domingo, 29 de diciembre de 2013

La Guerra de Arévalo Cedeño Por Kelder Toti

La Guerra de Arévalo Cedeño: El León del Llano 


                               Por Kelder Toti
El León del Llano.

   El Célebre jefe guerrillero Arevalo Cedeño a comienzos del siglo XX, se destacó por su férrea oposición al régimen de  Gómez, la cual se expresó en las múltiples invasiones que realizó sobre el territorio venezolano. El 19 de mayo de 1914, a la cabeza de 40 hombres lidera su primer alzamiento en contra de la dictadura de Gómez; sufriendo derrotas en varios combates escapó a Trinidad y de allí a Colombia, desde donde organizó y llevó a cabo 7 invasiones sobre el territorio venezolano por el Arauca, entre 1915 y 1933. En 1921, en su tercera invasión al mando de sólo 123 hombres, tomó San Fernando de Atabapo, capital del territorio federal Amazonas, donde gobernaba Tomás Funes, a quien apresó y sometió a un Consejo de Guerra, que lo condenó a muerte, encargándose de ordenar su ejecución en presencia de todos los habitantes del poblado el 30 de enero de 1921(1).
 
   La resistencia giraba en torno a un hombre llamado Emilio Arévalo Cedeño, guerrillero antigomecista y combatiente implacable que recorrió Venezuela luchando contra las tropas oficiales. Tuvo la idea de atacar San Fernando y proveerse de armas y de pertrechos que lo fortalecieran para atacar posteriormente Caracas.
   De Colombia parte la invasión, el motivo es que el “terror del Amazonas” tiene armas y dinero, así podrá seguir adelante, lleva 123 hombres, cuando estos le preguntan: “¿dónde vamos General?”, su respuesta es contundente: - “los llevo a la victoria”. Todo comienza la noche del treinta y uno de diciembre de 1920, llega al Meta, han sido tres días de navegación por el Casanare, una semana llega al alto Orinoco, llegan a la orilla a nado  donde mueren por los caribes y caimanes veinte hombres en el desembarco. Saben que Funes tiene ochocientos soldados, pero quinientos están buscando balatá. Arévalo es guiado por el baquiano Joaquín Palencia, a la una de la mañana toman por asalto a San Fernando de Atabapo, han tomado a Tomás Funes por sorpresa, la lucha dura dos días, toman un cañón abandonado que llenan de cuñas de pólvora y de piedras redondas para disparar contra la casa fuerte, y recogen troncos y yerbas para meterle candela a los sitiados, que   resisten la invasión con la esperanza de recibir refuerzos.    
 
   Funes escucha una detonación y no le presta mucha atención. Sus lugartenientes Avispa y Picure afilan sus machetes como autómatas. Pasos suenan como los de un grupo de personas que corre. Que pronto han regresado mis hombres, piensa Funes para sus adentros. Abre su ventana y una descarga llega hasta él. Sale ileso y de momento queda sorprendido. Pero no se desanima, bloquea los accesos a la casa y devuelve disparo por disparo. Suenan detonaciones por la orilla del rió. Funes deja a Picure a cargo de defender el primer flanco. Fuego contra esos canallas, ordena. No dejaremos a nadie con vida. Disparen sobre seguro, ordena a su vez Arévalo Cedeño, recuerden que tenemos pocos pertrechos.
   Arrecia el tiroteo a medida que el sol se adueña del cielo. Nadie rehuye el combate, excepto Avispa y Picure que se les desfallecen las piernas de miedo como si estuvieran atacados de paludismo. Funes los observaba con desprecio. A ustedes también voy a ajustarles las cuentas luego, pensaba. Sólo esperaba que el Coronel López fuera en su ayuda, estaba seguro de que pronto llegarían refuerzos, del interior del Amazonas. Ya las deserciones de sus filas comenzaban a sucederse. El destino de la guarnición estaba sellado, 24 horas más tarde era tomado prisionero y puesto frente al tribunal que decidiría su suerte. Confesó Funes todos sus crímenes e incluso intentó justificarlos. El veredicto fue unánime: La pena capital. El último deseo concedido: No vendársele los ojos. Se preparó el pelotón. Un segundo antes de morir gritó “¡Adiós amigos míos!” Y los certeros disparos acabaron con el reinado del terror en San Fernando de Atabapo (2).
   La acción más extraordinaria de este guerrillero fue la derrota y la captura de Tomás Funes, quien fungía del  Gobernador del Territorio Federal Amazonas, y junto con Vicencio Pérez Soto y Eustoquio Gómez eran los tres más formidables pilares militares de Juan Vicente Gómez, en la administración civil. El fusilamiento de Funes por parte de Arévalo Cedeño puede considerarse una de las acciones más épicas realizadas en contra del Gomecismo, si se toma en cuenta la poderosa fuerza que tenía este hombre para proteger sus intereses en batalá, su error estaba que se encontraban en las plantaciones, y desprotegió la capital San Fernando de Atabapo. Tras la toma de la Gobernación Arévalo Cedeño pierde el tiempo en saraos y parrandas, esto le permite a Gómez mandar refuerzos al Amazonas. Arévalo huye con sus fuerzas a Colombia e intenta  organizar un gobierno revolucionario en el Territorio Federal Amazonas, en realidad el general Arévalo tenía que hacer frente al gobierno colombiano que también le perseguía.
   En un país aterrado por la represión más sanguinaria de todos los tiempos, el desafío de Arévalo Cedeño fue un acontecimiento único: derrotó en varias oportunidades a las fuerzas gomecistas en contiendas como la de Santa María de Ipire donde acabó una fuerza diez veces superior a la suya, comandada por el General Manuel Sarmiento, presidente del Estado Guárico y quien a la sazón se encontraba en Valle de La Pascua. Luego triunfa en Gafualito (y a 190 kilómetros de Maracay, donde estaba Gómez bastante preocupado). A las fuerzas de Gómez las había vencido en Río Negro, Cenizas, Guasdualito, Campo Alegre, Bruzual, Cuchivero, Lezama, Turén, Acarigua y Araure, donde las emboscadas y la escaza capacidad combativa del Ejército facilitan sus triunfos.
   Como era telegrafista, desde algunos puestos que tomaba en sus andanzas le tomaba el pelo a Gómez enviándole mensajes que lo sacaban de sus casillas. En una oportunidad habiendo provocado Arévalo Cedeño una desbandada en el ejército gomecista del general Manuel Padilla, éste no obstante envió un mensaje telegráfico a Gómez diciéndole que había derrotado al faccioso Arévalo Cedeño. Enterado don Emilio del mensaje, al día siguiente toma el pueblo de Santa Ana y conocedor de la línea sur-este manipula el aparato, llama con la señal “treintiuno” (distintivo de los telegramas para Gómez) y le escribe: “... De acuerdo con mi telegrama de ayer, tengo la satisfacción de participar a Ud. Que he capturado al faccioso y ladrón Arévalo Cedeño, suplicando a Ud. respetuosamente se sirva decirme que hago con él...”
   En otra oportunidad, cuando el gobierno de EE UU solicitó a Gómez diera libertad a los presos y convocara al país a elecciones libres, don Emilio tomó la oficina telegráfica de Orituco y trasmitió el siguiente mensaje: “General Juan Vicente Gómez – Maracay. Han llegado noticias a mi campamento de que el gobierno americano obliga a Ud. a abandonar el poder, libertar a todos nuestros compatriotas encarcelados, abrir las puertas de la Patria a todos los desterrados y convocar al país a elecciones. Patriota como soy, convengo en que Ud. haga lo que se le impone, porque es lo humanitario, lo civilizado y lo republicano; pero debo protestar por la intervención de un poder extranjero en los asuntos internos de nuestro país. Es decir que combatí contra Ud. y seguiré combatiendo contra los americanos del Norte, porque la herencia de Bolívar es única, indivisible y no permite intervención. Su compatriota que jamás ha sido su amigo – E. Arévalo Cedeño.”
   Agobiados por el acoso colombiano y las fuerzas de Gómez, luego de un combate de 36 horas en la boca del Casiquiare, con seis cartuchos y sin comida, emprendieron retirada por el alto Orinoco para alcanzar la frontera con Brasil. Un día cazaron un pequeño mono que tuvo que servir de alimento para veintiocho hombres. En enero de 1925, en una impresionante travesía, llegaron a Santa Rosa de Amanadona para pasar luego al Brasil. Confiesa a sus camaradas, desalentado, que deben solicitar el derecho de asilo a la República del Brasil, para luego emprender la lucha con nuevos bríos.
   Gómez no perdía tiempo contra sus enemigos y tenía a los estudiantes presos trabajando en las carreteras. Entonces, como un verdadero vengador de injusticias, don Emilio se aprestó para un ataque singular. Voló a Palenque. Los espías de Gómez se enteraron de la operación y levantaron poderosos campamentos militares, retirando a los presos a lugares lejanos. Hubo el general Arévalo de retirarse a Anzoátegui. Comprobaba en su marcha que nadie quería unírsele; según él nadie quería a Gómez pero todo el mundo le sacaba el cuerpo. Entonces inició un largo periplo por sabanas y selvas, siempre seguidos cerca por las fuerzas del gobierno. Fuerzas combinadas de cinco estados (Guárico, Apure, Bolívar, Anzoátegui y Monagas), le perseguían disputándose el honor de capturarle. Repasaron el Orinoco varias veces procurando confundir a sus enemigos. Fueron seguidos por camiones y cargados de soldados, quizás por primera vez en el país se realizaban estas acciones militares. Cuanto seguidor de la causa de Arévalo Cedeño caía en manos del gobierno era liquidado en el acto. Así sería la ferocidad con que era perseguido este guerrillero que dos oficiales se habían suicidado por no pasar por la vergüenza de presentarse ante Gómez habiendo sido burlados por la acción de este guariqueño. Estos fueron, el general José Miguel Guevara y el coronel Alfredo Rodríguez López.
   Los acosos eran cada vez más fieros. Por alcanzar nuevamente tierras colombianas por el Arauca, padecieron fiebres, mordeduras de las llamadas veinticuatros y tambochas, bajo acometidas de fieras, llegaron a pasar cuatro días sin comer, cruzando ríos como el Guárico, el Pao, Portuguesa, Guanare, Masparro, Uribante, Sarare, vomitando bilis y sin poder echarse a descansar. En 1930 pudo Arévalo llegar a Santa Marta y de aquí ir a Trinidad a bordo del vapor Coronado, pero el gobernador de esta isla le prohibió su desembarco. La recompensa por su captura llegó a tasarse en un millón de bolívares (que viene a ser como millardo hoy en día.)
   Lo devolvieron a Venezuela, a Carúpano, donde lo esperaba la Sagrada, pero gracias a un amigo pudo coger un vapor francés que lo llevó a la República Dominicana. Allí volvió a encontrarse con José Rafael Pocaterra; ya habían matado a Román Delgado Chalbaud y tanto la invasión del general Rafael Simón Urbina como la sublevación del general José Rafael Gabaldón en Portuguesa habían terminado en fracasos. Cundía el más grande desaliento. Todos parecían admitir que era imposible derrocar a Gómez.
   Produjeron fuertes pérdidas al gobierno, por ejemplo, en Mata de Agua, en el bajo Meta, en Lezama y en Bolívar y en un hato llamado Las Mercedes. Se retiraron luego por el río Caparo durante veintinueve días de navegación. Cruzaron el Alto Apure, cayeron en el Arauca y pasaron el invierno en Santa Rosa. El 5 de agosto estaban en El Caribe. Totalmente rodeados resistieron a las tropas del coronel Meléndez de Apure y del coronel Sánchez del Estado Bolívar. Le mataron el caballo a Arévalo y lo salvó milagrosamente uno de sus oficiales, un coriano, Saturnino García. Varios de sus compañeros cayeron en aquella acción, entre ellos su querido amigo Carlos Julio Ponte. (3).
                      Otros Alzamientos.                                  
“…el Capitán Rafael Alvarado del Regimiento de Artillería No. 1 en convivencia (Sic) con el subteniente Rafael Antonio Barrios del Batallón acuartelado en Miraflores hizo sublevar parte de dicho Batallón, asesinando […] al Capitán Ramón González […y] al Coronel Aníbal García […] Seguidamente marcharon hacia el cuartel San Carlos, del que contaban apoderarse mediante la complicidad del subteniente Agustín Fernández […] fueron rápidamente rechazados y dispersados por el General Eleazar López Contreras, Jefe de la Brigada acantonada en Caracas, quien avisado de lo que se preparaba, logró entrar al Cuartel momentos antes arrestando a Fernández  y organizando rápidamente la resistencia […] la aprensión de los comprometidos, entre los cuales  se encuentra dos oficiales más [Sic] y varios civiles…”
   El gobierno toma medidas inmediatas para controlar la situación, entre el 25 de Abril y el 1 de mayo se crean 3 nuevos Batallones ubicados estratégicamente en Maracay: el Batallón “23 de Abril” en Valencia el Batallón “1 de Mayo” y en Guigüe el Batallón “Maracay”. Los sabuesos del gomecismo dan con los oficiales y civiles comprometidos, los cuales van a parar a las cárceles de la dictadura y, en el mejor de los casos, al exilio.
   En 1930 se crea el Estado Mayor General presidido por  el General Eleazar López Contreras, y entre los ayudantes el Teniente-Coronel Isaías Medina Angarita. López Contreras, como Ministro de Guerra y Marina,  en 1933, promulga una nueva legislación militar, un Código de Justicia Militar y Naval, una nueva Ley Orgánica del Ejército y la Armada, así como otra sobre el Servicio Militar. Se reorganiza el Ejército en Brigadas, Regimiento para la artillería, y Escuadrón para la aviación militar. Se reorganiza en 1931, el servicio de ingenieros militares.
(1)  José Sant Roz. Conozca quién fue el Gran General Emilio Arevalo Cedeño                                          
 “Rómulo Gallegos y al Revolución Burguesa en Venezuela”, Monte Ávila Editores, 1984, pág. 190.
(2] Editorial Americana, 1936.
(3)Emilio Arevalo Cedeño. www.efemeridesvenezolanas.com/html/emilio.htm

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