Pablo Escobar: El Sicariato.
Por Kelder Toti.
Pablo Emilio Escobar Gaviria (Rionegro,
Antioquia; 1 de diciembre de 1949-Medellín, al 2 de diciembre de 1993) fue un
narcotraficante, empresario y político colombiano, líder del autodenominado
grupo de Los Extraditables, con el que llegó a ser el hombre más poderoso de la
mafia colombiana, siendo uno de los criminales más ricos de su época en el
mundo. Fue suplente en la Cámara de Representantes de Colombia para el Congreso
de la República de Colombia por el departamento de Antioquia en 1982.
Las autoridades lo vinculan al
asesinato de más de 10. 000 personas pero lo más probable que el número de
asesinado sea mucho menor; uno de sus principales guardaespaldas y
lugartenientes, John Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, lo vincula con el
asesinato de cientos de personas. En medio de la sangrienta guerra que enfrentó
al Cartel de Medellín contra el Estado desde 1984, su organización fue la
responsable de innumerables actos de terrorismo, entre ellos, la colocación de
más de 250 bombas y varias decenas de masacres que dejaron un saldo de 1142
civiles muertos, sin contar las miles de víctimas colaterales fruto del fuego
cruzado con las autoridades en Antioquia y Medellín.
Fue responsable directo del asesinato
de 657 policías entre 1989 y 1993, y de un feroz enfrentamiento con el Cartel
de Cali, los paramilitares del Magdalena Medio y finalmente con Los Pepes, que
se aliaron con el gobierno para destruir el poder del Cartel de Medellín. Esta
confrontación debilitó severamente al Cartel de Medellín, cortó el flujo
de dinero y lo obligó a entregarse y facilitó su captura durante un
enfrentamiento con la Policía.
Organizó y financió una extensa red de
sicarios (600 efectivos aproximadamente) y con sus actos terroristas mediante
el empleo de coches bomba en las principales ciudades, que adversaban a
Medellín, desestabilizó a Colombia y se convirtió en el criminal más
buscado del mundo a comienzos de los años 1990, para su captura fue creado el
Bloque de Búsqueda, entrenado por la U.S Army, la CIA suministró
información de inteligencia de sus comunicaciones telefónicas y formó redes de
inteligencia de prostitutas y microtraficantes de droga, la DEA suministró
información táctica de sus actividades, el DAS vigiló sus actividades en
coordinación con la DEA.
Tras fugarse de la cárcel, en julio de
1992, el gobierno de Colombia destinó unos cuatro mil efectivos e ingentes
recursos para conformar el denominado Bloque de Búsqueda, que fue asesorado por
el Grupo Delta de la CIA y que buscaba su recaptura. Tras diecisiete meses de
intenso rastreo por parte del mencionado bloque, que contaba con el respaldo de
los grupos de inteligencia estadounidenses, además de la asistencia del
grupo denominado Los Pepes financiado por el Cartel de Calí, fue localizado en
un barrio de Medellín y abatido en un tiroteo.
Con el comercio de la cocaína Pablo
escobar amasó una de las fortunas más grande de su país y una de las más
grandes del mundo de aproximadamente 2.000 millones de U$. Apodado «El Patrón»,
su fortuna estaba estimada entre los 9000 y 15 000 millones de dólares, aunque
según varias investigaciones y los reportes de la prensa especializada, el
tráfico de drogas le reportó beneficios por 25 000 millones de dólares, esto
parece bastante exagerado actualmente; y denota la envidia latente de la
oligarquía bogotana, ya que le tenía un profundo temor, por el desprecio
que le tiene a las élites de provincianas, y lo persiguió aliándose con otros
los carteles de la droga y factores de poder.
La Historia de Colombia es la historia
de una guerra civil, en que la oligarquía bogotana reprime a las regiones, y
asesina a sus liderazgos locales que pudieran ser una amenaza para su
dominación; aliándose con extranjeros: ingleses, franceses, americanos,
rusos e israelíes. La causa del conflicto colombiano es la ineptitud de la
oligarquía bogotana de poder articular un proyecto nacional, ya que carece de
la capacidad intelectual para ello, persiguiendo cualquier iniciativa tendente
a bajar las tensiones del territorio paisa.
Fue el tercero de un hogar de siete
hijos, sus padres fueron Abel de Jesús Escobar Echeverri, campesino agricultor,
y Hermilda de los Dolores Gaviria Berrío, maestra de escuela. Sus hermanos en
orden de nacimiento fueron: Roberto de Jesús, alias El Osito, Gloria Inés,
Argemiro, Alba Marina, Luz María y Luis Fernando (el menor, nacido en 1958 y
asesinado a los 19 años en 1977). Su abuelo materno, Roberto Gaviria Cobaleda,
ya le había precedido en actividades ilegales, ya que fue un renombrado
contrabandista de Whisky en épocas en que éste era ilegal (principios del siglo
XX).
El mencionado Roberto Gaviria fue
también el abuelo del abogado y político colombiano José Obdulio Gaviria, ex
asesor presidencial de Álvaro Uribe Vélez. En una entrevista concedida a
la televisión nacional del entonces (años 80), Pablo Escobar manifestaba sus
orígenes lo siguiente: «Pues mi familia no tuvo unos recursos económicos
importantes y vivimos dificultades como las que vive la mayoría del pueblo
colombiano, entonces no somos ajenos a esos problemas, los conocemos
profundamente y los entendemos.»
Sin embargo, varios de sus antepasados,
así como de sus familiares más inmediatos se destacaron como políticos,
empresarios, ganaderos y figuras de la élite antioqueña, por lo cual sus
presuntos "orígenes populares", que han sido erróneamente difundidos,
no corresponden a la realidad. Entre su extensa parentela podemos mencionar a
Isabel Gaviria Duque, Primera Dama de la Nación de 1910-1914, esposa de Carlos
E. Restrepo quien fue presidente de Colombia durante ese período. Su padrino de
bautismo fue el reconocido diplomático e intelectual colombiano Joaquín Vallejo
Arbeláez. En la parroquia de Rionegro reposa su partida que dice:
«En la parroquia de San Nicolás de
Rionegro, a cuatro de diciembre de mil novecientos cuarenta y nueve, el Pbro.
Juan M. Gómez, bautizó a un niño que nació el dos del presente, a quien puso el
nombre de PABLO EMILIO, hijo legítimo de Abel de Jesús Escobar y Hermilda
Gaviria, vecinos de ésta parroquia. Abuelos paternos: Pablo Emilio Escobar y
Sara María Echeverri. Abuelos maternos: Roberto Gaviria e Inés Berrío.
Padrinos: Joaquín Vallejo y Nelly Mejía de Vallejo, a quienes se advirtió el
parentesco espiritual y sus obligaciones. Doy fe. Agustín Gómez. Cura. NOTA
MARGINAL DE CONFIRMACIÓN. Confirmado en la Basílica Menor por el Excmo. Sr.
Alfonso Uribe Jaramillo, el veintiuno de octubre de mil novecientos cincuenta y
dos. Padrino: Gustavo Gaviria. Doy fe. Juan M. Gómez, Pbro. NOTA MARGINAL DE
MATRIMONIO. Casose en Palmira, Valle, parroquia de La Stma. Trinidad, el
veintinueve de marzo de mil novecientos setenta y seis. Testigos: Alfonso
Hurtado y Dolores de Vallejo. Se casó con Victoria E. Henao. Doy fe. Mons.
Samuel Álvarez Botero».
Infancia y juventud:
Según testimonio de su madre, Escobar
empezó a mostrar perspicacia y astucia ya en la escuela primaria; y en los
inicios la secundaria, se hizo evidente una de sus cualidades, su liderazgo en
defensa de sus compañeros. Escobar y su primo Gustavo Gaviria Rivero hacían
pequeños negocios en el Liceo "Lucrecio Jaramillo Vélez", donde ambos
estudiaban.
El más rentable de éstos fue el intercambio
de cómics. También hacían rifas, vendía los exámenes que hurtaba o los obtenía
bajo intmidación, prestaban dinero a bajo interés..., de esta forma Pablo
Escobar empezó a desarrollar sus habilidades para los negocios y el comercio
ilegal. En 1969 terminó el bachillerato en el mencionado Liceo, entonces fue
admitido para cursar estudios en la Facultad de Economía de la Universidad
Autónoma Latinoamericana de Medellín en la que estudiaban varios de sus primos
Gaviria, entre esos José Obdulio, pero finalmente optó por retirarse ya que
prefirió dedicarse a sus negocios personales.
Su esposa fue Victoria Eugenia Henao
Vallejo, La Tata, con quien se casó cuando ésta tenía quince años en 1976. De
dicha unión nacieron sus dos únicos hijos: Juan Pablo Escobar Henao el 24 de
febrero de 1977 y Manuela Escobar Henao el 24 de mayo de 1984. Su aficción por
las mujeres muy jovenes obligó a sus guardaespaldas a buscar niñas de 12 a 15
años en las escuelas a cambio de dinero o casas o campesinas; está practica
es común en la clase política y empresarial colombiana, que ve con desprecio la
dignidad de las clases humildes.
Un ejemplo de ello es uno de sus
contemporáneos, que fue su mayor enemigo: César Gaviria, cuando éste era
un muchacho de catorce años aproximadamente en compañía de sus amigos drogó y
violó en una fiesta a la hija de un aparcero, éste ultrajado buscó con machete
en mano al muchacho y le cortó el pene y los testiculos convirtiéndose en
homosexual, uno de los parientes de Gaviria mandó a matar a toda la
familia del campesino; teniendo Gaviria que buscar muchachos que lo
copulen a cambio de favores monetarios, y sus hijos son del amante de la
esposa, como se puede ver la clase política bogotana siente poco respeto hacia
las persona que no forman parte de élite política y empresarial de Bogotá,
abusando de ella no sólo desde el punto de vista material, sexual y hasta
espiritual, a través de un "civismo hueco" sacado de las cartillas
bolivariana, que justifican su dominación..
Gloria Gaviria Flores, quien fue su
prima consentida, fue la madrina de la boda junto con Carlos Fersch, el mejor
amigo del Cartel del Sur. Ella manifiesta que: "Pablo mucho antes de morir
me decía que quería que su hijo y el mío deberían ser los dueños del imperio,
puesto que él no quería que su imperio acabara". Gloria en la actualidad
vive en Bogotá y paga casa por cárcel, la patria potestad de su hijo menor la
tiene su abuela, lo último que se supo del joven es que vive en Antioquia,
Colombia, junto a su abuela.
Los hijos del Capo, Juan Pablo y
Manuela Escobar Henao, después de la muerte de Escobar salieron de su país,
pero fueron devueltos a su llegada a Estados Unidos, corriendo con la misma
suerte en Alemania. Finalmente se instalaron en Buenos Aires (Argentina),
donde tuvieron varios problemas legales que lograron resolver, su fortuna
personal no es mayor al de un pequeño comerciante de ropa.
Por razones de seguridad y por el
acuerdo que llegaron con las autoridades colombianas para la entrega de su
fortuna, y para alejar el estigma de tener el apellido de Escobar, sus nombres
y apellidos fueron cambiados por las autoridades colombianas antes de que
salieran de ese país. Así, Victoria pasó a llamarse María Isabel Santos
Caballero, Juan Pablo es ahora Juan Sebastián Marroquín Santos y Manuela se
llama Juana Manuela Marroquín Santos, identidades que fueron recientemente
reveladas por su propia voluntad. El 11 de diciembre de 2009, su hijo Juan
Pablo presentó el documental biográfico Pecados de mi padre, en el que pide
perdón a las familias víctimas de la violencia del narcotráfico.
El 8 de noviembre de 2006, un día
después de la muerte de su madre Hermilda, el cadáver de Escobar fue exhumado
por orden de Nicolás Escobar, sobrino de Pablo e hijo de Roberto Escobar
Gaviria, alias El Osito. Sebastián Marroquín acusó a su primo de haber vendido
las imágenes de la exhumación a la televisión (éstas fueron transmitidas en
directo por Radio Caracol) y de lucrarse con la memoria del capo.
La disputa familiar se hizo más
profunda tras conocerse que Nicolás se quedó con tres dientes y un pedazo del
bigote que aún quedaba en la osamenta, aunque él alega que las conservó para
realizar pruebas de ADN que resolverían los reclamos de paternidad de dos
supuestos hijos del narcotraficante.
Los comienzos de Escobar en el crimen
organizado se dieron lenta pero inexorablemente y a lo largo de su carrera
criminal, se sirvió de una extraña mezcla de violencia, sangre, paternalismo,
legalismo y filantropía pública para lograr sus fines. Mientras, por un
lado, eliminaba sin piedad a sus competidores, ordenaba asesinatos, estimulaba
intrigas o conspiraba contra figuras influyentes de la política o del gobierno,
por el otro, regalaba sándwiches a los mendigos, erigía casas para los pobres
de Medellín, financiaba a la iglesia para obras de caridad o construía
campos de fútbol para los niños de los suburbios, lo que le proporcionaba un
fuerte apoyo popular en los barrios más pobres de la ciudad.
Escobar comenzó su carrera delictiva
con pequeños timos, hurtos y trabajando para el rey del contrabando en Colombia
Alfredo Gómez López “El Padrino”. Al contrario de lo que se decía, no tuvo un
negocio de bicicletas ni robó lápidas para revenderlas, ya que era
profundamente creyente desde muy pequeño, al igual que su familia aunque
existen testimonios que comerciaba con mármol y granito en Panamá. Años más
adelante construiría varias iglesias, campos de fútbol y reconstruiría la
ciudad con los ingresos derivados del tráfico de cocaína.
A medida que fue creciendo se involucró
en el hurto de automóviles en las calles de Medellín, y pronto pasó a
dedicarse al tráfico de marihuana hacia los Estados Unidos. Se involucró
igualmente en el secuestro y asesinato del industrial Diego Echavarría Misas en
1971, y del capo del narcotráfico Fabio Restrepo “El Rey” en 1975.
Primero actuaba como intermediario que compraba la pasta de coca en Colombia,
Bolivia y Perú, para posteriormente revenderla a los traficantes encargados
de llevarla a Estados Unidos.
En la década de 1970 se convirtió en
una pieza clave del tráfico internacional de cocaína, asociado con Gonzalo
Rodríguez Gacha, Carlos Lehder, Jorge Luis Ochoa y sus hermanos Fabio y Juan
David, fundó y lideró el denominado Cártel de Medellín que se hizo con el
control de pistas, rutas, laboratorios y monopolizó el comercio ilegal desde la
producción hasta el consumo de cacaína. En 1978 fue detenido por tráfico de
estupefacientes pero el proceso prescribió y quedó en libertad meses después de
su detención. No obstante, el proceso fue reabierto por la jueza Mariela
Espinosa, quien también desistió de la investigación por amenazas contra su
vida. Espinosa fue asesinada años después por orden de Escobar.
Posteriormente llegaría a ser
catalogado como el séptimo hombre más rico del mundo según la revista Forbes
cosa que su hijo negaría años después. Fue dueño de una de las haciendas más
extensas de Colombia, llamada Hacienda Nápoles, que se convirtió en su centro
de operaciones, que tenía una extensión de 65.000 hectáreas, zoológico y casa
de campo.
Pablo Escobar estaba entre los
multimillonarios del mundo por su inmensa fortuna invertida en edificios,
viviendas, automóviles y haciendas, que la mayoría de sus bienes pasaría a
manos de la oligarquía bogotana, de su imperio en fábricas, aeropuertos, casas,
edificios, etc. Tiene un valor de 250 millones de U$ . En la Hacienda
Nápolesreunió más de 200 especies de animales exóticos para la región, como
hipopótamos, jirafas, elefantes, cebras y avestruces, todos ingresados al país
como fruto del soborno a las autoridades aduaneras, lo que no impidió la
difusión televisiva del inmueble en un reportaje propagandístico.
Era aficionado a los automóviles
lujosos y, después del atentado perpetrado por sus enemigos del Cártel de Cali,
se encontraron más de 40 autos deportivos en el aparcamiento del edificio
Mónaco en Medellín, donde vivía parte de su familia. Es difícil calcular la
totalidad de sus bienes raíces como edificios, oficinas, fincas, locales
comerciales y casas, pero algunos datos hablan de más de 500 predios de su
propiedad. También poseía helicópteros, motocicletas, lanchas y varias
avionetas para transportar la droga a través de la difícil geografía
colombiana.
De acuerdo con documentos de la DEA el
Cartel de Medellín se fundó en 1981 con el grupo “Muerte a Secuestradores”
(MAS) como respuesta a los secuestros y acciones guerrilleras en su contra de
las FARC y ELN, este grupo está relacionado también, tras la muerte de Pablo
Escobar, con Carlos Castaño y su hermano Fidel conocidos comandantes
paramilitares, que un principio fueron financiado por Pablo Escobar
posteriormente se alía los Castaño con Cartel de Calí en contra de Pablo
Escobar que era su principal competidor, y por último establece una alianza muy
estrecha con la élite de Magdalena y Bogotá en contra de las FARC limpiando el
Magdalena Medio de grupos guerrilleros, aplicando táctica de terror masivo para
lograr su objetivo.
El Hombre del Mossad.
Yair Klein (también transliterado como
Jair Klein; hebreo: יאיר קליין; Nizanim, Israel) es un exmilitar y mercenario
israelí, Yair, nació el 08 de abril de 1942 Klein ingresó a la carrera
militar en su adolescencia, cuando fue seleccionado para conformar grupos
especiales de asalto, luchó en la guerra de de los Seis Días, Yom Kippur
y la Operación Paz para Galilea.
Estableció una empresa privada de
mercenarios llamada Spearhead Ltd con la que proveyó de armas y entrenamiento a
las Fuerzas Armadas de varios países y así como grupos armados
irregulares de Sierra Leona, Antigua y de Colombia donde entrenó a grupos
paramilitares en la década de 1980, por solicitud del Ejército Nacional de
Colombia.
En 1972 participó en el rescate de una
decena de rehenes retenidos en un avión libio en el Aeropuerto de Lod, en Tel
Aviv, operación que tomó sólo 7 segundos. En 1978 se retiró del ejército y
montó su propia estación de gasolina y restaurante sin mucho éxito. Se
reintegró a las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI), donde llegó a comandar un
batallón de infantería que combatió en la invasión al Líbano de 1982.
En 1983 pasó a la reserva y creó su
propia firma de seguridad, llamada Hod Halanit en Tel Aviv, mediante la cual
estableció contactos con la milicia Falange Libanesa Cristiana, a la cual Klein
proporcionó asesoría, material logístico y armamento. Las Falanges
participarían en las masacres de los campos de refugiados de Sabra y Shatila.
En una audiencia de Justicia y Paz que
busca revelar el origen de las escuelas de entrenamiento de paramilitares en
Colombia, y que se adelanta contra los exjefes paramilitares Ramón Isaza,
y otros desmovilizados, Yair Klein, el mercenario que entrenó a los Castaño en
1988, dijo a través de una videoconferencia desde Israel que el ejército
colombiano suministró armas y una base militar para el entrenamiento del grupo
de autodefensas del Magdalena Medio. Además, contó que una de las personas que
presenció los entrenamientos a los paramilitares en los años 90, fue
posteriormente elegido Presidente de la República, se refería a Alvaro Uribe.
Pero nunca dijo un nombre.
“No digo que haya sido una de las
personas que entrenó sino que esa es una de las personas que pagó su
entrenamiento. Alguno de los hacendados de la zona que pagó como todo el resto
de los hacendados”, dijo Klein.
El mercenario Israelí también reveló
que su estadía en Colombia fue patrocinada, por el Ministerio de
Agricultura, entidad que tuvo que vender varias reces de ganado para poder
financiar sus servicios y entrenamientos. Klein entrenó a los hermanos Carlos y
Fidel Castaño, y al sicario que asesinaría después a Luis Carlos Galán.
Klein viajó a Colombia en 1987 con sus
papeles en orden. Con el conocimiento de su país y de la Embajada de Israel,
así como de las autoridades colombianas que lo recibieron formalmente, se
esperaba que entrenara a las autoridades colombianas y estas pagarán una parte
de su comisión al Mossad, quien fue quien lo contactó para el trabajo.
El primer lugar que visitó fue Urabá,
recorrió las fincas bananeras, se entrevistó con patronos y trabajadores y
realizó el primer diagnóstico de cómo entrenar a los reclutas para la guerra de
los primeros grupos de autodefensas que empezaban a organizarse en Colombia.
Pero el contrato le resultó en Puerto
Boyacá, donde los ganaderos reunieron los recursos para traerlo a él y a los
dos instructores que lo acompañaron de origen israelí. Comenzaba el año de
1988, el presidente era Virgilio Barco. En el aeropuerto El Dorado lo recibió,
y el ex teniente del ejército Ariel Otero, quien sería su guía. “Una hora
después estábamos sentados en una de las mesas de un restaurante de carnes en
el centro de la ciudad.
Hasta allí llegaron dos personas del
departamento administrativo de Seguridad DAS (el director era el general Miguel
Maza Márquez) y el presidente del Banco Ganadero (…) Me dijeron que querían que
yo entrenara a su gente en Puerto Boyacá. A la mañana siguiente viajamos. Antes
del mediodía llegamos a Puerto Boyacá.
La primera reunión fue con el alcalde;
con Henry Pérez, el presidente de la Junta directiva de la Asociación de
Ganaderos, un funcionario del DAS, y el coronel de la brigada del Ejército de
la zona (coronel Arsenio Bohórquez, comandante del batallón Bárbula). Me
llevaron a ver el área de entrenamiento”.
Producto de las negociaciones con estos
contactos, Yair Klein logra que, en febrero de 1988, se dé inicio al primer
curso de paramilitarismo dictado por él y sus hombres. Fue denominado ‘Pablo
Emilio Guarín Vera’, en honor a un promotor político del paramilitarismo en el
Magdalena Medio asesinado por los propios ‘paras’ en noviembre de 1987, y se
realizó en la finca La Cincuenta, de propiedad de Gonzalo Rodríguez Gacha alias
‘El Mexicano’.
Según la investigación, Klein y Pinchas
Schachar, brigadier general en retiro de las FDI y representante por ese
entonces de la Industria Militar de Israel, fueron contactados por el también
ex militar israelí Maurice Sarfati para encargarse del jugoso negocio por
324.205 dólares, que incluía proveer de 500 fusiles de asalto Galil, 200.000
municiones, subametralladoras, pistolas, rockets y miras infrarrojas al
Ministerio de Seguridad Nacional de Antigua y Barbuda, entonces encabezado por
el hijo del primer ministro Vere Bird –reelecto en distintas ocasiones desde
1960, gracias al apoyo británico–.
El 29 de marzo de 1989, el cargamento
partió del puerto de Haifa (Israel) en un barco de bandera danesa con destino a
un puerto en Antigua y Barbuda. Allí, el 24 de abril, fue cargado de nuevo en
un barco panameño que los transportó secretamente a Colombia, donde fueron
recibidos por el Cartel de Medellín, siendo Gonzalo Rodríguez Gacha el
verdadero comprador del lote de armas y quien pagó jugosos sobornos a los
funcionarios antiguanos involucrados, esta venta logró armar al MAS.
El testimonio de Klein podría implicar
al general Miguel Maza, quien ha estado acusado y pagó varios meses de cárcel
por el crimen de Luis Carlos Galán, esto es poco probable ya que las
autoridades colombianas no desean implicar a las Fuerzas Armadas de Colombia ni
al Mossad. El DAS, bajo la dirección de Maza, fue una de las instituciones que
junto a sectores de las Fuerzas Armadas participaron en la estrategia de
formación militar del grupo que se convirtió en la génesis de las AUC, según
narra el propio Yair Klein.
En su libro El caso Klein: el origen
del paramilitarismo en Colombia, cuenta con detalles los hechos que sucedieron
en el viaje en el que perfeccionó su contrato de entrenamiento para la guerra:
“A la mañana siguiente fue mi cita en el DAS. Y les dije en general lo que
hacía y cómo se hacía. Me preguntaron cuánto les cobraba. Yo no quería ganar
plata con ellos porque me parecía más importante establecer el contacto.
Entonces les dije: “20.000 dólares”, que es el precio para pagar a los
entrenadores. Fue una reunión de altísimo nivel: estaban el comandante de
instrucción del DAS, el comandante de operaciones del DAS; y cuando estábamos
ahí sentados, alguien abrió la puerta, metió la cabeza, nos miró y se fue. Me
preguntaron: “¿sabes quién es?”. Es el general Maza”.
Las tácticas de contrainsurgencias de
Klein incluyen operaciones de secuestro, tortura, desaparición forzada,
descuartizamiento con sierra eléctrica y terror psicológico aprendido por las
FDI en Mozambique y Angola. Según la Consultoría para los Derechos Humanos y el
Desplazamiento (Codhes), entre 1999 y 2010, al menos 3.630.897 personas fueron
desplazadas a la fuerza en Colombia y se cometieron miles de crímenes atroces,
principalmente a manos de los ejércitos de extrema derecha entrenados por el
israelí que terminaron conformando las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Luego de esto, el mercenario retorna a
Puerto Boyacá para continuar con la formación de los hombres de Gacha, Henry de
Jesús Pérez y Pablo Escobar. El objetivo era adiestrarlos en el manejo de
explosivos y en el diseño de los carros bombas que tanto horror generaron en
los años ochenta y noventa en el país.
Alonso de Jesús Baquero, alias ‘El
Negro Vladimir’, responsable de la masacre de La Rochela en Santander, fue uno
de los más destacados estudiantes en los cursos de Klein. Adicionalmente, se ha
sabido que los ejércitos privados que actuaron a favor de la multinacional
agroindustrial Chiquita Brands no sólo fueron pagados por esa compañía sino
que, además, surgieron como consecuencia del entrenamiento proporcionado por
Klein a los paras, “se cree” que el Mossad facilitó el aprendizaje de tácticas
militares para poder comprar cocaína para enviarla a Europa.
Klein afirmó en una entrevista con
Caracol Televisión que visitó Colombia por solicitud de la policía para
entrenar a sus miembros. Criticó el proceso de desmovilización de los
paramilitares, calificándolo de "estupidez" y dijo que, si lo dejaran
volver a Colombia, sería capaz de destruir la guerrilla de las FARC en seis
meses. Dicha entrevista motivó a las autoridades colombianas a pedir nuevamente
su captura, para obligarlo a bajar el tono de su declaraciones.
Contra el mercenario pesan graves
acusaciones, desde la época en que hizo parte de las FDI, y algunos
especialistas especulan que hace parte del Mossad (Instituto de Inteligencia y
Operaciones Especiales, por sus siglas en hebreo) y mantiene fuertes vínculos
con la CIA, pues el militar se ha vuelto tristemente célebre por su
participación como mercenario en varias guerras del Tercer Mundo en las que los
intereses de su país y de los EE.UU. terminaron viéndose beneficiados.
Posterior a esta generación de
sicarios, Fidel y Carlos Castaño se enteraron de las habilidades de Klein y lo
hospedaron por varios meses en haciendas de su propiedad en el Magdalena Medio,
como Las Tangas y La Isla de la Fantasía, con el fin de obtener instrucción
para sus hombres.
La capacitación fue contratada a la
empresa Spearhead, que además de Klein, tenía como instructores a un grupo de
mercenarios israelíes, ingleses y australianos. Según el libro “El sistema del
pájaro: Colombia, paramilitarismo y conflicto social” del periodista y escritor
italiano Guido Piccoli, el laboratorio de treinta sicarios costó a los
terratenientes, narcotraficantes y grandes empresarios involucrados alrededor
de 800.000 dólares y en éste se emplearon las técnicas, equipos y armas más
sofisticadas con las que contaban las FDI por ese entonces, así como uniformes
de uso privativo de las tropas comandadas desde Tel Aviv.
Tras su paso por Colombia Klein, estuvo
en Sierra Leona, país donde pagó una condena de 16 meses por proporcionarle
armamento al grupo subversivo Frente Revolucionario Unido. Klein tomó sus
ganancias del contrabando y, apoyado por el teniente coronel Clyde Walker, jefe
de las fuerzas armadas de Antigua y Barbuda, mantuvo en funcionamiento su
escuela paramilitar en ese país.
Posteriormente, el mercenario llegó a
África occidental a mediados de los años noventa. Allí, se encargó de la
formación de los miembros del Frente Revolucionario Unido de Sierra Leona, que
llegó a tener 15.000 combatientes en 1995 –gran parte de ellos niños reclutados
a la fuerza–, y aprovechó su posición en ese grupo para vincularse al lucrativo
negocio del contrabando de diamantes. Durante los once años de guerra civil en
el país africano se dieron entre 50.000 y 120.000 asesinatos, un número
indeterminados de desapariciones forzadas, desplazamientos, incontables
mutilaciones a machete, violaciones y otros delitos de lesa humanidad.
La justicia de Sierra Leona capturó a
Klein en 2000, internándolo en una cárcel de Freetown donde cumplió dieciséis
meses de reclusión. Sin embargo, cuando fue liberado, el israelí logró eludir
nuevamente a la justicia, pues en su contra pesan acusaciones que lo relacionan
con el contrabando de fusiles a Somalia.
Meses después, el proyecto anticomunista
de Klein y sus socios narcotraficantes había entrenado a decenas de mercenarios
de varias nacionalidades, entre ellos varios panameños que luego participaron
en la invasión estadounidense a la nación centroamericana que terminó
deponiendo al general Manuel Antonio Noriega.
Gracias a un cable de la embajada
estadounidense en Bogotá, desclasificado parcialmente en 2004, se sabe que
Klein, con dineros del narcotráfico, se lanzó a la aventura de abrir una
“escuela internacional de entrenamiento paramilitar y anticomunista en la isla
caribeña de Antigua”, luego de abandonar Colombia en 1989. Según el libro “La
búsqueda de la seguridad en el Caribe: problemas y promesas en los estados
subordinados” de Ivelaw Lloyd Griffith, Klein llegó hasta esta zona de las
Antillas, junto a un grupo conformado por otros israelíes, panameños,
colombianos y antiguanos, por un pedido del gobierno de Antigua y Barbuda que
estaba interesado en proveerse de armas y entrenamiento.
También estuvo envuelto en una transacción
de armas que terminaron en poder de “El Mexicano”, el capo del cartel de
Medellín, así como intentos de golpe de Estado en Honduras, Panamá,
Líbano y algunos países de África. Fue procesado en ausencia en Colombia y
condenado a más de diez años de prisión en 2001.
Klein fue condenado por una corte
colombiana en 2002, pero en ese entonces no fue capturado, entre otros
motivos porque los procesos prescribieron y una circular roja de la Interpol en
su contra expiró.
En una entrevista con cedida en 2007 al
programa “Hablando claro con la prensa” del Canal Caracol, el mercenario
israelí afirmó que volvería a Colombia si lo necesitaran y calificó como “una
estupidez y una falta de liderazgo desarticular a los paramilitares sin haber
acabado con la guerrilla. Ahí hay presiones extranjeras porque el gobierno
colombiano no puede ser tan tonto para ello”.
La Interpol emitió una circular roja
contra él y otros dos mercenarios israelíes en abril de 2007. Fue detenido en
Rusia en agosto de 2007. Estuvo detenido tres años en Rusia, esperando la
solicitud de extradición de Colombia.
Su abogado defensor de Klein , Dmitri
Yampolski, quien por ese entonces había sido detenido en Rusia, se aprovechó de
unas declaraciones del ex vicepresidente, Francisco Santos, para pedir su
libertad. En abril de 2010, Santos señaló que se debía “buscar la manera para
que este señor se pudra en la cárcel por haber participado en la conformación
de grupos paramilitares”, lo que sirvió de argumento a Yampolski para indicar
que “existe el peligro de que en Colombia se violen los derechos y libertades
de Klein”.
Y en 2010 logró ser enviado a Israel,
donde vivió hasta el 2012. El pasado 27 de enero del 2012, el gobierno de
Santos solicitó directamente a Tel Aviv la extradición del mercenario, aunque
no existe tratado alguno entre los dos países que obligue a Israel a enviar a
uno de sus nacionales a cumplir una condena en Colombia. Por esta razón, el
pedido está en manos del gobierno de esa nación y no ha recibido respuesta
formal, aunque se está estudiando, de acuerdo al Ministerio de Asuntos
Exteriores de Israel.
En noviembre de 2012, Klein declaró
ante el Tribunal superior de Bogotá. En dicha declaración dijo que los
entrenamientos a grupos de autodefensa que realizó en Colombia en los años 80
eran conocidos y estaban respaldados por el Gobierno de la época, sin indicar
nombres concretos.
Jhon Jairo Velásquez: .El Condottieri
Popeye.
Jhon Jairo Velásquez Vásquez (Yarumal,
Antioquía; 15 de abril de 1962) también conocido con el alias de Popeye, formó
parte de la estructura criminal del Cartel de Medellín hasta su entrega en 1992
a la justicia Colombiana. Al interior de dicha estructura era un lugarteniente
o mando medio de sicarios, quien era uno del los miembros del círculo de
confianza de Pablo Escobar, jefe de la organización criminal autodenominada Los
Extraditables.
Su historia ha recibido atención por
parte de la opinión pública, ya que, a través de declaraciones ante la justicia
ordinaria, medios de comunicación masivos y publicación de memorias en medio
impreso, se han dado a conocer detalles de la dinámica de las operaciones del
cartel de Medellín, la interacción de éste con otras estructuras criminales y
gubernamentales en el ámbito nacional e internacional, lo cual ha servido en la
conducción de procesos judiciales al mismo tiempo que ha suscitado
controversias.
Jhon Jairo Velásquez Vásquez nació en
en el municipio de Yarumal, Antioquia y más tarde es admitido en el Ejército
Nacional. más adelante ingresa a la escuela de cadetes de la policía nacional,
días después se retira, por no encontrar satisfacción alguna en esta profesión.
Él quería la aventura y la diversión, pero en estas instituciones no lo podría
conseguir, posteriormente entraría a la escuela de grumetes de la Armada
Nacional Colombiana donde obtendría su característico apodo de Popeye además de
su parecido físico con el personaje homónimo el cual sería suprimido con
cirugía plástica.
Siendo alguna vez señalado como máximo
y jefe máximo de sicarios del Cartel de Medellín por los medios de comunicación
colombianos, en especial aquellos centrados en la capital Bogotá, se ha podido
esclarecer que era un mando medio, siendo criminal confeso de alrededor de 250
homicidios, del secuestro del entonces candidato a la alcaldía de Bogotá,
Andres Pastrana Arango (quien sería después presidente de la república), del
secuestro de Francisco Santos (quien sería después vicepresidente de la
República), del secuestro y asesinato del procurador Carlos Mauro Hoyos, la
complicidad en los homicidios del gobernador de Antioquía Antonio Roldán
Betancour en una misión fallida encargada al mismo Popeye y a John Jairo Arias
Tascon, alias "Pinina" para asesinar al coronel de la policía del
departamento Valdemar Franklin Quintero y del candidato presidencial Luis
Carlos Galán al declarar haber suministrado el arma para el magnicidio y ha
sido implicado en los procesos del atentado terrorista en el vuelo 203 de
Avianca.
Popeye llegó a ser el compañero
sentimental de una de las mujeres de Escobar la cual fue mandada a asesinar por
el Capo tras enterarse de que era una confidente de la policía. El Capo le
encomendó dicha misión al propio "Popeye" el cual confesó ser incapaz
de ejecutar la orden mandando a otro sicario ejecutarla.
Desde 1992, Popeye cumplió una condena
de cárcel bajo acusaciones de terrorismo, narcotráfico; concierto para
delinquir con fines terroristas y homicidio. Durante 2000 y 2001, Popeye estuvo
involucrado en los enfrentamientos armados en la cárcel La Modelo. En 2008 el
lugarteniente de Pablo Escobar, fue condenado a doce años por otros procesos
judiciales en su contra.
El 22 de agosto de 2014 se dio a
conocer la noticia según la cual habría recibido libertad condicional por haber
cumplido tres quintas partes de su condena, pero que viéndose involucrado en
otros procesos, la libertad condicional no sería en la práctica obtenida, sin
embargo fue liberado el 26 de agosto de 2014. luego del acuerdo que hizo con
las autoridades de justicia a declarar y probar la implicación de autoridades
del sistema carcelario colombiano, ( La Catedral ).
Actividades políticas del Patrón:
A fines de los años 1970 (o a
principios de la década siguiente) comprendió que debía crear una
"pantalla" a fin de proteger su lucrativo comercio de drogas, que
financiaba su carrera polìtica. Comenzó a cultivar una imagen de hombre
respetable, a contactarse con políticos, financieros, abogados, etc. Sin
saberse con certeza de sus verdaderas intenciones, Pablo Escobar construyó
muchas obras benéficas para los pobres, entre ellas 50 campos de fútbol, o un
barrio entero llamado "Medellín sin tugurios", también llamado
"barrio Pablo Escobar", que buscaba ganarse el apoyo popular para su
carrera política en favor de Medellín, que evitara los abusos y exacciones
fiscales de Bogotá. Ésta acción los diferencia de los políticos de la clase
política, que logran sus objetivos utilizando: el sicariato, el soborno, la
persecusion judiciall, el engaño propagandistico o el terror puro y simple.
Impuso la ley de "plata o
plomo", por la que muchos miembros del gobierno, policía y militares
colombianos o aceptaban la "plata" (dinero) o les caía una lluvia de
"plomo" (balazos). Pudiendo bajo intimidación lograr sus fines, se
puede decir que en aquel tiempo y en los actuales momentos ese el medio de
hacer política en Colombia, por estar habituados a vivir en un clima de guerra
civil perenne.
Se ganó, mediante la extorsión, el
apoyo que lo llevaría a ser electo como suplente al senado por el movimiento
Alternativa Liberal, después de haber sido expulsado junto con Jairo Ortega
Ramírez, del Nuevo Liberalismo fundado por Luis Carlos Galán. Fue invitado en
1982 a la toma de posesión de Felipe González, el tercer presidente de la
España democrática, por el empresario español Enrique Sarasola, quien tenía
importantes negocios en Medellín. Buscó con ello promever su carrera política a
nivel internacional.
De esta forma, en su mejor momento
logró acumular gran influencia en múltiples estamentos legales, civiles,
económicos, religiosos y sociales de Medellín, de Antioquia y del país.
Pero su pantalla empezó a derrumbarse
en 1983, cuando el periódico El Espectador publicó una serie de notas
editoriales escritas por su director Guillermo Cano Isaza que revelaban lo que
realmente se ocultaba detrás de Pablo Escobar. El Congreso, que en un principio
mostró una actitud vacilante, suprimió su inmunidad parlamentaria, y se abrió
el camino para que las autoridades empezaran a perseguirlo. Por su parte el
Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla lideró igualmente una investigación
contra Escobar al comprobarse la presencia de dinero de dudosa procedencia en
la política y en los equipos de fútbol nacionales.
La guerra del narcoterrorismo:
Las investigaciones de Rodrigo Lara
Bonilla aliado con el coronel de la policía Jaime Ramírez Gómez conllevan a
demostrar la completa vinculación de Escobar en el narcotráfico cuando el capo
le había dado al ministro un ultimátum de demostrar sus acusaciones o en su
defecto lo acusaría de calumnia y difamación. Escobar junto con Ortega atacan
al ministro mostrando un cheque, al parecer falso, del narcotraficante Evaristo
Porras financiando la campaña de Lara al senado pero el ministro niega tal vínculo
y logra desacreditar a Escobar mostrando públicamente un documental del canal
estadounidense ABC sobre el capo mientras que Ramírez encabezaba un operativo
que desmanteló Tranquilandia, un gigantesco complejo de laboratorios para el
proceso de cocaína perteneciente al Cartel ubicado en cercanías al río Yarí en
la entonces comisaría del Guaviare. Por tanto, Escobar pierde su escaño y su
visa a Estados Unidos es cancelada y públicamente Escobar renuncia a la
política.
El 30 de abril de 1984 Lara es asesinado
por órdenes de Escobar dando inicio a un período que ha pasado a la historia
como el «narcoterrorismo». Tras dicho hecho el presidente Belisario Betancur,
antes opuesto a la extradición de colombianos, decide autorizarla
desencadenando una serie de operativos por parte de la policía para capturar a
los miembros del Cartel de Medellín. Con este marco legal del Estatuto de
Estupefacientes, Betancur inició la primera gran guerra contra el narcotráfico;
se dispone del embargo y del secuestro de bienes y del aumento de penas y
multas para delitos asociados al tráfico de drogas, pasando éstos al
conocimiento de la Justicia Penal Militar. Los principales cabecillas del
Cartel debieron refugiarse en Panamá e intentaron en mayo de 1984 en medio de
los llamados Diálogos de Panamá con el expresidente Alfonso López Michelsen en
un último intento de acercamiento al Estado. Su fracaso se debió a que los
diálogos se habían filtrado a la prensa. Meses después regresarían
clandestinamente al país y la guerra total sería cuestión de tiempo.
Un año después del asesinato de Lara
Bonilla, pese a los anuncios del gobierno de combatirlos, los narcotraficantes
del cartel de Medellín renombrados ahora como Los Extraditables, permanecían
impunes expandiendo su aparato criminal por amplias zonas del país y abriendo
nuevas rutas de tráfico de cocaína por Nicaragua y Cuba. Todo ello en
connivencia con algunos sectores de la fuerza pública, comprados a base de
dinero y terror.
En noviembre de 1984 «los
Extraditables» hicieron estallar un carro-bomba frente a la embajada
norteamericana en la capital colombiana matando a una persona y en junio de
1985 ordenaron la muerte del juez Tulio Manuel Castro Gil, encargado de
investigar el crimen de Lara Bonilla. Escobar, ambiguo en sus relaciones con la
guerrilla, luego del episodio del MAS, se acercó al M-19 por intermedio del
comandante Iván Marino Ospina y de algún modo se cree que estuvo al tanto de
los hechos que se iban a desarrollar en el Palacio de Justicia ofreciendo apoyo
económico para la operación; si bien los hechos no están dilucidados del todo.
En cualquier caso las relaciones fueron bastante cercanas y motivaron cierto
alejamiento de la cúpula del M-19 con Ospina y la operación en el Palacio de
Justicia fue autorizada por su sucesor Alvaro Fayad.
La campaña de terror continua contra
sus enemigos en el Gobierno y los que apoyaran el tratado de extradición, hecho
efectivo en enero de 1985 con el envío de los primeros capturados a Estados
Unidos por medio del recién posesionado Ministro de Justicia Enrique Parejo
González en reemplazo del asesinado Lara, y todos los que denunciaran sus
negocios y redes mafiosas: «los Extraditables» asesinaron en febrero de 1986 en
Baton Rouge, Florida, al piloto y testigo ante la justicia norteamericana Barry
Seal, en julio al magistrado Hernando Baquero Borda, ponente del Tratado de
Extradición en 1980, y al periodista de El Espectador Roberto Camacho Prada, y
el 18 de agosto ya posesionado el nuevo presidente de Colombia Virgilio Barco,
al Capitán de la policía antinarcóticos Luis Alfredo Macana. Además,
demostrarían su poder de corrupción cuando evitaron que Jorge Luis Ochoa y
Gilberto Rodríguez Orejuela capturados en España y ambos reconocidos
narcotraficantes, fueran extraditados a EE.UU y más bien fueran deportados a
Colombia donde pagaron irrisorias penas de cárcel. Hasta ese momento los
principales grupos exportadores de droga del país mantenían generalmente buenas
relaciones entre si, aunque la atención de las autoridades se centraba
esencialmente sobre los violentos cabecillas de Medellín, que controlaban hasta
un 90 % del lucrativo negocio. Y a pesar de
que los jefes de Cali optaron principalmente por la corrupción y por la
infiltración dentro de las instituciones como medio de lidiar con el Estado, en
septiembre de 1986 ordenaron el crimen del periodista del Diario Occidente,
Raúl Echavarría Barrientos.
Guerra de Los Carteles:
Luego del ascenso a la presidencia de
Barco Vargas, ocurrieron las muertes a manos de sicarios motorizados del juez
Gustavo Zuluaga Serna, encargado de investigar la muerte de dos agentes del
DAS, que en 1978 habían arrestado a Escobar por posesión y tráfico de
estupefacientes; en octubre de 1986, del coronel de la policía antinarcóticos,
Jaime Ramírez Gómez, un mes después y sobre todo del Director del diario El
Espectador Guillermo Cano el 17 de diciembre; más el atentado que sufrió en
Budapest (Hungría), el exministro de justicia y ahora embajador de Colombia en
ese país Parejo González en enero de 1987.
Se cree que Escobar fue quien provocó
la captura y extradición a los EE.UU de Lehder el 4 de febrero de 1987. Escobar
y el resto de la cúpula teniendo conciencia del peligro que la extradición
representaba a sus intereses y decididos a combatirla, robustecieron su aparato
militar y económico, y se dieron a la tarea de recaudar entre todos los
narcotraficantes cuantiosos recursos, incluso entre los que no hacían parte de
su grupo, para poder financiar el previsible escalamiento de violencia.
Las tensiones creadas y la
ambición de Escobar por dominar la situación motivaron una primera purga dentro
de la organización, entre ellos Pablo Correa Arroyave, y el secuestro de varios
traficantes del Valle, todo ello a través de un fallido intercambio de favores
entre Escobar y Gilberto Rodríguez. Tras la negativa de Rodríguez a entregar a
Piña, uno de sus hombres, Escobar ordena el secuestro de Piña y su asesinato a
manos del negro Pabón, uno de sus lugartenientes. Dicho asesinato y el temor de
los hermanos Rodríguez Orejuela, de Helmer Pacho Herrera y de José Santacruz
Londoño de ser las próximas víctimas, motivó el rompimiento entre ambos
carteles. La captura en noviembre de 1987 de Jorge Luis Ochoa en Buga, Valle,
fue vista como producto de una delación de los traficantes de Cali.
Su posible extradición reactivó la
ofensiva contra el Estado. Pocos días después el político y candidato a la
alcaldía de Medellín Juan Gómez Martínez, se salvó de un intento de secuestro
reivindicado por «Los Extraditables». Y si bien Ochoa fue liberado impunemente
amparado en el derecho de Habeas Corpus un mes después, la confrontación no se
detuvo. El gobierno humillado públicamente, profirió órdenes de extradición
contra los principales miembros de la organización en los primeros días de
enero, y Pacho Herrera atacó a Escobar en su propio hogar al dinamitar el
Edificio Mónaco, donde vivía su familia, el 13 del mismo mes en consecuencia de
un atentado en que Herrera fue blanco aunque saliendo herido. La respuesta
llegó en la forma de una sangrienta guerra de sicarios entre ambos carteles y
con el estallido de numerosos petardos en las Droguerías La Rebaja, propiedad
de los Rodríguez Orejuela.
Contra el Estado a su vez, respondió
con secuestros, primero al aspirante a la alcaldía de Bogotá, Andrés Pastrana
Arango, el 16 de enero, y después al Procurador General de la Nación, Carlos
Mauro Hoyos, el 25 siguiente, en el momento que este se dirigía al aeropuerto
de Rionegro, Antioquia. El posterior rescate, el mismo día, de Pastrana,
dictaminó la muerte del jefe del Ministerio Público, ultimado a balazos por
Popeye y cuyo plan previo era mantener a ambos secuestrados en un mismo lugar.
En marzo varios cientos de uniformados cayeron sobre la finca El Bizcocho
propiedad de Escobar, pero este logró romper astutamente el cerco y escapó.
Ofensiva de 1989 y negociaciones:
A partir de julio de 1988, el
secretario general de la Presidencia, Germán Montoya había entrado en
conversaciones con los líderes de Los Extraditables. Subsecuentes declaraciones
del gobierno fueron interpretadas por los narcotraficantes como una invitación
al diálogo, por lo que el 15 de septiembre siguiente, estos respondieron con
una carta a la administración Barco, e hicieron llegar a Montoya un proyecto de
ley de indulto y un plan de desmovilización. Sin embargo, ante la intransigencia
de los EE.UU, renuente a la posibilidad de dialogar con los narcos, se
dilataron las conversaciones y al final se las presentó como iniciativa
personal del intermediario, desligando al primer mandatario de ellas.
Como una reacción a este diálogo sin
resultados, el cartel cabeza de Escobar y Rodríguez Gacha, inicio una cadena de
crímenes de jueces, de funcionarios del gobierno y de personajes de la vida
pública. En marzo del 89 Los Extraditables mataron a Héctor Giraldo Gálvez
apoderado del caso Lara en reemplazo de Castro Gil, y dos meses después
dinamitaron la sede de la televisora Mundo Visión. Tras el intento de asesinato
contra el jefe del DAS, General Miguel Maza Márquez el 30 de mayo en Bogotá,
utilizando una poderosa carga explosiva que liquidó a 7, el terrorismo se
enseñoreó del país. El 4 de julio en Medellín, en un atentado dirigido al
coronel Valdemar Franklin Quintero, murió el Gobernador de Antioquia, Antonio
Roldan Betancur junto a 5 de sus acompañantes. Finalizando julio, el 28, la
víctima fue la jueza María Helena Díaz, sustituta de Espinoza, y sus 2 escoltas
ultimados por sicarios.
El 16 de agosto cayó el magistrado del
tribunal superior de Cundinamarca, Carlos Ernesto Valencia, y el 18 en la
capital antioqueña el coronel Quintero, acribillado a traición con decenas de
impactos de bala. Aunque la noticia del crimen ocurrido en las horas de la
mañana fue opacada, cuando en la noche durante un mitin político en Soacha,
varias decenas de pistoleros al servicio de Rodríguez Gacha se infiltraron en
la manifestación y dieron muerte al precandidato presidencial por el partido
liberal, Luis Carlos Galán, enemigo acérrimo de los narcotraficantes y
partidario de permitir la extradición de los narcotraficantes a Estados Unidos,
era el más opcionado para alcanzar la primera magistratura de la nación. Herido
de muerte por Jaime Eduardo Rueda Rocha, fallece horas después a causa de una
fuerte hemorragia. En este asesinato también se involucra a Alberto Santofimio
Botero como coautor intelectual del hecho.
Como consecuencia del asesinato de
Galán, los diálogos se interrumpieron del todo y el presidente declaró la
guerra al narcotráfico de la misma manera que lo había hecho Betancur 5 años
atrás. Con el decreto 1830 del 19 de agosto, Barco estableció la extradición
por vía administrativa, sin contar con el fallo de la corte suprema de
justicia; con el Decreto 1863 autorizó a los jueces militares a practicar
registros donde se presumía o existían indicios de personas u objetos relacionados
con algún delito; con el Decreto 1856 ordenó la confiscación de los bienes
muebles e inmuebles de los narcotraficantes; y con el 1859 autorizó la
detención en condiciones de absoluta incomunicación y por un tiempo que excedía
las normas constitucionales, de personas de las que se tuvieran graves indicios
de haber cometido delitos contra la existencia y seguridad del Estado. Además
se dispuso la creación del Grupo Élite con 500 hombres, esencialmente dirigido
a cazar a los cabecillas terroristas y lo puso al mando del Coronel Hugo
Martínez Poveda. En los días posteriores el Ejército y la Policíallevaron a
cabo más de 450 allanamientos en todo el territorio nacional y detuvieron a
cerca de 13.000 personas acusadas de estar vinculadas al narcotráfico.
El 23 de agosto Los Extraditables
respondieron al gobierno en una carta a la opinión pública, asumiendo el reto
de la guerra total. Con 3000 sicarios en armas, el asocio del paramilitarismo y
el respaldo de una porción importante de la población bajo su dominio, a lo que
se sumaba el músculo financiero que le daba el control de al menos un 90% del
tráfico de cocaína hacia el exterior, el Cartel de Medellín se enfrentó al
Estado colombiano a base de bombazos y asesinatos selectivos. El terrorismo se
convirtió en una verdadera pesadilla diaria, se multiplicó y puso en jaque como
nunca antes al establecimiento: entre septiembre y diciembre de 1989 más de 100
artefactos hicieron explosión en Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga,
Cartagena, Barranquilla y Pereira, contra edificios gubernamentales,
instalaciones bancarias, comerciales, de servicios e infraestructura económica.
En total sumando los ataques sicariales, los narcoterroristas fueron los
responsables de 289 acciones bélicas en ese periodo, con un fatídico saldo de
300 víctimas mortales y más de 1500 lesionados.
El 30 de agosto una primera bomba hace
explosión en Medellín, el 2 de septiembre fueron casi destruidas las
instalaciones del diario El Espectador que en ese mismo día continuó su edición
en horas de la tarde, el 11 es asesinado el líder liberal Pedro Peláez
González, el 21 son dinamitadas 9 sedes políticas en Teusaquillo y el 26 es
atacado el Hotel Hilton en Cartagena. Pese a no poder detener las continuas
explosiones, las autoridades no cejaron en su esfuerzo, multiplicaron los
allanamientos y capturaron a 2 grandes capos: a Eduardo Martínez y a Rafael 'el
Mono' Abello, para luego extraditarlos. Como respuesta, el 16 de octubre un
carro-bomba arrasó la sede del periódico Vanguardia liberal de Bucaramanga y
mató a 4 personas. Ahora todo el aparato criminal de Escobar y los
extraditables se enfiló contra las clases dirigentes y los círculos de poder:
son ultimados por sicarios el magistrado Héctor Jiménez Rodríguez, el
periodista Jorge Enrique Pulido (de quien ya había recibido amenazas) cuando se
disponía a regresar a su programadora, luego de la emisión dominical del
Noticiero Mundo Visión, recibiendo varios impactos de bala; los mismos que días
después (el 8 de noviembre de 1989) terminarían por dar fin a su existencia y
seis meses después, a su programadora. Muere también el representante a la
cámara Luis Francisco Madero. A finales de octubre, 7 policías son dados de
baja en la capital antioqueña, 5 de ellos en el bombazo a un bus, frente al Club
de oficiales de la ciudad.
Solo tras un operativo relámpago
lanzado el 23 de noviembre sobre la hacienda El Oro en Cocorna (Antioquia) en
la que se hallaba Escobar y Jorge Luis Ochoa, comenzó en serio la persecución
sobre el poderoso capo. Pese a que logró escapar, 2 de sus hombres murieron,
uno de ellos su cuñado Fabio Henao, y 55 fueron detenidos. Al final la
ofensiva, la ira de Escobar se cierne aún más y para que en represalia
empezaran a recurrir a las masacres terroristas. Cuatro días después, el 27,
hace estallar el vuelo 203 de Avianca34 con el fin de matar al entonces
candidato César Gaviria, sucesor de Galán (quien no subió al avión por consejo
de sus asesores), con un saldo de 107 muertos. Finalmente como culminación de
su aleve ofensiva, el 6 de diciembre de 1989, coloca un carro bomba frente al
edificio del DAS, la policía secreta colombiana, buscando acabar con su
director, el general Miguel Alfredo Maza Márquez, quien salió ileso a pesar de
que la edificación quedó semidestruida. El bus-bomba destruyó parcialmente la
edificación y más de 200 establecimientos comerciales a su alrededor y 63
personas murieron y 500 quedaron heridas.
El gobierno Barco no pudo impedir en
ningún momento los atroces actos, cada vez más indiscriminados, pero se anotó
un éxito cuando el 15 de diciembre, el segundo cabecilla del cartel de Medellín
y su líder militar, Rodríguez Gacha “El Mexicano” fue ubicado por un informante
en la costa norte del país, en donde se hallaba refugiándose de la persecución de
las autoridades. Responsable de más de 2000 homicidios y sindicado del ataque
al edificio del DAS, fue dado de baja tras una dura persecución entre los
municipios de Tolú y Coveñas en Sucre, junto a su hijo Freddy Rodríguez
Celades, a su principal lugarteniente Gilberto Rendón Hurtado y a 4 hombres de
su cuerpo de seguridad. Atribuyéndosele a él, la mayor parte de las acciones de
los últimos meses.
Los Extraditables intentaron una nueva
estrategia de diálogo y negociación con el Estado, queriéndolo presionar con el
secuestro del hijo del secretario de presidencia, Álvaro Diego Montoya y de 2
parientes del presidente de la República. Surgeentonces una propuesta del ex
presidente López Michelsen, respaldada por los también ex mandatarios Julio
César Turbay y Misael Pastrana, por el cardenal Mario Rebollo Bravo y por el
presidente de la UP DiegoMontaña Cuellar, consistente en la formación de una
comisión de Notables para negociar con los narcoterroristas.
El 17 de enero de 1990, estos
respondieron a dicha propuesta presentándose en un comunicado como aspirantes
legítimos al perdón judicial y expresaron una “verdadera voluntad de
negociación”. Inmediatamente después liberaron los secuestrados, entregaron un
bus con una tonelada de dinamita, y uno de los mayores laboratorios de
procesamiento de droga en el Choco. Como contraparte los narcos esperaban del
gobierno la creación de la comisión de alto nivel que se encargaría de los
procedimientos legales que permitirían su rendición. Sin embargo, esto nunca sucedió
y el intento de diálogo y negociación terminó en una nueva oleada de
terrorismo.
Efectivamente engañados por el gobierno
y frente a una fuerte ofensiva militar en Envigado, declarado zona de
operaciones militares por la IV Brigada al mando del General Harold Bedoya, Los
extraditables pusieron fin a la tregua el día 30 de marzo, poniendo precio a la
cabeza de cada policía muerto. Medellín y su área metropolitana se vieron
envueltos en una verdadera guerra urbana, tras las primeras ejecuciones de uniformados
y después del ataque contra un camión del Grupo Élite, ocurrido en un puente de
Itagüí el 11 de abril. Este atentado que dejó 20 muertos y 100 heridos fue el
primero de los 18 que se sucedieron hasta finales de julio con un saldo de 100
víctimas fatales y 450 heridos.
El 12 de mayo, víspera de la
celebración del Día de la Madre hicieron explosión en 2 centros comerciales de
Bogotá sendas bombas que mataron a 21 personas. El mismo día en Cali otro acto
terrorista cobró la vida de 9 civiles. A fines de mes a la vez que un sicario
se hacía volar frente al Hotel Intercontinental de Medellín, acabando con 6
policías y 3 transeúntes, fue acribillado el senador Federico Estrada Vélez y
su conductor. La violencia se recrudece y las victimas fueron miles: en
represalia por la muerte de 215 uniformados ejecutados entre abril y julio de
1990, escuadrones de la muerte sube todas las noches a las comunas y fusilan a
decenas de hombres, varios de ellos menores de edad. Poco después de que el
jefe militar de Escobar, John Jairo Arias Tascon “Pinina”, fuera dado de baja
el 14 de junio, vino otra serie de acciones bélicas: 19 jóvenes de la alta
sociedad antioqueña son masacrados en el Bar Oporto y un carro-bomba estalla
frente a la Estación Libertadores de la Policía matando a 14 civiles.
Finalmente, a finales de julio luego de un inmenso operativo en el Magdalena
Medio antioqueño del que una vez más escapó Escobar, Los Extraditables decretan
una nueva tregua y se sitúan a la defensiva, en espera de las decisiones que
pueda tomar la administración entrante de Gaviria. En todo caso afirman la
imposibilidad de entregarse a la justicia mientras no se reestructuren los
organismos de seguridad del Estado y no se crearan los mecanismos legales
apropiados para evitar su extradición.
Bombas y secuestros. Rendición y
entrega:
Aparte de un proceso de paz inconcluso,
Gaviria heredó la “guerra contra el narcotráfico” con la que su predecesor
había pretendido reducir al Cartel de Medellín y su red de sicarios, enemigos
declarados del Estado. Aunque durante su campaña presidencial había demostrado
total respaldo tanto a la ofensiva como a las medidas tomadas por el primer
mandatario, entre ellas la más temida por los narcoterroristas, que era la
extradición por vía administrativa; una vez posesionado dejó entrever que el
elevado costo económico y humano de esta guerra ameritaba la búsqueda de una
salida alterna en la que el fortalecimiento de la justicia sería un elemento
clave. El 12 de agosto en todo caso, en un golpe de mano, hombres del Grupo
Élite dieron de baja a Gustavo Gaviria, primo y mano derecha del máximo jefe
terrorista del país.
Aprovechando el respiro de la tregua
unilateral indefinida anunciada en julio por Los Extraditables, el ministro de
justicia Jaime Giraldo Ángel diseñó la legislación de estado de sitio que se
haría pública como “Política de sometimiento a la justicia”. Dicha política,
que se materializó en cinco decretos que posteriormente, serían elevados
después de una depuración, a legislación permanente en el nuevo Código de
Procesamiento Penal, aspiraba en términos simplificados, a favorecer con la
reducción de la pena a los narcotraficantes que se entregaran voluntariamente y
confesaran por lo menos un delito, con la garantía, en algunos casos
condicional, de ser juzgados en el país y recluidos en pabellones de alta
seguridad.
Los primeros en acogerse a la
oferta, entre diciembre de 1990 y febrero de 1991, fueron los hermanos Ochoa,
Jorge Luis, Juan David y Fabio, socios cercanos de Escobar quien receloso de
las intenciones del gobierno, que ya le había incumplido anteriormente,
organizó una serie de secuestros selectivos de periodistas de renombre y de
personajes influyentes en la vida nacional. Escobar ordena el secuestro a familiares
de miembros del gobierno y a periodistas, de la larga lista de secuestrados los
más reconocidos fueron: Francisco Santos Calderón (redactor jefe del diario El
Tiempo), Maruja Pachón de Villamizar (periodista y directora general de Focine,
esposa del político y diplomático Alberto Villamizar), Beatriz Villamizar de
Guerrero (hermana de Alberto Villamizar y asistente personal de Focine), Diana
Turbay (directora del noticiero de televisión Criptón y de la revista Hoy x
Hoy, hija del expresidente de la República JulioCésar Turbay) y quien murió en
hechos confusos durante un intento de rescate de la policía, Marina Montoya de
Pérez (hermana del exsecretario General de la Presidencia, Germán Montoya) y
quien es ejecutada por sus captores como represalia por la muerte de sicarios y
colaboradores del Cartel manos de la policía, en especial por la muerte de los
hermanos Armando y Ricardo Prisco Lopera, líderes de 'Los Priscos', brazo
armado del cartel, Álvaro Diego Montoya (hijo mayor del entonces Secretario General
de la Presidencia, Germán Montoya), Patricia Echeverri y su hija Diana
Echeverri, parientes políticas del expresidente de la República Barco
presionando de ese modo al presidente saliente y electo para que fuera tratado
como un delincuente político, haciéndose beneficiario de paso de los indultos
reservados a los guerrilleros. Escobar además pretendía arrancarle al Ejecutivo
un acuerdo hecho a su medida y siguió presionando nuevamente por la vía armada,
amenazando con ejecutar a los rehenes y con reiniciar su ofensiva terrorista.
El 13 de diciembre de 1990 una
bomba mató a 7 policías en Medellín y otros 7 más serían ultimados por sicarios
en los 3 primeros días de enero y con una nueva racha de atentados: una decena
de efectivos policiales fueron víctimas de sicariato, una explosión en un bus
dejó 6 muertos y el 16 de febrero un atroz bombazo contra una patrulla del F-2
en Medellín frente a la plaza de toros de la ciudad, se saldó con 22
fallecidos. Dos meses después el ex ministro de Justicia Enrique Low Murtra,
perdió la vida a manos de pistoleros en la capital de la República.
El gobierno debió plegarse a las
exigencias de Escobar, quien liberó al resto de los secuestrados como gesto de
“buena fe”. Pero solo hasta cuando estuvo seguro de que la Asamblea Nacional
Constituyente había votado y aprobado el 19 de junio de 1991 el artículo que
prohibía la extradición de colombianos por nacimiento, Escobar se entrega en
compañía del padre Rafael García Herreros y Alberto Villamizar, mediadores en su
rendición. Luego sería recluido en la famosa Cárcel de La Catedral en Envigado.
Desde allí pese a las promesas de no delinquir más, siguió controlando los
hilos del negocio ilegal a través de otros 2 aliados suyos que no se
entregaron: Fernando “el negro” Galeano y Gerardo “Kiko” Moncada y varios de
sus sicarios.
Guerra en el Magdalena Medio:
Como la política de negociación de
penas también cobijaba a los paramilitares, muchos miembros de las
organizaciones afincadas en Córdoba, el Magdalena medio, la Sierra Nevada,
Boyacá, el Valle del Cauca y los Llanos Orientales se allanaron a las
autoridades confesando solamente el delito de porte ilegal de armas, amparados
todos ellos en los decretos 2047 y 3030 de 1990 y 303 de 1991. El grupo más
grande al mando de Ariel Otero desmovilizó a 400 de sus integrantes en Puerto
Boyacá, mientras en Córdoba Muerte a Revolucionarios del Noreste (MRN) de Fidel
Castaño entregaba 600 fusiles, y algunas porciones de tierra como supuesta
compensación a los campesinos despojados de sus parcelas. También un reducto de
cerca de 200 hombres, antiguamente mandados por Rodríguez Gacha se acogió a la
amnistía en Pacho (Cundinamarca). En consecuencia, a partir de 1992, se observa
una importante reducción de los asesinatos de civiles, atribuidos a las
autodefensas en los años anteriores. Pero en la práctica estas estructuras
siguieron activas, manejando un bajo perfil. Las autodefensas en el Magdalena
medio, se vieron envueltas en una brutal lucha con sus antiguos socios narcotraficantes
a partir de 1990.
Henry Pérez, el primer comandante había
sido asesinado por un pistolero durante la celebración de la fiesta de la
Virgen del Carmen en julio de 1991, y Ariel Otero su sucesor alineado con el
Cartel de Cali, correría la misma suerte a principios de 1992. La fuerza
sobreviviente se atomizó y algunos de sus restos entraron al servicio de
Escobar, mientras otras bandas como la encabezada por Ramón Isaza, se
replegaron de la zona. Mientras tanto, en la parte sur de la región, cerca de
Honda, cobró protagonismo Jaime Eduardo Rueda Rocha, el asesino de Galán,
evadido de la cárcel hacia un año y ahora jefe de una partida de 150
criminales. Buscando posicionarse como líder máximo mató y descuartizó al
alcalde de Puerto Boyacá en marzo de 1992, para luego arrojar su cuerpo y el de
4 de sus acompañantes al río Magdalena. Pero su ascenso fue cortado por una
patrulla del GOES que lo abatió a él y a 6 miembros de su cuerpo de seguridad
en un restaurante de Honda el 14 de abril del mismo año. Tras su muerte, la
actividad de las autodefensas en la zona disminuyó considerablemente, ya que
estas optaron por mimetizar sus actividades delincuenciales. Eliminado Escobar
en diciembre de 1993, Ramón Isaza retomaría el control del estratégico territorio.
Al final no obstante, los grandes
esfuerzos realizados en los primeros años de la década del noventa para lograr
la desintegración de las estructuras más poderosas y con mayor cubrimiento
territorial, los grupos paramilitares tuvieron un nuevo impulso a finales del
cuatrienio Gaviria. Fue así como, con posterioridad a la muerte de Escobar en
1993, las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), bajo el mando de
Fidel y Carlos Castaño, protagonizaron una significativa expansión, con el apoyo
de cientos de desmovilizados del EPL, masacrados metódicamente, ellos y sus
familias, por las Farc y la disidencia de Francisco Caraballo.
La Catedral y fuga:
El 20 de junio de 1991, el capo ingresó
voluntariamente en prisión a cambio de no ser extraditado a Estados Unidos. Sin
embargo, para hacerlo exigía al gobierno -entre otras cosas- que fuera en una
cárcel exclusiva con el argumento de que podría correr peligro de muerte si
ingresase en un correccional corriente. Así el gobierno autorizó las obras del
emplazamiento que se convertiría a posterior en la peor vergüenza del sistema
penitenciario colombiano: llamado La Catedral. Un recinto construido "a
medida", que se erigía en unos terrenos adquiridos por el mismo Escobar, y
que contaba con innumerables lujos para él y sus asociados, además de una
fuerte seguridad brindada por el Ejército Colombiano en su exterior, espacio
aéreo restringido y las autoridades penitenciarias designadas por el estado
para custodiar su reclusión que si bien la mayoría eran sicarios de Escobar con
uniformes de guardia carcelaria. A casi un año de su encierro a principios de
julio de 1992, Escobar se había convertido en un extorsionista de alto rango.
Dejó de exportar cocaína y empezó a cobrar elevadas sumas de dinero a los demás
narcotraficantes. Sospechando de sus más cercanos aliados Galeano y Moncada
pretextando que éstos le ocultaban $20 millones, Escobar ordena la ejecución de
ambos.
La posterior purga entre los más
cercanos a ambos capos y entre sus familiares dejó unos 50 muertos. El gobierno
yla Fiscalía al conocer de los graves hechos y para evitar que Escobar siguiera
delinquiendo desde su cómoda prisión, ordenó el traslado de este hacia un nuevo
penal. Pero en condiciones oscuras que demostraron una vez más el poder de
corrupción y el temor que generaba el peligroso narcotraficante luego de
secuestrar al viceministro de Justicia Eduardo Mendoza y al director de
prisiones del INPEC Coronel Hernando Navas quienes anticiparon los movimientos
del gobierno a Escobar a la vez que se descubre que los soldados encargados de
vigilar las afueras del penal habían sido sobornados por el capo.
El 21 de julio de 1992 Escobar, su
hermano Roberto y sus hombres huyen de la prisión tras patear uno de los muros
traseros de la edificación construido con yeso para éste propósito. El capo y
sus secuaces huyeron caminando, rodeando las montañas y aprovechando la neblina
que cubría la zona y el apagón de la llamada Hora Gaviria. La evasión del capo
significó la mas grande burla al gobierno de Gaviria ante la opinión pública y
la justicia colombiana desprestigiada internacionalmente. El gobierno tocado en
lo más profundo, creó el Bloque de búsqueda, un cuerpo conformado por la
Policía Nacional, el ejército y los cuerpos antidroga de Estados Unidos para
cazar a los prófugos y desmantelar de una vez por todo su imperio
criminal.
Los líderes del Cartel de Cali se
encargaron de desencadenar nuevamente la guerra, al activar un carro bomba en
Medellín que atribuyeron a sus enemigos antioqueños. Estos ante la arremetida
de las fuerzas estatales, reactivaron su campaña con una serie de ataques en
los que ejecutaron a 30 uniformados y una juez, entre septiembre y octubre de
1992. Pero esta vez la situación había cambiado bruscamente para el Cartel: la
muerte de Galeno y Moncada generó una fractura al interior de la organización.
Diego Murillo Bejarano 'Don Berna', jefe de seguridad de los capos asesinados y
los hermanos Castaño, se alinearon con los narcos del Valle en una amplia alianza
contra Escobar, que incluía a oficiales corruptos del Bloque de Búsqueda y
varios de sus antiguos socios. Con la información que pudieron suministrar a
las autoridades se asestaron durísimos golpes a las redes del “Patrón”. El 28
de octubre, Brances Alexander Muñoz 'Tyson' unos de sus jefes militares más
importantes, fue abatido en una operación especial.
Escobar que trata en ese momento de
negociar su reentrega y había autorizado la rendición de varios de sus
lugartenientes más cercanos, entre ellos su hermano Roberto, alias “Popeye”,
“Otto” y el “Mugre”, desencadenó en respuesta una nueva guerra total. Decenas
de pistoleros ejecutaron a un centenar de policías hasta febrero y los carros
bomba reaparecieron en las grandes ciudades a partir de diciembre de 1992. Si
bien los mecanismos ya no eran tan sofisticados; las pérdidas humanas y
materiales fueron cuantiosas, pues los atentados ya no iban dirigidos a un
objetivo específico, sino que eran totalmente indiscriminados. En Medellín
murieron 19 personas, en Bogotá 39 y en Barrancabermeja 16. El Valle de Aburra
se vio afectado por 3 ataques en diciembre del 92 y en Bogotá las explosiones
se sucedieron a partir de enero de 1993: el 20 en el norte, el 30 frente a la
Cámara de comercio, mediando febrero en dos áreas comerciales y en abril 15 en
el Parque de la 93
Pese a la dura arremetida de los
terroristas, en el curso de una ardua cacería las autoridades dieron de baja
hasta marzo de 1993, a 100 sicarios y 10 jefes militares del Cartel de Medellín,
entre los que se contaban Mario Castaño Molina “El Chopo”, Hernán Darío Henao
“HH” y Jhonny Edison Rivera “El Palomo”, todos hombres de confianza de Escobar.
Esto fue posible por la alianza de los paramilitares del Magdalena, del Cartel
de Calí, la oligarquía bogotana, el ejército, la CIA y la DEA; ya que Pablo
Escobar se estaba volviendo peligroso. Ya que era básicamente un conflicto
regional por el control de Medellín y su zona de influencia. Si Pablo Escobar
se hubiera aliado con la guerrilla y hubiera formado un ejército no mayor a
30.000 efectivos, hubiera podido pactar con el Ejército Nacional de Colombia, y
habría paz. Acabando la élite siniestra que gobierna ese país, que no
pacifica al país, y no permite que alguien lo pacifique, porque es la mayor
beneficiada de la violencia en Colombia al facilitarle depredar las diferentes
regiones en su propio beneficio. Ya que carece de un proyecto de nación,
Colombia no ha nacido todavía, y solo existe en las mentes de politiqueros e
intelectuales de poca monta.
También fueron apresados 1900
sospechosos de pertenecer a la organización y se rindieron 18 altos mandos de
su ala militar. Esto sumado a la derrota por bandas rivales de sus grupos de
gatilleros, en una guerra que dejó 300 muertos, terminó por debilitar
decisivamente al grupo de Medellín que perdió en 8 meses el 80% de su capacidad
bélica. Como añadidura, el 30 de enero hizo su aparición pública una estructura
paramilitar que se autodenomino Los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar),
detrás de la que estaban los Castaño y que se dedicaría a matar a los
testaferros, contadores, abogados y familiares del capo, como también a
destruir sus propiedades y minar sus finanzas, bajo la mirada cómplice de las
autoridades.
Escobar, arrinconado por las Fuerzas
Armadas y por las amenazas que pesaban sobre su familia interrumpió del todo su
campaña terrorista, sabía que no se podía rendir por los sondeos que había
hecho, la orden que había era matarlo, ya que le buscaba muerto. Trató de
renegociar su rendición, condicionándola a la salida del país de su mujer y sus
hijos, pero esta vez su propuesta no halló eco entre el Ejecutivo, que
necesitaba un éxito que mostrar a la población, para poderla intimidar.
Si bien logró evadir al Bloque de Búsqueda por 6 meses más, la muerte de su
jefe de seguridad León Puerta Muñoz “El Angelito”, en octubre de 1993, lo dejó
desprotegido, al mando de sicarios rasos que no tenían la capacidad de
eludir al Bloque de Busqueda. Finalmente, la preocupación por la situación de
su esposa e hijos refugiados en Las Residencias Tequendama bajo estricta
vigilancia policial luego de fallidamente encontrar asilo en Estados Unidos y
Alemania, debido a la solicitud de la CIA de negarles asilo. El gobierno si
bien vio a la familia del capo como su debilidad y como carnada para atraerlo,
esa es la razón de no dejarlos salir.
El Bloque de Búsqueda se entregó a la
tarea de localizar a Escobar hasta que, después de un año y cuatro meses de
intensas labores de inteligencia, el 1 de diciembre de 1993, consiguió
rastrear y localizar seis llamadas que Escobar le hizo a su hijo. Al verse
acorralado intentó escapar, por los techos de las casas del barrio donde
estaba, pero murió durante la huida de un disparo en el corazón en un tejado de
una casa de Medellín sin oponer resistencia. No obstante, de su muerte
existen varias hipótesis:
Fue acribillado por el escuadrón del
Bloque cuando intentaba huir del cerco policial, esta escena se
representa en un célebre cuadro de Botero. Y es la versión oficial. La
familia desinforma con la hipótesis que se suicidó mediante un disparo en la
parte baja del oído, lo que se vio en la exhumación del cadáver pero el
orificio pude ser por recibir un disparo desde la acera al tejado de las casas;
esta versión coincide con el lema de los Los Extraditables: "Preferimos
una tumba en Colombia a una cárcel en Estados Unidos" y versión defendida
por su familia, si se llega a ser los análisis de balísica es poco
creíble.
Que un francotirador del grupo los
"Pepes" o del Bloque de Búsqueda o de la Delta Force le disparó, es
otra pero no tiene fundamento. Este disparo fue hecho por un oficial de la
DIJIN que formaba parte del Bloque de Búsqueda. Que el coronel Hugo Heliodoro
Aguilar, que lideró el grupo de asalto que llegó a la casa, dio el tiro de
gracia a Escobar. Previamente unidades de inteligencia de señales de la
DIJIN habían localizado mediante tecnología francesa y británica adquirida por
la Policía Nacional en 1991 y operada por oficiales y suboficiales de inteligencia
de la Policía Colombiana. En una entrevista con Gilberto Rodríguez Orejuela se
dice que éste ayudó a la compra de dicha tecnología.
También se dice que Carlos Castaño Gil,
máximo líder de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) fue el responsable de
la muerte de Escobar, según una confesión de un paramilitar llamado Antonio
Hernández, conocido por el alias John.
La muerte de Escobar generó distintas
reacciones: su familia y sus protegidos lloraron su muerte, y a su entierro
asistieron miles de personas, en su mayoría de los barrios pobres de Medellín.
Pero la prensa y el gobierno lo consideraron un triunfo en la lucha contra las
drogas y el principio del fin del tráfico de estupefacientes, lo que no ha
sucedido hasta la fecha porque el tráfico de drogas es una consecuencia de la
guerra, y no es el tráfico que provoca la guerra; sólo habrá paz en Colombia
cuando exista una nación llamada Colombia, para todos los colombianos, de no
existir surgirá cada cierto tiempo otro Pablo Escobar.
Hoy en día los guerrilleros,
paramilitares y grupos de delincuencia organizada conocidos como Bacrim (Bandas
criminales) se disputan el negocio del narcotráfico, ya que necesitan
desesperadamente financiar la guerra de guerrilla o antipartisana. Aunque inmediatamente
al abatimiento de Pablo Escobar, los carteles de Cali y Norte del Valle
tuvieron control del narcotráfico hasta sus respectivas disoluciones, ya que
ellos colaboraron en la destrucción del cartel de Medellín, la consecuencia
inmediata del asesinato de Pablo Escobar fue la decadencia económica de
Medellín, que no es ni la sombra de lo que conoció Pablo Escobar.
Entre los mitos sobre su muerte figura
uno que dice que no murió, que contrató a un doble y que está escondido
disfrutando de su dinero, cosa totalmente falsa ya que los políticos bogotanos
y la DEA mandaron hacer una autopsia de rigor para descartar tal hecho.
Entre quienes lo consideran muerto, aún su imagen continúa muy vigente y es
utilizada políticamente. Sus fotos se venden al lado de las del Che Guevara.
Incluso en algunos sitios todavía es venerado como un santo y en su tumba se
depositan ofrendas.
Su leyenda forma parte del circuito
turístico de Medellín. Su hacienda en el campo ahora es un museo visitado por
miles de turistas al año, en su mayoría colombianos que añoran su desafío a la
élite bogotana. Su imagen tiene tanto peso que continúa siendo utilizada
incluso para las campañas políticas, la venta de camisetas y remeras en
Austria, Estados Unidos, Guatemala y México, la venta de álbum de
figuritas para niños, relojes con su imagen y libros sobre su vida.
El cadáver de Pablo Escobar fue
exhumado el 28 de octubre de 2006 a petición de algunos de sus familiares con
el propósito de tomar una muestra del ADN para confirmar la presunta paternidad
de un hijo extramatrimonial y despejar cualquier duda sobre la identidad del
cuerpo que llevaba 12 años enterrado junto a sus padres. Un vídeo del momento
fue transmitido por la cadena RCN hecho que disgustó a su hijo Juan Sebastián
Marroquín (Juan Pablo Escobar) quién acusó a su tío, Roberto Escobar Gaviria y
al sobrino del capo Nicolás Escobar -que coordinó el acto- de ser
"mercaderes de la muerte".
Bibliografía: