo puede visualizar en el capítulo: En favor de los pobres.

Pero existen fuertes sospechas de que buena parte del dinero fue desperdiciado, no sólo por la corrupción, sino también por pura incompetencia o regalado a otras naciones, cosa que no está muy lejano de la realidad. La economía brasileña, colombiana y peruana ha crecido más rápido que la venezolana.

Durante el gobierno de Hugo Chávez, desde 1999 hasta ahora, la desigualdad económica fue disminuyendo gradualmente, tal y como sucedió en casi toda la región. El país ahora presume de la distribución de riquezas más justa de América Latina, según el coeficiente de Gini, herramienta para medir la distribución desigual y cuyo número oscila entre 0 y 1 (0 corresponde a la perfecta igualdad y 1 a la perfecta desigualdad).

En 2011, el coeficiente venezolano cayó a 0,39, mientras que el de Brasil fue de 0,52, su nivel histórico más bajo. Si bien ahora los venezolanos tienen una porción más pareja de la torta, el problema está en que esa torta no se ha hecho mucho más grande.

"Venezuela es la quinta mayor economía de América Latina, pero durante la última década ha sido la de peor desempeño en cuanto al PIB per cápita", dice Arturo Franco, del Centro Internacional de Desarrollo de la Universidad de Harvard, en EE.UU. Como bien lo explica Franco, todo depende de cómo midas el progreso venezolano.
Franco afirmó -“Si se compara la vida bajo el mandato de Chávez con los 20 años que le precedieron, bajo un ahora desacreditado sistema bipartidista culpable de una corrupción rampante, la era de Chávez es preferible. Pero si uno se fija en el desempeño económico durante el mismo período de sus vecinos Brasil y Colombia, no parece tan halagüeño”-.

Y tomando en cuenta que el precio del barril de crudo es ahora diez veces superior a cuando Chávez fue electo por primera vez, sus opositores insisten en que el presidente pudo haberlo hecho mejor. El incendio de Amuay alimentó las críticas sobre la forma como se usan las ganancias de PDVSA.

El fracaso de Chávez en diversificar la economía venezolana significa que el petróleo sigue siendo su mayor pilar. De hecho, representa el 94% de las entradas del país en moneda extranjera. Cerca del 50% de los ingresos del gobierno provienen de la industria del crudo, la mayoría de la estatal PDVSA y el resto de los ingresos del Seniat.

La gestión de Chávez tomó el control de PDVSA en 2003, después de despedir al 60% de la plantilla como resultado de una huelga general que forzó su salida temporal del poder. No obstante, críticos han acusado a la empresa de negligencia por no haber usado los recursos en mantenimiento en vez de en programas sociales, especialmente tras la explosión de la refinería Amuay, en agosto de 2012, en la que murieron 42 personas.

En lugar de invertir en PDVSA para aumentar la producción, Chávez usó la estatal como la gallina de los huevos de oro, utilizando sus ingresos para financiar su gasto social en vivienda, salud y transporte. Averiguar exactamente cómo fue utilizado ese dinero no es tarea fácil, ya que no tiene control contable,  que favorece la corrupción de los gerentes civiles y militares. El gobierno se ha involucrado cada vez más en todos los sectores de la economía, en detrimento del sector privado, sin buscar un sustituto.

En septiembre de 2012, la agencia de noticias Reuters publicó un informe especial sobre la compañía estatal Fonden, que ahora cuenta con un tercio de las inversiones en Venezuela, las cuales las 2/3 partes son improductivas. Descubrió una serie de instalaciones abandonadas o medio construidas, incluyendo fábricas de papel, molinos de aluminio y una flota de autobuses sin usar, todos ellos aparentemente financiados por Fonden.

Fonden ha absorbido unos US$100.000 millones de las ganancias petroleras de Venezuela desde su fundación en 2005. A fines de enero, el gobierno recortó en un 19% la contribución de PDVSA a Fonden, en una medida sirve como presagio de los recortes en el gasto público, al mismo tiempo le permite al BCV disponer de las remezas de dólares para satisfacer la demanda de los importadores. Pero hasta que el panorama político post-Chávez no sea esclarecido, el sucesor del presidente difícilmente podrá alienar al pueblo con programas de austeridad.

En su última campaña, Chávez prometió la construcción de tres millones de hogares. Durante su última campaña presidencial que lo llevó a la victoria en octubre del año pasado, Chávez estableció como prioridad la vivienda y el salario mínimo, lanzando un plan de construir tres millones de casas para 2018, pero solo logra construir 100.000 a 110.000 casas por año, por la falta de insumos, provocada por la desarticulación de las industrias conexas a la construcción.

El sector de la construcción incrementó el gasto público y aumentó las expectativas de aquellos que esperaban tener un hogar gracias al programa. Según el Bank of America-Merrill Lynch, el gasto público aumentó 30% en términos reales como resultado en los 12 meses previos a los comicios, gracias a los 24.000 millones de dólares prestado por China, que se gastaron en su integridad en los programas sociales.

Pero toda esta generosidad les pasó factura a las finanzas públicas. Capital Economics, una empresa de investigación, estima que el déficit fiscal de Venezuela aumentó un 9% del PIB en 2012, mientras que Morgan Stanley calcula que en este momento debe haber alcanzado el 12%.

Según el Banco Mundial, la economía venezolana ha crecido más del 5% durante el 2012, gracias a las importaciones, construcción de viviendas e infraestructura. Sin embargo, predice una ralentización en 2013, con un crecimiento de apenas el 1,8%, mientras que muchos analistas pronostican que el país caerá en recesión este año, que es lo más probable.

La última maxi devaluación de la moneda, en febrero de este año, ayuda a la posición financiera del gobierno, pero es insuficiente para dinamizar la economía. Debido a que los precios del petróleo son en dólares, un bolívar más débil aumenta el valor local de los ingresos del petróleo, dándole al gobierno más efectivo, pero no reactiva al sector privado que necesitaría una paridad de 9,50 Bs por dólar, y sucesivas devaluaciones que garantizarán ventajas del tipo comparativo.

En teoría, también debería ayudar a Venezuela a aumentar sus exportaciones de otros sectores de la economía. Pero los observadores creen que el sector manufacturero es demasiado pequeño para beneficiarse de esto, por lo cual necesitaría inversiones masivas tanto del sector público como privado. Otra consecuencia es la concentración de Venezuela en el petróleo y la exclusión de otros rubros; ha hecho que a la larga se acelere el proceso desindustralización y desempleo crónico, que incita a un levantamiento urbano.

En palabras de Michael Henderson, de Capital Economics, "el malestar actual es el producto de años de la fuga de capitales y la falta de inversión, que ha vaciado la base productiva del país". Venezuela cuenta con uno de los mayores índices de inflación, bajas tasas de ahorro y de inversión; lamentablemente hemos emprendido una carrera,  pero hacia atrás, que no tiene indicios de terminar.

“Los economistas hemos venido advirtiendo sobre esos desbalances enormes desde hace mucho tiempo, pero resulta que el precio del petróleo ha estado subiendo con una tasa superior a la de nuestra inflación y eso hacía que se escondiesen los desbalances. Estaban allí, estaban presentes, pero el ciudadano de a pie no los sentía”, comentó Angel García Banch, director de la firma Econométrica.

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