miércoles, 11 de diciembre de 2013

El Sabor de la Ira. Por Kelder Toti



                            El Sabor de la Ira.

                                             Por Kelder Toti

Había un matrimonio que tenía una hija, una mamita, y un papa que era muy rabioso, lo que se llamaría un hombre arrecho, él estaba lavando el carro en el estacionamiento y la niñita comenzó a jugar con los parabrisas echándole tierra al carro, que él acababa de lavar, cuando vio, le dio tanta rabia, que arrancó uno de los limpiaparabrisas, y empezó a pegarle duro, muy duro: la niñita se cubría con los bracitos de los golpes que le estaba dando... Al final empezó a darse cuenta que le estaba cortando, la mama en su desesperación le dijo - no seas loco, me le estas pegando demasiado a la niña - y se la llevó al hospital al rato se logra calmar y se va al hospital y consigue a la niñita sin brazos, amputados, el salió de la sala de emergencia y la preguntó al médico. 

- ¡Que ha pasado! ¿Por qué a mi hija le han quitado los brazos? Uno de los doctores respondió - los brazos se los han amputado, porque se pegó con algo oxidado y se tardaron mucho en traerla y le agarró gangrena, fue poco lo que pudimos hacer, tuvimos que cortárselos - al hombre le dio pena, una profunda pena, mientras el médico le decía que era muy difícil demostrar que la culpa era por un accidente, por ello el caso sería llevado a la P.T.J., la madre sin perder el semblante comentó que la caída y el golpe había sido debido a un mal golpe por jugar pelota, pero todos los presentes sabían que la culpa había sido de él, solo de él; porque si no le hubiera golpeado con los parabrisas la tragedia nunca hubiera pasado.

Tiempo después él estaba triste, un poco adolorido, se había dado cuenta de lo que había sucedido, se fue con la niña y ésta se encontraba despierta, se le habían pasado los somníferos. Él estaba muy callado, cuando ella se levanta le dice - papi, papi, papi, mira me han quitado los bracitos, pero que importa, cuando me salgan nuevamente te voy a abrazar y a dar cariño, te voy a ayudar a tener el carro limpio, después que salgamos de acá -.

El señor quedó triste, tan triste que a partir de ahí comprendió el sentido de la vida, que consiste en darle alegría a los demás para conseguir la felicidad propia.

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