martes, 24 de junio de 2014

El Poder de la Violencia: George Sorel. Por Kelder Toti.

El Poder de la Violencia: Georges Sorel.


                                                                          Por Kelder Toti.




Georges Eugène Sorel (2 de noviembre de 1847 - 29 de agosto de 1922) fue un filósofo francés y teórico del sindicalismo revolucionario.

Biografía

Nació en Cherburgo, hijo de un mercader de vino en bancarrota. Estudió en la École Polytechnique de París. Se volvió ingeniero en jefe con el departamento de trabajos públicos y se retiró en 1892. Participó del lado de los dreyfusianos durante el Caso Dreyfus.

Hijo de una familia de la burguesía provincial normanda, recibió de ella la afición al trabajo y los sentimientos morales y religiosos, que mantuvo siempre vivos y profundos, aun después de perdida la fe. Realizados los estudios secundarios en la ciudad natal, fue enviado al Colegio Rollin de París; luego ingresó en la École Polytechnique. Llegado en 1870 a ingeniero de caminos y puentes, vivió en el territorio provincial durante veinticinco años; finalmente, nombrado ingeniero jefe, abandonó el cargo sin ni tan sólo pedir el permiso correspondiente y se entregó con plena libertad a la actividad meramente intelectual.

A partir de 1892 no conservó más funciones que las de administrador de la École des Hautes Études Sociales. En 1895, junto con Bonnet y Deville, fundó Le devenir social, revista que persistió hasta 1897; colaboró en Mouvement Socialiste, de Lagardelle; Ére Nouvelle, Revue de Metaphisique et de Morale y varias publicaciones italianas y alemanas. En 1897 se retiró, con su sobrino y la esposa de este último, a la pequeña casa de Boulogne-sur-Seine, donde permaneció hasta el fin de sus días.

Todavía conservador en 1889, pasó al socialismo democrático en 1893; luego aceptó el marxismo, con todas sus perspectivas revolucionarias, y más tarde, desengañado del proletariado, se aproximó, en 1911, a los nacionalistas de la Action Française; finalmente, la primera Guerra Mundial reanimó su oposición a las democracias, que le indujo a considerar la revolución rusa como aurora de una nueva era en Matériaux d'une théorie du proletariat (1919) y Plaidoyer pour Lénine (1921).

Sorel tenía lazos amistosos con Antonio Labriola y escribió un prefacio a la traducción de Labriola de los Ensayos sobre la concepción materialista de la historia. Aunque Labriola atacó el trabajo de Sorel, sus libros influenciaron el surgimiento del fascismo y fueron elogiados por otros pensadores italianos como Vilfredo Pareto, Benedetto Croce y Antonio Gramsci.
Política.

El "affaire" Dreyfus ejerció notable influencia en la orientación de su pensamiento. Partidario del célebre militar francés durante la discusión del caso, o sea cuando parecía que el proceso de revisión habría de hacer posible en Francia unas condiciones que permitieran la instauración de una nueva forma de vida y un movimiento de renovación, sufrió un gran desengaño al comprobar la degeneración de todos los jefes del socialismo llegados al poder y de cuantos políticos de sus mismas ideas tendían únicamente a la explotación de las masas obreras y a la defensa de sus intereses personales; desilusionado por tal experiencia, condenó para siempre cualquier sistema político de carácter "reformador" y se inclinó hacia una concepción revolucionaria de la política del proletariado.

Hacia los cuarenta años empezó a escribir acerca de problemas sociales. Antes de su notoriedad como aficionado al estudio de la Filosofía, debida a su colaboración en la Revue de Metaphisique et de Morale y en la Revue Philosophique, y de su fama como teórico del sindicalismo, era ya, desde 1889, célebre en cuanto historiador, gracias al Procès de Socrate, complejo examen de la sociedad ateniense y crítica del racionalismo socrático. Filósofo de la técnica y moralista, afrontó cuestiones y temas de la civilización en Ruine du monde antique (1898) e Illusions du progrès (1908), y estudió el cristianismo en Système historique de Renan (1906), que, bajo la influencia de Vico, juzgó como un principio.

Estableció las bases de la nueva economía concreta en Introduction à l'économie moderne (1903), y estudió, meritoriamente, el aspecto jurídico del sindicato como nueva forma de institución en Reflexiones sobre la violencia (1906), su obra más célebre, en la que propugna la formación de un sindicalismo obrero fuerte, consciente y preparado para enfrentarse con la sociedad burguesa, destruirla y crear sobre sus ruinas una nueva sociedad basada en la producción libre de las jerarquías e instituciones del pasado.

Gran importancia presenta su aplicación de la filosofía de Bergson a los problemas sociales; en 1889 había sido ya uno de los primeros que llamaron la atención respecto del Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia de este famoso pensador, a quien juzgó "árbol vigoroso elevado en medio de las desoladas estepas de la filosofía contemporánea". Al filósofo del sindicalismo correspondió el mérito de la transposición al terreno social y económico, en oposición al criterio meramente evolutivo del socialismo, de la teoría bergsoniana del movimiento único a lo largo de una línea ideológica de tendencia antirracionalista.

Fue Sorel quien señaló con eficacia, antes del desarrollo de nuevas orientaciones fenomenológicas y existencialistas, el camino seguido por Bergson: la revalidación de la idea de instinto y misterio a la que este filósofo llegara a través de reflexiones sobre los fenómenos biológicos y las inclinaciones naturalistas. En su opinión, es posible deducir variaciones y transformaciones de la sociedad a partir de signos ínfimos y poco visibles, contrariamente a la afirmación de Darwin según la cual las modificaciones muy pequeñas no pueden asegurar el triunfo de especies nuevas sobre las antiguas.

Notable es también la actitud de Sorel en la valoración de las actividades espirituales más elevadas y libres, como la ciencia y la religión, de las cuales excluye, en franca oposición a Marx, todo carácter pragmático. Considera el hegelianismo transición entre la era del dogmatismo filosófico y la de la filosofía que se propone ofrecer al espíritu una orientación susceptible de facilitar los descubrimientos, y atribuye a Bergson la función de revelador de las fuerzas jóvenes. Confirma, además, una de las intuiciones más originales de Hegel al establecer una correspondencia entre misterio-misticismo-ciencia y arte-religión-filosofía, punto culminante del espíritu; según él, tales formas se renuevan y decaen juntamente.

Sorel avanzó algunas dudas sobre varios puntos de las enseñanzas oficiales del marxismo: negligencia de los factores morales, confianza excesiva en la ciencia (que define como "pequeña ciencia"), e interpretación insuficiente o errónea de la evolución social y del movimiento obrero. Bajo la influencia de Vico aplicó sus cánones históricos al cristianismo. Con elevada conciencia reivindicó los valores del mismo, y llegó, por ello, a ser juzgado autor de la revolución extrema del espíritu cristiano. Considera al cristianismo no destinado a perecer, por cuanto ha difundido en el mundo tres grandes principios: la dignidad de la pureza, los valores infinitos del hombre y el sacrificio establecido sobre el amor. Condenó todas las formas de religión social, ya en cuanto faltas de un verdadero mérito religioso o por su tendencia a la mediocridad el cálculo y el utilitarismo.

Las polémicas y los estudios de Sorel acerca del marxismo fueron reunidos por V. Racca en los Ensayos de crítica del marxismo (1903), que limitan el determinismo económico de las corrientes ortodoxas marxistas y revelan algunos elementos éticos de la filosofía del movimiento obrero. Nuestro autor considera las reformas sociales como una corrupción de la clase trabajadora en Décomposition du marxisme (1908), y de la evolución del sindicalismo obrero en L'avenir socialiste des syndicats (1898), Enseñanzas sociales de la economía contemporánea (texto publicado también por V. Racca, 1907) y en los artículos aparecidos el mismo año en Mouvement socialiste. Entre las numerosas obras restantes cabe mencionar Contribution a l'étude de la Bible (1889), Essai sur l'Église et l'État (1902), La révolution dreyfusienne (1909), La rivoluzione d'oggi (Lanciano, 1909), Le confessioni (come divenni sindicalista) [Roma, 19101 y De l'utilité du pragmatisme (1921).

Sorel había sido monárquico y tradicionalista antes de pasarse al marxismo ortodoxo en la década de 1890; en cambio siguió apoyando valores comúnmente asociados con el conservadurismo. Trató de llenar los huecos que veía en la teoría marxista pero al final creó una variante extremadamente heterodoxa de la ideología. Criticó lo que consideraba como el racionalismo de Marx y sus tendencias utópicas, creyendo que el centro del pensamiento de Marx estaba más cerca del cristianismo primitivo que de la Revolución Francesa. Rechazó las teorías marxistas del materialismo histórico, el materialismo dialéctico y el internacionalismo. No veía al marxismo como 'verdadero' en un sentido científico, como hacían los marxistas ortodoxos. Más bien, era 'verdadero' en tanto prometía un papel redentor al proletariado dentro de una sociedad en decadencia.

Sorel fundó teóricamente el sindicalismo revolucionario como una corriente sindical diferente del socialismo, del anarquismo y del comunismo. Como Proudhon, veía al socialismo como una cuestión principalmente moral. También estaba fuertemente influenciado por Henri Bergson, quien desarrolló la importancia del mito y criticó el materialismo científico; por el culto a la grandeza y el odio a la mediocridad de Nietzsche, y por la habilidad de reconocer la corrupción en la democracia de conservadores liberales como Tocqueville, Taine y Renan. Por estas razones Sorel suele ser asociado al anarquismo. Por sus reflexiones sobre la violencia suele ser asociado al terrorismo. Y a pesar de su desdén por la socialdemocracia, Sorel también respetaba a Eduard Bernstein y estaba de acuerdo con muchas de sus críticas del marxismo ortodoxo, por lo que ha sido asociado con los revisionistas y también con la nueva izquierda.

Su obra:

Entre los teóricos que más influyeron en el desarrollo del sindicalismo revolucionario estuvo Sorel, citado en la Universitat d´Estiu como uno de los referentes del Walter Benjamin revolucionario, y autor cuya errática etapa final no debe de ocultar la importancia de sus aportaciones, que están fuera de oda duda. Su lectura y su conocimiento adquieren una pertinencia –crítica, por supuesto.-, a la hora de reamar un nuevo sindicalismo en oposición al sindicalismo de servicios y de “negociación” que nos ha llevado a esta situación…Una situación en la que un sindicalismo alternativo tendrá que trabajar por desbordar los marcos establecidos, y dar lugar a una confluencia de hombres y mujeres que a la hora de la lucha pongan por encima los intereses generales, la visión de conjunto, que sus propias afinidades ideológicas, todas respetables mientras contribuyan a la atarea general de hacer retroceder a los amos del país, y a también a sus servidores.


Digamos cuatro cosas sobre George Sorel, controvertido pensador político, teórico del sindicalismo revolucionario y de la huelga general. Graduado en la Escuela Politécnica de París, trabajó como ingeniero durante más de veinte años, abandonando esta profesión en 1892 para dedicarse a lo que se había convertido su pasión fundamental: escribir sobre el sindicalismo y la revolución. Esto fue lo que hizo hasta el momento de su fallecimiento. Según su propia confesión fue marxista «ortodoxo» —o sea socialdemócrata a lo Kautsky— hasta 1897, pero a partir de entonces amplió el espectro de sus influencias filosóficas con lecturas de otros pensadores como Nietzsche, Renan y Henri Bergson. Calificado por uno de sus biógrafos como «un conservador revolucionario», las concepciones de Sorel se diferencian, entre otras cuestiones menores, por su convicción de que la sociedad burguesa —a la que odiaba tanto como conservador que añora una vida preindustrial como por revolucionario que quiere derrocarla para instaurar el socialismo— se hallaba en plena decadencia.

Encontraba en la tradición democrática y racionalista, en el pacifismo liberal (de Jaurés), el síntoma más evidente de esta realidad. Muestra de ello son sus palabras sobre la democracia burguesa: «El gobierno por la masa de los ciudadanos no ha sido nunca más que una ficción: sin embargo, esa ficción fue la última palabra de la ciencia democrática. Ningún intento se ha hecho para justificar la singular paradoja según la cual el voto de una mayoría caótica habrá de producir lo que Rousseau llama la `voluntad general, que es infalible´». Desde la revista El movimiento socialista, Sorel propugna una intervención directa de los trabajadores que se contrapusiese, tanto al régimen parlamentario burgués como a los pactos de los jefes políticos reformistas —como Millerand y Jaurés—, por medio de una acción revolucionaria estimulada por una fuerte carga moralista encarnada en los «mitos» revolucionarios. El tema central de su pensamiento fue la organización y el ejercicio viril de la violencia revolucionaria del proletariado, contrapuesta a la fuerza de poder político, la creación de un sindicalismo constituido en la negación radical del compromiso político. Sus ideas sobre el sindicalismo revolucionario se apoyaban en tres consideraciones fundamentales. En la idea de que no se trata de apoderarse de la maquinaria del Estado sino de destruirla; en su primacía de la acción directa en la industria sobre la acción política parlamentaria y en métodos, o mito, según su propia terminología, de la huelga general capaz de galvanizar a la gran mayoría del proletariado hacia la revolución.

George Sorel exalta el ejemplo de la CGT francesa porque al «mismo tiempo que los teóricos (marxistas) se mostraban impotentes, unos hombres ardientes animados de un sentimiento de libertad, de vigor prodigioso, tan ricos en amor al proletariado como pobres en fórmulas escolásticas, (…) sacaron de la práctica de las huelgas una concepción clarísima de la lucha de clases, lanzaban al socialismo por una nueva vía que empieza a recorrer hoy (…) Los historiadores verán un día en esta entrada de los anarquistas en los sindicatos uno de los más grandes acontecimientos que se hayan producido en nuestro tiempo». (Reflexiones sobre la violencia. Alianza Universidad, con prólogo del muy conservador Isaías Berlín).

Estas concepciones iban, no obstante, envueltas en ideas aristocráticas y oscurantistas —la necesidad de los «mitos», en particular el de la violencia concebida como una fuerza regeneradora, lo que le valió el aplauso nada inocente de Mussolini y de otros filofascistas—, y manifestaron su lado reaccionario cuando Sorel en 1910 asumió plenamente su componente «estética» y le aproximó, aunque fuera fugazmente, a la extrema derecha, a la Acción Francesa y que culminó más tarde con su adhesión al llamado «Circulo Proudhom» —un pensador muy presente en su obra—, creado por un representante de esta tendencia. Su influencia en la CGT y en el sindicalismo revolucionario fue muy importante entre siglos, en una época en la que Sorel pensaba que: «El socialismo es una cuestión moral en el sentido que introduce en el mundo un nuevo modo de juzgar todas las acciones humana o, siguiendo una conocida expresión de Nietzsche, una transvaloración de todos los valores…Las clases medias no pueden encontrar en sus condiciones de vida una fuente de ideas que estén en oposición directa a las ideas burguesas; la noción de catástrofe le resulta completamente ajena. El proletariado, al contrario, encuentra en sus condiciones de vida con qué alimentar sentimientos de solidaridad y rebelión; está en guerra diaria con la jerarquía y con la propiedad; puede así concebir valores morales opuestos a los consagrados por la tradición. En esa transvaloración de todos los valores por el proletariado militante reside la gran originalidad del socialismo contemporáneo» (citado por E.H. Carr en Sorel: filósofo del sindicalismo, ensayo incluido en Estudios sobre la revolución Alianza, Madrid, 1970; hay una edición reciente).

Cuando el desarrollo del capitalismo financiero y la exacerbación de las contradicciones internacionales, hicieron que el sindicalismo de la Carta de Amiens entrara en una profunda crisis, Sorel sufrió una gran desorientación que le llevaron hacia sus veleidades con la derecha más extrema y a ilustrar sus grandes contradicciones en el otoño de su existencia, cuando apoyaría dos opciones completamente opuestas: la revolución rusa a la que saludó como «el rojo amanecer de una nueva época», y la victoria del fascio en Italia, el país donde logró una mayor influencia fuera de Francia. Sorel fue director de las revistas La nueva era El porvenir social y Estudios socialistas. También escribid numerosos ensayos, entre los cuales cabe señalar, El porvenir de los sindicatos (1897); Reflexiones sobre la violencia, su obra más notoria, con la que incorpora el irracionalismo filosófico a la política y en la que desarrolla su análisis del mito en la vida de las sociedades y de la huelga general concebida como un mito nucleador y dinamizador de las luchas emancipatorias de la clase obrera; Materiales para una teoría del proletariado (1919), y sus ataques al marxismo convencional en La descomposición del marxismo (1900), y Las polémica sobre las interpretaciones de marxismo (1908), amén de unas Confesiones. Un amplio eco sobre el lugar de Sorel en el debate marxista-revisionista se encuentra en la amplia obra de Bo Gustafson, Marxismo y revisionismo (Grijalbo).

Otro Análisis:

Bajo el titulo general de “Reflexiones sobre la Violencia”, su autor, George Sorel (1847-1922), reunió en un libro publicado en 1908 una serie de artículos publicados a lo largo del año 1906 en el periódico “Syndicalisme Revolutionnaire” en los que ponía de manifiesto ciertas realidades sociales y políticas cuya falta de comprensión constituían y constituyen un obstáculo para el triunfo definitivo del socialismo.

            En “Reflexiones sobre la Violencia”, cuya lectura adquiere en los momentos presentes sumo interés para explicar las posibles causas del fracaso de la Socialdemocracia y de todo el movimiento contestatario de inspiración pacifista o gandhista, George Sorel descubre ciertas verdades intangibles de la acción política y de la sociología que son consustanciales a todo movimiento revolucionario y que, al ser ignoradas por los líderes socialistas, llevará al socialismo francés al fracaso más estrepitoso y a concertar la tregua con la burguesía conocida como la “Union Sacree” en 1914 (1).

            De los descubrimientos sociológicos y políticos que expone Sorel en sus “Reflexiones sobre la Violencia” cuatro son los más relevantes:

            1º. La distinción entre “Mito Social” y “Utopía”. Mientras que el primero es fruto de la experiencia, es decir, de la acción y de las masas trabajadoras lo que hace que el “Mito” siempre tenga una base de realidad o de realización aunque sea muy parcial, la “Utopía” no es más que una exposición ideal, jamás materializada ni total ni parcialmente, creada por una minoría intelectual con escaso o ningún contacto con los hechos del momento.

            2º. La creación y definición de la “Huelga General” como el único medio capaz que poseen los trabajadores para imponerse por sí solos y derrocar un régimen burgués. En este sentido Sorel admite y considera legítima la aparición de la violencia proletaria durante una “Huelga General” la cual siempre tendrá una finalidad política que es el derrocamiento del régimen burgués imperante por lo que nunca se podrá identificar “Huelga General” con los paros totales de duración predeterminada pues la “Huelga General”, en la concepción de Sorel, es una acción de guerra que solo puede concluir con la victoria, esto es, con caída del régimen político existente.

            3º. Diferenciación entre Fuerza y Violencia. Mientras la Fuerza son todos aquellos medios coactivos que posee un estado constituido para controlar y someter a la sociedad a la legalidad burguesa, la Violencia es el medio que los trabajadores pueden emplear para contrarrestar y enfrentarse a esa fuerza de los estados burgueses y derrotarla. El fin de la “Violencia” proletaria es obtener la victoria sobre la “Fuerza” del estado con lo que esa “Violencia” pasaría a constituirse en “Fuerza” y a quedar legitimada por el nuevo derecho que de esa “Fuerza” surgiría. Aún en el caso de no manifestarse la “Violencia” proletaria o de hacerlo de una forma mínima, Sorel afirma que la misma sirve de medio coactivo ya que las grandes concesiones realizadas por el capitalismo a la clase trabajadora siempre han sido logradas a causa del miedo de la burguesía a los actos de “Violencia” proletaria.

            4º. Crítica del parlamentarismo al cual considera como un medio de “domesticar” a los socialistas, los cuales al entrar en el parlamento quedan presos de intereses particulares y de compromisos con otras fuerzas que les hace perder todo carácter revolucionario y acercar sus pretensiones a las pretensiones de los burgueses que desean obtener la “paz social” a cambio de minúsculas concesiones. En la demostración de esta teoría, Sorel no deja de atacar a lo largo del libro al líder socialista y director de L´Humanité, Jean Jaurés (2), al cual acusa de haber llevado al Partido Socialista Francés a ser un simple medio de defensa de los intereses financieros y publicitarios de la redacción de L´Humanité.

            Dentro de la crítica al parlamentarismo, George Sorel critica el elitismo que engendra la institución parlamentaria al observar que los parlamentos siempre terminan copados por jerarquías previamente organizadas convirtiéndose en una especie de “clubs de caballeros” para personas que desean revestirse de cierta fama intelectual “hablando, teorizando y escribiendo largos artículos periodísticos”.

            Cien años después de publicarse “Reflexiones sobre la Violencia” puede afirmarse que las teorías de George Sorel resultaron en muchos casos proféticas al poder comprobarse, entre otras cosas, como durante la llamada “Guerra Fría” occidente desarrolló y mantuvo a cualquier precio “el estado del bienestar” mientras existió el miedo a la expansión del comunismo soviético y al ver, hoy en día, el estado de postración y liquidación al que la socialdemocracia, es decir, el socialismo parlamentario, ha reducido los logros de más de un siglo de lucha del movimiento obrero.


(1) La “Unión Sacree” fue la tregua política a la que llegó la izquierda francesa con el gobierno y los partidos de derechas durante la I Guerra Mundial que consistió en votar a favor del presupuesto de guerra, no oponerse al gobierno y no convocar huelgas mientras durase la guerra contra el Imperio Alemán. A esta “Unión Sacree” no se unieron ni los sindicalistas revolucionarios ni algunos líderes socialistas como Jaurés, tan criticado por Sorel en “Reflexiones sobre la Violencia”.

(2) Jean Jaurés (1859-1914), fue un eminente político socialista francés fundador del periódico L´Humanité. Conocido por su ateismo militante siempre fue opuesto a que la formación religiosa dejase de ser impartida en las escuelas francesas pues, no con mal criterio, afirmaba que “solo se puede estar en contra de aquello que se conoce”. Aunque fue muy atacado por George Sorel a causa de la financiación de L´Humanité por entidades financieras burguesas y por sus compromisos parlamentarios, fue uno de los pocos socialistas franceses y europeos que se opuso a la declaración de guerra de 1914, no aceptó la “Union Sacree”, y fue asesinado el 31 de Julio de 1914 en el Café de Croissant sito en la calle Montmartre de Paris mientras ultimaba un llamamiento a la internacional socialista para convocar una “Huelga General” europea contra la movilización y la guerra. Su asesino, Raoul Villain, tras cincuenta y seis meses de prisión preventiva fue juzgado y absuelto el 29 de Marzo de 1919 mientras que a la viuda de Jaurés se le condenaba a pagar las costas del proceso.

Raoul Villain tras su puesta en libertad se refugió en Menorca donde, como si de un caso de justicia poética se tratase, moriría asesinado por fuerzas políticas afectas al gobierno de la República en los primeros días de Julio de 1936.


Bibliografía

Sorel, Georges (1935). Reflexiones sobre la violencia. Santiago de Chile: Ercilla.

Georges Sorel: apóstol de la violencia (Ediciones del Signo, Buenos Aires, 2004) autor: Daniel Kersffeld.

http://es.wikipedia.org/wiki/Georges_Sorel. "George Sorel".

"Gehttp://causarevolucionaria.wordpress.com/2010/09/22/george-sorel-y-el-sindicalismo-revolucionario/. George Sorel y el sindicalismo revolucionario".  Por Pepe Gutiérrez-Álvarez. 22/09/2010.

http://elgritodelalechuza.blogspot.com/2013/05/reflexiones-sobre-la-violencia-de.html. miércoles, 22 de mayo de 2013
“REFLEXIONES SOBRE LA VIOLENCIA” de GEORGE SOREL .

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/sorel_georges.htm. "Georges Sorel".

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