domingo, 29 de diciembre de 2013

Un Viernes de Perro. Por Kelder Toti


Un Viernes de perro.
 
               Por Kelder Toti

     Un viernes como cualquier otro, me levanté muy temprano a eso de las 8 de la mañana debido a una gotera que cayó del techo a mi cara, busqué jabón y toalla y bajé a el pipiroom de la pensión; encontré la poceta sucia, entre mentadas maldiciones me bañé. Subí a mi cuarto para hacerme el desayuno de siempre: café negro, arepa con perico y algo de margarina para pasar con sabor la sápida; vistiéndome de prisa y sin apuros, recogí mis corotos y me dirigí al trabajo, caminé corto y despacio, parándome en algún kiosco a hojear las noticias del día, me entretuve entre las bellas jovencitas en bikini de la portada de los periódicos, fijandome en sus perfectas curvas y angelicales caras,

- Pero ¡que veo! - Si es mi novia luisa, en la foto del 2001 -...

- ¿Por que me hizo esto? - Tras un largo suspuiro de tristeza le dí las gracias a Dios por las grandes manos que le había dado, y que jamás me fijé que tuviera.

Me fuí apesadumbrado, pero con los cachos en alto, llegué sin fatiga ni sed, saludé a la bizca de la portera, entré con grandes esperanzas a clase a las 9:30, en la puerta dejé pasar los minutos y reflexioné sobre mi amor pasado y la inmortalidad del cangrejo y me percaté de que el tiempo se había ido volando y fuí al departamento de sociales, saqué las llaves, abrí la puerta y las tiré sobre el escritorio y me fajé a escribir a maquina, esperé a la segunda hora para entrar a clases y que los alumnos presentaran el examen. Ya en el campo de batalla intenté reprender a los alumnos por no haber llegado puntualmente a la hora, cuando abrí la puertatodos entraron en estampida, les pregunté:

- ¿ Por qué no entraron a primera hora? - Mientras oía:

-¿Por qué vino este tipo? -. con tono de rabia algunos de ellos respondieron:

Por que tuvieron que llegar a las 9:25 -. ante la respuesta, no me queda más remedio que dictar la pregunta y exigí un analisis de 15 líneas, sobre las caracteristicas geográficas de la región zuliana, los alumnos se copiaban descaradamente y el que no lo hacía traía el examen respondido de su casa, cambiandolo ante mi mirada distraída y anárquica, capturé a uno de ellos e intenté replenderlo como ejemplo a los demás;a ese rosario de vicios que se llama Andrew, le pedí que me entregara la hoja con amabilidad y firmeza, y respondió:

- Si todos hacemos esto por qué me la tienes que aplicar a mí -.

Esta frase me hizo ver una cadena de oro: llamativa, brillante y peligrosa; pedí las pruebas acabando con la farsa; en ello un guapetón de canela susurraba con voz tan baja que escuchaba:

- Si este tipo me raspa le pasará algo -.

Salí del salón al baño a lavarme la cara.... bajé a la toticueva, el departamento de sociales, confundido le pedí a mi jefa Susanita que me abriera la puerta, ya que no encontraba las llaves, me senté e intenté revisar los ensayos, pero para qué, el verdadero examen lo habían reprobado y solo encontré consuelo entre las sábanas blancas de mi amante, esposa fiel y leal que nunca me abandona y siempre aconseja y jamás me reprende y no es muy exigente: la máquina de escribir. Esperé que pasara el tiempo jugueteando con ella y olvidé lo sucedido, la siguiente hora de clase pasó sin pena ni gloria, afortunadamente, para no ser recordada, marchándome del liceo, con una idea muy importante en mente, "yo trabajo con el estómago"; me trasladé entre pasos y sombras del liceo a una taguara de la Candelaria, que cobra 14, 50 Bs. por llenar la bolsa de panes con: sopa, seco, postre, refresco y pan; el lugar estaba como siempre a reventar, había que hacer una cola para entrar, esperé hasta que un puesto se desocupó, sentandome ante un anciano flacuchento y demacrado, más hueso que carne, y más muerto que vivo, que se fijaba en mi como en su juventud pérdida, esperé que dijera algo, mientras saboreaba una sopa de mucha agua y escasa verdura. El señor continuaba con su mirada perdida, pero fija en mi, y yo pendiente de sus movimientos hasta que de repente, me bañó, perdón tosió, para completar el día. solo les puedo decir que el higado encebollado estabe riquísimo.

Asi lleno y contento - a pesar de todo - de la posada, me dirigí como estudiante pródigo a mi "Alma Mater", el Pedagogico de Caracas, con el fin de jugar ajedres y ver el juego de fútbol, Dinamarca - Brasil, solo les puedo decir que en el trayecto no sufrí contratiempos, desplazandome en 40 minutos de un sitio a otro, cuando llegué ahí, comenzó mi calvario.

En el club de ajedrez toda las mesas estaban ocupadas, por que había un torneo al cual se les "olvidó" invitarme, ello me obligó a ver el partido del mundial de futbol: Dinamarca - Brasil. Ustedes se preguntaran ¿a que equipo iba yo? No quiero ser pedante pero mi favorito sentimental era Dinamarca, por que es la patria de ese gran cuentista que es Christian Andersen, y además es el reino de vidrio, donde ellos son capaces de hacer instrumentos musicales (tambores, arpas, maracas, etc.) de cristal. Mientras que el equipo brasileño es presentado por un calvo - dientón, que parece que jamás en su vida ha visitado un odontólogo y por mujeres vestidas como salvajes, en la cuna de la civilización: Paris. Por supuesto tenía que estar del lado de los vikingos, el partido fué muy bonito, aunque creo que entre los espectadores del auditorio era el único que tenía ese punto de vista; siempre que Brasil metía un gol, yo protestaba en contra de lo sucedido hasta que los Daneses empataban y ante el helado silencio tropical, yo gritaba a todo pulmón:

- ¡Viva la furia Aria! -.

Eh insultaba a los hinchas contrarios, hasta que Brasil marcó el tercer y último gol del encuentro y los Daneses en su desesperación fueron incapaces de empatar el resultado, faltando un minuto antes del pitazo final me deslicé sigilosamente hasta la puerta, alguien me vió y gritó:

- ¡Allá va el dinamrqués! - lo que me hizo correr como exhalación ante una tormenta de vasos, solo les puedo decir que ni Ben Jobson hizo el tiempo que hice.

Corrí al club de ajedrez y empecé a estudiar las diferentes posiciones de la apertura escocesa, hasta ser interrumpido por una joven muy guapa ella, que comenzó a hablar sobre los movimientos de la apertura, y yo como buen sabiondo coimenté las diferentes opciones, recordando que el ajederez no es un juego de inteligencia sino de memoria. Hasta que llegó ese ángel del purgatorio, llamado "garrapata", hechando al suelo mis planes de una posible cita, refutó todos mis movimientos y deducciones en el tablero, pero allí no para su maldad, a quien debo reconocer como mejor ajedresista que yo, sino que triste, me lo hace saber. Si; yo fuí quien lo entrenó en cuerpo y alma, demostrando que el pupilo puede saber más que el maestro, ya que estudiamos juntos diariamente durante tres meses hace años logró superarme en muy poco tiempo, ésta de más decir que abondoné la "dicha" de jugar con él y perder, me retiré a la pensión con el rabo entre las piernas, no sin antes llamr por teléfono en el camino a mi hermana, que me dijo la mala noticia de tener a su hijo Samuel enfermo, como si ella fuera la única que tenía un mal día, eso me dió valor para consolarla y consolarme, de que puede haber personas con un día peor que el mio. Si eso sirve de valor, ya tengo bastante.

Ahí descubrí que a pesar de todo, las tragedias cotidianas no son menos importantes que las alegrías de la vida, que nos obligan a trabajary a luchar por la felicidad, despues de meditar en lo anterior me dirigí a la pensión con la frente en alto; consegui la puerta azul de mi hogar, me registré los bolsillos y no encontré las llaves, no dejé que la desesperación cundiera en mi, me dirigí de nuevo al club de ajedrez a buscarlas, siendo detenido en la calle por una unidad de la policía metropolitana en plan de trabajo, cuando pasé por su lado me detuvo uno de los agentes:

- ¿Ciudadano su cédula y carta de trabajo? -.

Rápidamente le entregué la cédula sin delatar mis emociones ni pestañear, requiriendo la carta de trabajo y a que me dedicaba, yo le dije - muy serio - que no tenía tal documento y que era profesor del liceo Nuñez Ponte; el policía con una amabilidad cortante e inquisidora, me puso contra la patrulla, me registró y detalló todos los objetos que llevaba conmigo, me ofreció sus disculpas por el procedimiento, aumentando mi temor con las esposas puestas sobre la patrulla, yo deseaba vengarme, saqué papel y lapicero, y me dispuse a escribir un "Habeas Corpus", que al ser entregado a un juez, relatando las condiciones de mi arresto, me liberaria. En él contaba el estado lamentable de mi reclusión, del falso arresto y lo humillante de mi situación, no escribí mas de tres lineas; cuando el policía me llamó a verificar mis datos con los de su comando, me liberó diciendome:

- Lo siento es mi trabajo, espero que me disculpe -.

Ante el giro de los acontecimientos me dispuse a salir de inmediato de ahí, cuando caminé unos pasos el policía pegó una carrera hacia mi, con algo en la mano:

- señor tome, se le olvidó esto - y me entregó la hojita donde pensaba hacer fama en el derecho Venezolano, el "Habeas Corpus" a medio comenzar, lo tome con enfado no sin antes dar las gracias.

Entré nuevamente al club, y pregunté por mis llaves no encontrando respuesta, me devolví a casa en un carrito porpuesto, le expliqué al chofer que me diera la cola hasta el silencio por no tener para el pasaje, él enojado me dejó subir, pasé de regreso por la patrulla que me había detenido, atestada de gente como jaula de perros, me bajé más adelante, le di las gracias al chofer, que ni siquiera se dió por enterado, comencé a andar entre los pasillos obscuros y peligrosos de la pastora, sentí miedo del silencio de la calle y de la luz de la luna; percibí a lo lejos una sombra difusa que me perseguia, caminé más rápido, mientras más rápido caminaba más rápido se acercaba. Al pasar los minutos creo que.... pensé en el totimétro y como di con él; Fuí un día a darle clases al terrible 7º "C", los alumnos se empujaban por entrar al salón, yo queria que se dieran cuenta de su parecido con los animales y al abrir la puerta les dije a lo Alí Khan:

- ¡Partida! - y corrieron atropellandose, la secretaria que staba en la seccional oyó la bulla, y los castigó a permanecer parados durante toda una hora de clases. Yo asumí el castigo con ellos, no podía hacer otra cosa, entreniendome con el reloj water resist; un estudiante me confundió con uno de sus amigos y me lanzó desde el patio una lata de refresco, el reloj se me calló de las manos y yo volé por las escaleras, esperé verlo desmoñingado, pero lo recogí del suelo intacto. ¿Que pasa? el totimétro del susto se volvió parlante, esperaba como un buen reloj suizo un tic-tac-tic-tac o que dijera en Japonés: shan-shin-shan, más desde ese momento no paró de hablar toc-tic-toc-tic.

Cuando desperté la muerte caminante se transformó en carne y hueso, y preguntó:

-¿Que hora tienes?-.

Yo escondí la muñeca y la respondí que no tenía reloj, a lo que me preguntó:

-¿Dame lo que tengas?-. Yo me saqué el reloj y lo lancé al aire, no sin antes decir:

- ¡Atájala Visquel! -. En los segundos que tardó en agrrar el totimétro, salí corriendo como centella, pegándoseme atrás, sin ver por donde iba caí en un hueco y el malandro se tropezó conmigo y se calló tambien, me levanté con velocidad y lo perdí al satisfacer su codicia, llegué a la puerta con rostro adolorido de tantos golpes en el díay una suave llovizna acariciaba mi cara, exclamé:

-¡Pero, que clase de vida es ésta! - Saqué la tarjeta telefónica y me limpié las uñas con ella, se me ocurrió al rato abrir la puerta, lo logré sin antes sufrir un poco. La abrí, entré y subí a la habitación, donde dormía mi compañero de cuarto, que ante el ruido que hacía al tender mi cama murmuró:

- No sabes el día tan dificil que he tenido hoy. - Ni tú tampoco, - me acosté y me levanté al día siguiente, sin hambre ni ánimo de comer y el lunes al llegar a clases, busqué a la culpable de esconderme o guardarme las llaves y al verla desde la puerta del aula le dije: -¡ Ah. ..!.



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