Por Kelder Toti.
Un día se reúnen un grupo de perros callejeros del Medio Oriente, a hablar sobre sus vidas en un bazar del Cairo mientras toman café cairota: el primero en hablar es el perro palestino, que narra las angustias de las palizas diarias de los sionistas; interrumpe un perro libio que es un perro pequiñés pero se cree un galgo por haber matado a palo a su amo; después habla el perro turco con arrogancia, que se cree un gran danés por convivir entre la basura de los alemanes; toma un trago de café y habla el perro egipcio: que vive de las limosnas de los turistas europeos y americanos, le sigue el perro saudita que describe lo hermoso qué es su collar de oro y diamantes, le sigue el perro paquistaní, que habla de lo mal que lo tratan sus amos americanos pero se olvida de lo bien qué come, y cómo debe soportar a los perros afganos; los perros afganos replican de la larga yihhad que llevan, algunos perros se ríen, y por último viene el perro más pulguiento y sarnoso del Cairo que es un can persa que habla de cómo ha jodido a todos los demás perros del Medio Oriente, sin percatarse que también a él le puede tocar.
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